¡°Hay que cambiar la ONU. Si sigue as¨ª, no servir¨¢ para el gobierno global¡±
Un socialismo del sentido com¨²n.
Prefiero un carnaval a una guerra". Posa su mano de obrero sobre mi rodilla, en un adem¨¢n de complicidad, de camarader¨ªa, de evidente franqueza, porque esa es su fuerza y su convicci¨®n, la de comportarse como lo que es, como verdaderamente le miran los brasile?os, "soy uno de ellos, uno como ellos", viene de donde ellos vienen, habla como ellos hablan, "no soy un extra?o en el nido", y hasta que lleg¨® al poder visti¨® como ellos visten, "aunque trabaj¨¦ durante veintisiete a?os bajo un overol nunca me encontr¨¦ a gusto; con dos meses de corbata no tuve dificultad en acostumbrarme a ella, es una bonita prenda". Me viene a las mientes la reflexi¨®n de Sancho Panza antes de ocuparse como regidor de la ¨ªnsula, "v¨ªstanme como quisieren, que de cualquier manera que vaya vestido ser¨¦ Sancho Panza", porque la sotana no hace al cura, y Lula es Lula cualquiera que sea su atuendo, "me comunicaron que ten¨ªa que ir de frac a la cena de palacio con el rey de Espa?a, mand¨¦ decirle a Juan Carlos que yo no usaba eso y aqu¨ª en Brasil muchos me criticaron, ?qu¨¦ falta de elegancia, de capacidad para ejercer la Presidencia!, hasta que el Rey llam¨®, venga como usted quiera, pues de traje y corbata, porque no quiero ser visto como un extra?o en mi pueblo, lo que pasa es que la liturgia del poder est¨¢ toda preparada para alejarte de aqu¨¦l, cuando eres candidato vas a cielo descubierto, saludando, pero una vez llegas a presidente te montan en un coche blindado y nunca m¨¢s ves el rostro de los ciudadanos".
Me pregunto a qu¨¦ se parecen m¨¢s las huelgas, si a las guerras o a los carnavales. Luiz In¨¢cio Lula da Silva fragu¨® su carrera pol¨ªtica en las movilizaciones populares, en la agitaci¨®n callejera y en la lucha a pie de obra en defensa de los derechos de los trabajadores. Casi mill¨®n y medio de obreros brasile?os fueron a la huelga, capitaneados por ¨¦l, durante el a?o 1979, y a partir de esa fecha este correoso dirigente sindical emprendi¨® una carrera pol¨ªtica llena de altibajos que le llevar¨ªa un cuarto de siglo m¨¢s tarde a la presidencia de la Rep¨²blica. "Es notable que ni yo ni mi vicepresidente, un empresario de ¨¦xito, tengamos t¨ªtulo universitario", se?ala con cierto tono de orgullo que irrita a la oposici¨®n por la ambig¨¹edad que ese mensaje puede representar en un pa¨ªs en el que la educaci¨®n es prop¨®sito fundamental del Gobierno y empe?o necesario para acabar con las desigualdades y la pobreza. Pero lo que ¨¦l quiere transmitir es que la democracia funciona en Brasil, que no son los m¨¦ritos profesionales, acad¨¦micos ni de cualquier otro g¨¦nero, sino la voluntad de los electores la que es decisiva para llegar al poder. Un poder del que Lula se apear¨¢, al menos formalmente, el pr¨®ximo mes de diciembre despu¨¦s de ocho a?os de ejercicio en el cargo, y del que sale rodeado de tal popularidad que algunos esperan verle levitar en cualquier momento, como hac¨ªa el curilla de Garc¨ªa M¨¢rquez en Cien a?os de soledad, s¨®lo que a base de ingerir caf¨¦ brasile?o, que ¨¦l consume a cada rato con avidez, en vez de tazones de chocolate.
?Por qu¨¦ Brasil no es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU? ?Por qu¨¦ no la India o alg¨²n pa¨ªs africano?
