De-fen-sa
Hace cuatro a?os Pepu Hern¨¢ndez solt¨® aquello de Ba-lon-ces-to. Despu¨¦s de pasarlas canutas para lograr el pase a la ansiada final, cualquier t¨¦cnico o jugador blaugrana podr¨ªan haber parafraseado a Pepu hasta con las pausas pero acotando el concepto general a una de sus parcelas, esa que guste o no sigue ganando importancia hasta resultar definitoria como ninguna otra en el baloncesto de hoy en d¨ªa. Resulta impensable en los tiempos que corren alcanzar cualquier objetivo de enjundia sin construir tu edificio sobre unas bases defensivas que lo doten de la suficiente solidez como para estar casi a salvo de todo tipo de incidencias. Incluso colectivos tan lustrosos como el Barcelona lo hacen, a pesar que un vistazo a su talentosa plantilla podr¨ªan inducir a que otros caminos son posibles. Afortunadamente para ellos, Chichi Creus y Xavi Pascual lo han entendido as¨ª en sus respectivas tareas de construcci¨®n y direcci¨®n del equipo. Y digo afortunadamente porque de otra forma no resulta descabellado pensar que muy probablemente ahora estuviesen rumiando otro fracaso en una final a cuatro de la Euroliga.
M¨¢s que nunca el Bar?a se encomend¨® a su eficacia defensiva, a la vista de que el asunto estaba complicado. Durante muchos, much¨ªsimos minutos, all¨ª no hab¨ªa quien metiese una canasta. Ni Navarro, ni Lorbek, ni mucho menos Ricky Rubio, muy fuera del partido hasta el ¨²ltimo cuarto. Viendo caras, decisiones y punter¨ªa, se podr¨ªa concluir que la importancia del partido les estaba resultando excesiva para su sistema nervioso. Tampoco el ritmo del juego les beneficiaba, hasta el punto de que el Bar?a no pudo correr ni un solo contraataque en los 40 minutos. En estas duras circunstancias mantuvieron el tipo apretando los dientes y devolviendo la moneda al equipo ruso. El marcador corr¨ªa el riesgo de oxidarse por falta de uso.
Cuando los partidos entran en esta din¨¢mica donde las canastas se cantan como goles, entra en juego la segunda variable, fundamental cuando se quiere ganar una Euroliga: la profundidad de banquillo. Hubo otros tiempos en los que el CSKA pod¨ªa discutir esta cuesti¨®n con cualquier rival del continente, y por eso logr¨® lo que logr¨®. Pero aquellos tiempos pasaron. Ahora es el momento del Bar?a. Son tantos sus elementos ¨²tiles y utilizables que al final termina encontrando lo que busca. Si Lorbek anda perdido, algo har¨¢ Fran V¨¢zquez mientras le vuelve la claridad suficiente para resultar importante en un par de rebotes ofensivo y un triple rompedor. Si Morris no ve aro, N'Dong hace mucho en el poco tiempo que dispone. Para que Ricky se afine se encuentra Lakovic, para oxigenar a Navarro Basile y Grimau. Y as¨ª, cada uno va entrando y saliendo, aportando granitos que terminan siendo mont¨®n. El CSKA no puede presumir de tanto y se tuvo que encomendar m¨¢s que nunca a Holden, Langdon y Siskauskas. Demasiado escaso cuando tu segunda unidad est¨¢ formada por Kaun, Ponkrashov o Mensah Bonsu.
Despu¨¦s de un sufrido ejercicio de supervivencia, al Barcelona ya s¨®lo le queda un paso para lograr su ansiado objetivo: ser el mejor equipo europeo de un deporte que desde hace ya unos a?os ha cambiado su regla y objetivo fundamental. Ya no consiste en meter m¨¢s puntos, sino en encajar menos. Parece lo mismo, pero no lo es. Y como dijo una vez Clemente, el que quiera espect¨¢culo, que se vaya al circo.
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