Firmar la paz es cosa de dos
Ham¨¢s y Hezbol¨¢ son organizaciones de inspiraci¨®n estricta y rigurosamente fascista. Pero no es menos evidente que el bando israel¨ª tambi¨¦n ha cometido errores importantes
Si yo hubiera redactado el "llamamiento a la raz¨®n" publicado el lunes pasado en Bruselas por Jcall, desde luego no habr¨ªa empleado la expresi¨®n "falta moral".
Habr¨ªa insistido en el riesgo de parecer arrogantes que implica siempre -cuando no se vive en Israel, cuando no se comparten las alegr¨ªas ni tampoco las preocupaciones, los sufrimientos ni, a veces, los dramas que marcan el sino cotidiano de los ciudadanos israel¨ªes- el aparentar querer darles lecciones.
Enterado, adem¨¢s, de que la historia tiene m¨¢s imaginaci¨®n que los hombres y de que, por tanto, nunca se sabe qu¨¦ trampas o sorpresas les reserva, tal vez habr¨ªa tomado la precauci¨®n de recordar que, en uno de sus primeros discursos, el actual primer ministro termin¨® suscribiendo -sin convicci¨®n, con la boca peque?a, pero lo hizo- el principio de dos Estados para dos pueblos.
Amar a Israel, amarlo realmente, es ser capaz de distinguir entre el mismo Israel y el Gobierno de turno
Imploro a los dirigentes israel¨ªes que recuperen la inspiraci¨®n de sus mayores: Ben Guri¨®n, Isaac Rabin, Sim¨®n Peres
Pese a estas reservas, creo que el llamamiento es una buena iniciativa.
Y no s¨®lo he aceptado firmarlo, sino apadrinarlo; y lo he hecho por, al menos, tres razones de fondo.
1. No es posible celebrar la excepci¨®n..., ?qu¨¦ digo?, el milagro que constituye la vitalidad de la democracia israel¨ª, que ha sobrevivido a sesenta y dos a?os de una guerra larvada, y a veces total, y lamentarse al mismo tiempo de que el viento del libre debate -y, por tanto, la expresi¨®n de opiniones diversas y el esp¨ªritu democr¨¢tico- sople entre los amigos de Israel: las comunidades jud¨ªas no son bloques; no tienen raz¨®n alguna para marchar al paso de tal o cual instituci¨®n ni para alinearse con sus resoluciones; al margen de los propios hebreos (pues, felizmente, la causa de Israel tiene partidarios m¨¢s all¨¢ del mundo jud¨ªo), el hecho de estar divididos nunca debilita a los dem¨®cratas, sino que los refuerza.
2. No se puede ser sionista, es decir, creer no s¨®lo en la legitimidad de Israel, sino -lo que es mucho m¨¢s importante- en su grandeza, en su nobleza -Levinas hubiera dicho en la realidad metapol¨ªtica del Estado nacido del sue?o de Th¨¦odor Herzl y algunos m¨¢s-, y confundir esa realidad con los rostros provisionales, inciertos, a veces infieles o desfigurados, con los que lo travisten, como en todas partes, las vicisitudes de una vida pol¨ªtica sometida a los caprichos de la opini¨®n p¨²blica, cuando no a los de la ley electoral y sus efectos perversos: amar a Israel, amarlo realmente, es, dicho de otro modo, ser capaz de distinguir entre el mismo Israel y el Gobierno de turno; es no temer, como en todas las democracias, y en esta menos que en ninguna, criticar a uno para honrar mejor al otro; es pensar, preconizar, practicar un principio de incondicionalidad que s¨®lo se puede soportar si se subraya, al mismo tiempo, y cada vez que se manifiesta, la inevitable falibilidad de los hombres y de sus coaliciones coyunturales.
3. Es evidente que Ham¨¢s y Hezbol¨¢ son organizaciones de inspiraci¨®n estricta y rigurosamente fascista; que no tienen el menor deseo no ya de firmar la paz, sino de reconocer lo que nunca han designado de otro modo que como "la entidad sionista"; que sus adversarios de la OLP tampoco han roto a¨²n con ese arte del doble lenguaje cuyo maestro fue el difunto Yasir Arafat; en resumen, que el bando palestino tiene una parte de responsabilidad importante y, desde mi punto de vista, determinante, en lo que las canciller¨ªas han dado en llamar p¨²dicamente el "bloqueo" del proceso de paz. Pero no menos evidente es que: primero, el bando israel¨ª tambi¨¦n ha cometido, y desde hace tiempo, errores importantes y de muy largo alcance; y segundo, que otra diferencia entre estos errores y los otros es que a un hombre dotado de raz¨®n no le resulta completamente imposible enunciarlos, por no decir "denunciarlos", con una peque?a probabilidad de despertar aunque s¨®lo sea un vago eco en aquellos y aquellas que los han cometido o dejado cometer. Dicho de otro modo: no hay un lenguaje com¨²n, y me quedo corto, entre los fascislamistas de Hezbol¨¢ y yo; las probabilidades de ver c¨®mo un llamamiento a la raz¨®n salva el muro de su odio sin cuartel y sin l¨ªmite est¨¢n, lo s¨¦, cercanas a cero; hablar con un proisrael¨ª de la continuaci¨®n de los asentamientos, o incluso con un religioso resuelto a no ceder en lo que respecta a Jerusal¨¦n, me parece, en cambio, dentro del orden de lo posible y, por tanto, absolutamente necesario.
He luchado durante toda mi vida contra la deslegitimaci¨®n de Israel. He defendido la legitimidad de su punto de vista en todas las guerras a las que Tzahal se ha visto empujado desde que entr¨¦ en la edad adulta. Todav¨ªa hoy, cada vez que aterrizo en Tel Aviv, me tomo el tiempo de hacer una visita a mis amigos de Sderot, la ciudad sure?a que vive bajo la amenaza de los obuses de Ham¨¢s. Pues bien, es esa misma postura lo que me hace dirigirme ahora a los dirigentes israel¨ªes para implorarles, en el fondo, que recuperen la inspiraci¨®n de sus ilustres mayores: la de Ben Guri¨®n cuando ratific¨®, en 1948, el plan de partici¨®n de Naciones Unidas; la de Isaac Rabin y Sim¨®n Peres cuando asumieron, treinta a?os despu¨¦s, el riesgo de los acuerdos de Oslo, e incluso la del joven Ehoud Barak cuando le propuso a Arafat, hace casi exactamente diez a?os, un tratado que este no acept¨®, pero cuyos principios, e incluso cl¨¢usulas, no han envejecido en absoluto. Claro est¨¢ que firmar la paz es cosa de dos. Pero no est¨¢ prohibido dar un paso, aunque sea en solitario. Y si es posible, un paso decisivo.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.

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