"El momento m¨¢s extraordinario del poder es el periodo entre el d¨ªa de la victoria y la toma de posesi¨®n. Luego uno ve que las cosas no son tan f¨¢ciles, est¨¢s ante una carrera de obst¨¢culos. Yo tendr¨ªa motivos de sobra para decir que a m¨ª el poder me ha dado m¨¢s alegr¨ªas que tristezas, porque pocas veces en la historia de Brasil sucedieron cosas tan importantes como durante mi gobierno, pero me ir¨¦ lamentando lo que no he podido hacer, la reforma del Estado, por ejemplo. No hemos sido capaces de procurarle mayor agilidad; desde que tomamos una decisi¨®n hasta que se ejecuta nos topamos con quinientos obst¨¢culos en nombre de la democracia. Est¨¢ el Congreso Nacional, con sus dos C¨¢maras, la Administraci¨®n p¨²blica, los sindicatos, la justicia, las cuestiones ambientales, donde las ONG son muy activas... o sea, que pasan dos a?os y medio o tres antes de que un proyecto cristalice. Hace falta un consenso que nos permita eliminar tantas dificultades y retrasos. No podemos renunciar a la fiscalizaci¨®n, pero tampoco es aceptable utilizarla como una manera de impedir que se hagan las cosas que Brasil necesita".
Su pragmatismo, su campechan¨ªa, su sentido com¨²n, todo en ¨¦l recuerda al gobernador de la Barataria. Casi ocho a?os despu¨¦s de ocupar la primera magistratura de la Rep¨²blica, sus maneras personales, su m¨¦todo de trabajo, su aire decidido y socarr¨®n son los del Lula joven que, huyendo de la burocracia sindical, se reun¨ªa por las tardes en la taberna regentada por T¨ªa Rosa en San Bernardo del Campo, donde ¨¦l todav¨ªa mantiene el domicilio familiar. All¨ª, con sus compa?eros de lucha, un grupo de amigos antes que un comit¨¦ organizado, preparaban entre chato y chato las movilizaciones en defensa de un mayor salario para los obreros. Ninguna ideolog¨ªa alimentaba sus acciones, que enseguida estuvieron apoyadas, sin embargo, por los movimientos de base cat¨®licos. "El PT no hubiese existido sin la ayuda de millares de curas y comunidades cristianas de Brasil, le debe mucho al trabajo de la Iglesia, a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, a los sacerdotes progresistas. Todo ello contribuy¨® a mi formaci¨®n pol¨ªtica, a la construcci¨®n del PT y a mi llegada al poder. Mi relaci¨®n personal con la Iglesia cat¨®lica ha sido y sigue siendo muy fuerte, pero somos un pa¨ªs laico, tratamos a todas las religiones con respeto". Le interrumpe por un momento su jefe de gabinete, Gilberto Carvalho, "este era seminarista, iba para cura, y lo abandon¨® para venirse al PT, para construir conmigo", y despacha un par de asuntos a la sombra de un crucifijo gigantesco que preside su mesa de trabajo, mientras yo me barrunto que para algunos peteros de la ¨¦poca la agitaci¨®n pol¨ªtica era tambi¨¦n una especie de sacerdocio. La influencia religiosa ("esta es la Iglesia m¨¢s progresista de Am¨¦rica Latina, probablemente del mundo") es evidente tambi¨¦n en el tratamiento de las leyes de aborto en Brasil, aunque el presidente busca la equidistancia. El Vaticano "tiene una actitud muy conservadora sobre este punto. En Brasil, el aborto est¨¢ prohibido, salvo en caso de violaci¨®n de la madre. Yo, como ciudadano, soy contrario al aborto, y no creo que haya ninguna mujer que se muestre favorable a ¨¦l porque genera un gran sufrimiento a quien lo practica. Pero como jefe de Estado pienso que se trata de una cuesti¨®n de salud p¨²blica. Debemos proteger a las chicas que tratan de abortar ellas mismas meti¨¦ndose agujas en el ¨²tero y cosas as¨ª. El Estado tiene la obligaci¨®n de atender a esas personas".
