Pero ?qui¨¦n manda aqu¨ª?
Esta pregunta est¨¢ al orden del d¨ªa en Europa, donde las decisiones suelen tomarse siempre tarde y mal, arrastrando los pies y a rega?adientes, acuciados por la necesidad, pero frenados por las divisiones de una Uni¨®n Europea cuarteada e insegura, sin ni siquiera voluntad para ser ella misma. Si saltamos el charco y nos plantamos en Washington, nos encontramos con otro tipo de problemas: las decisiones se toman de forma fulgurante y con la autoridad que da una presidencia imperial, aunque luego los contrapoderes y los ¨¢cidos corrosivos de la opini¨®n p¨²blica consigan matizar, dilatar la aplicaci¨®n e incluso dinamitar las decisiones. Todo adquiere un aire radicalmente distinto en cuanto volvemos a saltar otro charco todav¨ªa m¨¢s grande, el Pac¨ªfico, y nos situamos en el centro del coraz¨®n del imperio del centro, es decir, en los pabellones cerrados de Zhongnanhai, en Pek¨ªn, donde vive y trabaja silenciosamente y oculta ante los ojos de la opini¨®n p¨²blica la c¨²pula de la Rep¨²blica Popular China. All¨ª ni se sabe c¨®mo se decide ni exactamente qui¨¦n lo decide, pero hay algo que no ofrece dudas: se decide y manda, y de qu¨¦ manera.
La diferencia entre los tres estilos se refleja en todo. Por ejemplo, en la comunicaci¨®n entre los gobernantes y los banqueros centrales: los europeos practican un exquisito lenguaje de sobrentendidos, moteado por las protestas de los pol¨ªticos que quisieran una comunicaci¨®n m¨¢s directa como la que se practica en Washington; en esta capital la relaci¨®n es abierta y expl¨ªcita: cada uno manda en su ¨¢rea, pero el presidente al final siempre tiene una ¨²ltima palabra. En Pek¨ªn, en cambio, todo funciona como una m¨¢quina silenciosa y engrasada: el poder pol¨ªtico manda y los banqueros, todos, el central y los otros, obedecen. As¨ª se imponen las ventajas de un capitalismo dirigido por un partido comunista. Cifras en mano: Estados Unidos crecer¨¢ este 2010 un 2,8%; la zona euro, un 0,9%, y China, un 11,9%. Los norteamericanos han salido ya de la recesi¨®n, los chinos nunca la han sufrido y los europeos apenas conseguimos asomar el hocico.
Der Spiegel acaba de revelar buena parte de las peripecias m¨¢s secretas de la Cumbre del Clima, celebrada en Copenhague en diciembre del pasado a?o. Los datos del crecimiento econ¨®mico mundial tienen un reflejo en lo que sucedi¨® en las tempestuosas reuniones para la reducci¨®n de emisiones a la atm¨®sfera, en las que fueron China e India quienes marcaron el paso, Europa dej¨® de existir y Obama tuvo que colarse a ¨²ltima hora para no quedar al margen del acuerdo entre los pa¨ªses emergentes. Y seg¨²n el semanario alem¨¢n, quien llev¨® la batuta en todo momento y se llev¨® el gato al agua fue nada menos que el se?or He Yafei, el viceministro de Exteriores chino, un diplom¨¢tico del tercer nivel del Estado.
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