Rajoy se mofa de la justicia

Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, dijo el pasado lunes sobre la posibilidad de que Francisco Camps pudiera sentarse en el banquillo: "El 12 de mayo hablaremos". Ese d¨ªa, el Tribunal Supremo decidir¨¢ si procesa al presidente de la Generalitat por cohecho impropio. Mariano Rajoy, su jefe, piensa en cambio de manera radicalmente distinta. "Diga la justicia lo que quiera", coment¨® el jueves en un programa de radio, "yo voy a apoyar a Camps".

El caso tiene que ver con aquellos trajes, valorados en 12.000 euros, que supuestamente Camps recibi¨® de ?lvaro P¨¦rez, el Bigotes, jefe de una de las empresas de Francisco Correa. Un informe policial, que forma parte de las investigaciones del caso G¨¹rtel, ha revelado varias irregularidades cometidas por el Gobierno que preside Camps que pueden estar relacionadas con una trama de financiaci¨®n ilegal del PP, con comisiones millonarias cobradas por la red corrupta durante la visita del Papa a Valencia y por anomal¨ªas en contratos p¨²blicos que beneficiaron al c¨ªrculo de Correa.

La cosa tiene mala pinta, y habr¨¢ que esperar a que se pronuncien los jueces. Por eso sorprende que Rajoy lo tenga todo tan claro. Debi¨® pensar en el entusiasta apoyo que le dio Camps en el congreso de Valencia y en los votos que, como cuentan las encuestas, seguir¨¢ cosechando para el PP el actual presidente de la Generalitat valenciana. Y por eso se olvid¨® que lleva d¨ªas manifestando que hay que respetar las decisiones de los tribunales, pensando en las que debe tomar el Constitucional sobre el Estatuto catal¨¢n, y que ha querido presentarse como el abanderado de la lucha contra la corrupci¨®n en su partido a trav¨¦s del C¨®digo de Buenas Pr¨¢cticas.

Nada de eso cuenta ya. Cuando se trata de Camps, para Rajoy la justicia puede decir lo que quiera y sobra cualquier c¨®digo ¨¦tico. En el gui¨®n que maneja para llegar a La Moncloa no s¨®lo se trata de dinamitar cualquier iniciativa de sus rivales (v¨¦ase el pacto educativo) sino de no perder ning¨²n voto. Despreciar a los tribunales es, sin embargo, un insulto a la democracia y a los que votan a su partido. Por mucho que vaya a querer servirla con la m¨¢scara de su sonrisa ir¨®nica.