Para los progres europeos, que adoran a Lula, una declaraci¨®n de este g¨¦nero puede resultar decepcionante, tanto como la que ¨¦l mismo ha hecho muchas veces en el sentido de que no se considera de izquierdas. "Mi trayectoria, mi perfil pol¨ªtico, mi vida en el sindicato, la creaci¨®n del PT, me caracterizan, desde luego, como un izquierdista. Pero el propio PT es una novedad en la izquierda mundial. Naci¨® contra todos los dogmas de los partidos marxistas-leninistas, que obedec¨ªan fielmente a Rusia o China. Al principio era algo parecido a una hinchada del f¨²tbol; un grupo de obreros que, junto con el movimiento social, la Iglesia cat¨®lica y algunos intelectuales que hab¨ªan cre¨ªdo y participado en la lucha armada, decidieron crear un partido pol¨ªtico. No ten¨ªamos entonces un programa definido y a m¨ª nunca me gust¨® que me encasillaran, menos a¨²n al asumir la presidencia. Un jefe de Estado no es una persona, es una instituci¨®n, no tiene voluntad propia todo el santo d¨ªa, sino que tiene que llevar a cabo los acuerdos que sean posibles. He aprendido eso en el poder y creo que ha sido bueno para Brasil. No puede ser que me guste un presidente porque es de izquierdas y otro no, por ser derechista. Me llev¨¦ bien con Aznar y me llevo bien con Zapatero; tengo que relacionarme con Pi?era en Chile igual que lo hice con Bachelet. En el ejercicio del poder soy un ciudadano, ?c¨®mo dir¨ªa...? multinacional, multiideol¨®gico, ?no?".
Brasil era capitalismo sin capital. Resolv¨ª que era preciso construir el capitalismo para despu¨¦s hacer el socialismo
Con sus ojos brillantes, inquietos, reclama mi aprobaci¨®n para ese pragmatismo, y se transforma de pronto en un agitador de la torcida, la hinchada brasile?a; se levanta, se sienta, se vuelve a erguir, sonr¨ªe primero, luego se estremece, se desternilla, te gui?a el ojo, busca la cercan¨ªa, el cari?o, soy un brasile?o m¨¢s, un ciudadano m¨¢s de este pa¨ªs que es capaz de contagiar la alegr¨ªa, de este pa¨ªs con trescientos d¨ªas de sol al a?o, de este pa¨ªs inmenso, autosuficiente, pac¨ªfico, "del que estamos tratando de eliminar cincuenta o sesenta a?os de atraso, de desconfianza, a?os en que nadie quer¨ªa invertir aqu¨ª. Y por eso estamos construyendo un capitalismo moderno, el Estado de bienestar. Cuando entr¨¦ en el Gobierno, Brasil no ten¨ªa cr¨¦dito, no ten¨ªa capital de trabajo, ni financiaci¨®n, ni distribuci¨®n de la renta. ?Qu¨¦ co?o de capitalismo era ese? Un capitalismo sin capital. Resolv¨ª entonces que era preciso primero construir el capitalismo para despu¨¦s hacer el socialismo; hay que tener qu¨¦ distribuir antes de hacerlo. Si el pa¨ªs no tiene nada, no hay nada que distribuir, y los empresarios tienen que saber que hay que pagar salarios un poco mayores para que la gente pueda comprar los productos que fabrican. Esto ya lo dec¨ªa Henry Ford en 1912".
Gane el que gane (las pr¨®ximas elecciones) nadie har¨¢ ning¨²n disparate, el pueblo no quiere volver atr¨¢s
Estamos en plena campa?a electoral y Lula aprovecha para hacer la propaganda de su partido, se le escapan algunas cr¨ªticas acerbas, probablemente injustas, contra su antecesor, el socialdem¨®crata Fernando Henrique Cardoso, tiempo atr¨¢s compa?ero suyo en la lucha contra la dictadura y con el que ahora no se muestra en absoluto generoso. Pero el milagro brasile?o empez¨® precisamente con Cardoso, un profesor respetado y un dem¨®crata ejemplar que nivel¨® las cuentas p¨²blicas y venci¨® la inflaci¨®n. Lula hace un balance diferente. "Hoy el Banco de Brasil tiene m¨¢s cr¨¦dito que el de todo el pa¨ªs cuando llegu¨¦ al poder. De modo que cuando yo deje la presidencia habremos creado m¨¢s de catorce millones de puestos de trabajo en ocho a?os. S¨®lo China e India pueden competir con una realidad as¨ª". Le interrogo entonces sobre si eso es un triunfo del capitalismo y enseguida se apresura a aclarar que es un triunfo de su Gobierno "porque ha tenido el coraje de enfrentarse a la crisis, en vez de quejarse: haciendo inversiones, desgravando la actividad en sectores clave para la econom¨ªa, emprendiendo muchas obras p¨²blicas. Si Brasil mantiene en los pr¨®ximos cinco a?os seriedad en las pol¨ªticas fiscal y monetaria, en las inversiones y el control de la inflaci¨®n, lo tiene todo para transformarse en una potencia respetada en el mundo. Si la econom¨ªa sigue creciendo entre un 4,5% y un 5,5%, en 2016 puede constituir la quinta econom¨ªa mundial".
Un jefe de Estado no es una persona, es una instituci¨®n, no tiene voluntad propia. Aprend¨ª eso en el poder
No s¨¦ si descubro rastros de la herencia portuguesa en esta enso?aci¨®n un poco hiperb¨®lica del presidente, que le hace por momentos alejarse de la sesuda prudencia de Sancho para asemejarle m¨¢s a la locura idealista de su se?or don Quijote, porque mientras Lula habla, las encuestas, all¨¢ fuera, siguen dando probable vencedor, aunque por escaso margen, a Jos¨¦ Serra, candidato del PSDB, el partido de Cardoso. "Gane el que gane, nadie har¨¢ ning¨²n disparate; el pueblo quiere seguir caminando y no volver atr¨¢s. Pero d¨¦jeme decirle que yo no veo la posibilidad de que perdamos las elecciones". Muchos piensan que si as¨ª sucediera, no ser¨ªa por los m¨¦ritos de Dilma, la candidata del PT, una antigua guerrillera y una pol¨ªtica eficaz, pero sin el carisma que unas elecciones presidenciales demandan, sino por el formidable apoyo que le presta el propio Lula, cuya personalidad lo impregna todo de lulismo, "s¨ª, ya s¨¦ que mucha gente, para justificarse, dice, a m¨ª no me gusta el PT, me gusta Lula; gente de derechas, claro. Pasa con otros l¨ªderes pol¨ªticos, Felipe Gonz¨¢lez, por ejemplo. Normalmente las figuras p¨²blicas estamos menos ideologizadas que los partidos y tenemos la capacidad individual de congregar en torno nuestro gentes que de ninguna manera se sienten cercanas a nuestras formaciones. Pero no creo que haya un 'lulismo' como tal, prefiero saber que vamos a fortalecer la democracia y que los partidos pol¨ªticos van a saber organizarse y ser fuertes".
Me llev¨¦ bien con Aznar y me llevo bien con Zapatero; y con Pi?era en Chile, igual que con Bachelet
En cualquier caso parece descontada la continuidad en la pol¨ªtica econ¨®mica, que Lula salvaguard¨® desde un principio nombrando a un antiguo militante del partido de Cardoso gobernador del Banco central. La consecuencia de esas pol¨ªticas ha sido la prosperidad que permite situar al pa¨ªs entre las potencias emergentes agrupadas en torno a lo que ha dado en llamarse los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Junto a ellos, Lula ha hecho valer su voz afirmando su independencia como un protagonista de la pol¨ªtica internacional singular e inclasificable. ?Est¨¢ camino su pa¨ªs de convertirse en una superpotencia? ?Podr¨ªa hacerlo sin ser poseedor -el ¨²nico de los BRIC en esta circunstancia- del arma at¨®mica? "La Constituci¨®n proh¨ªbe las actividades nucleares salvo para fines pac¨ªficos, est¨¢n prohibidas, ?quiere verlo?", me se?ala acuciante con su mano mutilada el art¨ªculo 21, inciso 23, "el presidente no decide en las cuestiones nucleares, es el Congreso, y no tenemos inter¨¦s en ser una potencia militar si no es del tama?o de nuestra soberan¨ªa. Necesitamos unas Fuerzas Armadas adecuadas para garantizar la seguridad del pueblo, mantener una pol¨ªtica de defensa respetable. No queremos invadir ning¨²n pa¨ªs, pero tampoco que nos invadan a nosotros...", le interrumpo, entre ir¨®nico y risue?o, invadir Brasil me parece dif¨ªcil, presidente, una tarea casi tit¨¢nica, y ¨¦l impert¨¦rrito, "no se puede menospreciar la locura de algunos seres humanos, es preciso cuidarse". ?Cuidarse de qui¨¦n? No creo que sea de Ch¨¢vez ("un hombre muy inteligente, aunque a veces comete equivocaciones y ¨¦l lo sabe") ni de Evo ("un retrato de su pueblo, nadie lo representa mejor que ¨¦l; en el tema del petr¨®leo, yo comprend¨ª que Brasil ten¨ªa que pagar mejor a Bolivia, no pele¨¦ con Evo, porque ¨¦l ten¨ªa derecho") ni de Colombia, Argentina o Uruguay ("Brasil ha trabajado mucho con ellos para consolidar la democracia en su plenitud. Tenemos que generar una pol¨ªtica de confianza. La doctrina utilizada antes por las grandes potencias era considerar a Brasil como enemigo de Am¨¦rica Latina, la gran amenaza; nosotros estamos destruyendo esa visi¨®n negativa y demostrando en cambio que podemos ser su gran aliado").
En el ejercicio del poder soy un ciudadano, ?c¨®mo dir¨ªa...?, multinacional, multiideol¨®gico, ?no?
El lulismo, si es que existe, hunde sus ra¨ªces en el sindicalismo, la lucha como presi¨®n y el acuerdo como respuesta. "El llamado mundo desarrollado tiene que comprender que la geopol¨ªtica ha cambiado. La democratizaci¨®n de ?frica y el crecimiento de pa¨ªses como China, India y algunos de Am¨¦rica del Sur sugiere una nueva dimensi¨®n. Yo no quiero la guerra, soy un hombre de di¨¢logo, y en la cuesti¨®n nuclear Brasil tiene una pol¨ªtica muy definida. Quiero agotar hasta el ¨²ltimo minuto las posibilidades de un pacto con el presidente de Ir¨¢n para que pueda seguir enriqueciendo uranio, teniendo nosotros la tranquilidad de que s¨®lo lo va a utilizar para fines pac¨ªficos. Mi l¨ªmite son las decisiones de la ONU, a la que, por cierto, pretendo cambiar porque tal y como est¨¢ representa muy poco. ?Por qu¨¦ Brasil no es miembro del Consejo de Seguridad? ?Por qu¨¦ no lo es India? ?Por qu¨¦ no hay ning¨²n Estado africano? Si la ONU contin¨²a as¨ª de d¨¦bil, sin representatividad, con pa¨ªses con derecho de veto, nunca va a servir correctamente al gobierno global que se necesita".
Felipe Gonz¨¢lez dice que los ex presidentes son como los jarrones chinos. Todo el mundo en casa sabe que se trata de piezas valiosas que merece la pena conservar, aunque no necesariamente aprecian su belleza y la gente no sabe d¨®nde colocarlos: est¨¦n donde est¨¦n, siempre estorban el paso. A partir del pr¨®ximo mes de diciembre, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, uno de los pol¨ªticos m¨¢s carism¨¢ticos, admirados y sorprendentes del ¨²ltimo medio siglo, engrosar¨¢ esa colecci¨®n de grandes porcelanas. Los visitantes de los museos de cera venerar¨¢n su imagen, como la de Lincoln, la de Mandela, la de tantos grandes hombres capaces de surgir desde la nada. Lleno de vida, desbordante de ideas, no le imagino retirado en su piso de San Bernardo, compartiendo con sus vecinos las nostalgias de cualquier tiempo pasado. "El mejor servicio que puede prestar un ex presidente de la Rep¨²blica es el de estar callado, dejar gobernar a quien gane las elecciones y ¨¦l permanecer en silencio". Al buen callar llaman Sancho, pero yo no imagino as¨ª a Lula cuando hay tanto que denunciar, tanto que demandar, tanto que proponer. Entonces, quiz¨¢ se limite a estar ausente, o lejano. "Voy a salir del Gobierno habiendo cosechado un mont¨®n de pol¨ªticas exitosas y quiero compartir ese aprendizaje, esa aut¨¦ntica lecci¨®n vital, con pa¨ªses m¨¢s pobres de Am¨¦rica Latina y de ?frica. No s¨¦ si lo har¨¦ a trav¨¦s de una fundaci¨®n, porque en ning¨²n caso quiero emprender nada que no est¨¦ en consonancia con el Gobierno. S¨®lo quiero transmitir a los dem¨¢s la experiencia que adquir¨ª, porque los pobres no tienen acceso a los gobernantes, los pobres no van a los c¨®cteles, claro, y eso que no hay pol¨ªtico que gane una elecci¨®n hablando mal de ellos, puede denostar a los banqueros, a los grandes empresarios, pero a los pobres... de ninguna manera, en campa?a electoral un pobre es la cosa m¨¢s extraordinaria del mundo. Eso s¨ª, una vez que el candidato gana la votaci¨®n termina su mandato sin reunirse con un pobre ni una sola vez, s¨®lo sabe que existen por lo que lee en los peri¨®dicos, no hay interacci¨®n, no hay v¨ªnculo. Yo, las pr¨®ximas navidades, cuando mi periodo llegue a su fin, quiero invitar de nuevo a los cartoneros de S?o Paulo, hace ocho a?os que me re¨²no con ellos en palacio por esas fechas (tambi¨¦n lo he hecho con los sin casa, con los okupas), y hemos comprobado que esa gente no quiere parar de recolectar papel, pero aspira a una existencia m¨¢s digna, o sea, que organizamos cooperativas, centenares de ellas en todo Brasil, financiadas por el Estado, que permiten trabajar a cientos de miles de personas, capaces de llevar todos los d¨ªas a su casa algo que comer gracias al resultado de su trabajo".
Cuando todo eso suceda, el palacio presidencial ya habr¨¢ sido reconstruido. De momento, Lula se aloja en unas oficinas prestadas del centro cultural del Banco de Brasil mientras los operarios se esfuerzan en recuperar las ajadas estructuras de Planalto, cuya remozada construcci¨®n no pudo estar a punto para la celebraci¨®n del cincuentenario de Brasilia. Pero el pr¨®ximo 23 de diciembre el presidente se despedir¨¢ de sus cartoneros paulistas en los aposentos elegantes y sobrios destinados al primer magistrado de la naci¨®n. Quiz¨¢ lo haga pensando, como Sancho en su partida, que "saliendo yo desnudo como salgo, no es menester otra se?al para dar a entender que he gobernado como un ¨¢ngel". Seguro estoy, al menos, de que el cronista de ese momento venidero podr¨¢ de nuevo relatarlo con las mismas palabras de Cervantes: "Abraz¨¢ronle todos, y ¨¦l, llorando, abraz¨® a todos, y los dej¨® admirados, as¨ª de sus razones como de su determinaci¨®n tan resoluta y tan discreta". Vale.
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