Libros de ocasi¨®n
?Y qu¨¦ piensas del libro electr¨®nico? Es la pregunta obligada en los que parecen ser los ¨²ltimos tiempos de una era que acaba, la era de lo que pesa y de lo que puede sostenerse con las manos, de lo material. Y las palabras, lo m¨¢s intangible de nuestro ser, son las primeras que se han colado en el futuro. Se han liberado de la tinta y del papel, de la caligraf¨ªa, se han alejado de la mano y del "pu?o y letra" de sus due?os. Escribimos y leemos en la nada, y en la nada cualquier cosa, por importante que sea, puede desaparecer sin dejar la m¨¢s m¨ªnima huella, ni siquiera cenizas.
?C¨®mo ser¨¢ ese nuevo mundo del libro? ?Se conservar¨¢ la cadena humana que va del escritor al editor (a veces pasando por un agente literario), la comunicaci¨®n, el marketing, la distribuci¨®n... hasta que las manos del librero le entregan al lector el "hecho consumado", como llama Horacio Quiroga a la obra literaria. Hasta ahora el libro no s¨®lo es le¨ªdo, sino tocado, tra¨ªdo y llevado, paseado, mirado, zarandeado por el viento y descolorido por el sol. Si uno no recuerda el t¨ªtulo, puede acordarse de la portada. Y adem¨¢s tiene color, peso, volumen, y lo que parece m¨¢s importante para todo el mundo, olor. Perder el libro en papel es perder un olor que ninguna otra cosa tiene. El libro es como una casa, con una puerta de entrada que es la tapa. Por esa puerta entramos en historias que s¨®lo ocurren all¨ª dentro, en vidas que no mueren aunque mueran en la trama, en amores imposibles y en mundos m¨¢s comprensibles que el nuestro por fant¨¢stico que sea. Pero sobre todo por esa puerta se entra en otra mente que nos tranquiliza porque, aunque sea una mente rusa, checa, francesa, inglesa o china la entendemos y nos crea la sensaci¨®n de no estar solos ni ser bichos raros. Porque resulta que siempre hubo alguien que antes, a veces cientos de a?os atr¨¢s y en el otro extremo del planeta, sinti¨® lo mismo que nosotros.
Estamos saltando de era, estamos pasando de lo material a lo intangible de una manera asombrosa
Pero estos mundos con puertas de carton¨¦ o blandas irremediablemente se perder¨¢n "como l¨¢grimas en la lluvia". As¨ª que no est¨¢ dem¨¢s acercarse por la Feria del Libro Antiguo y de Ocasi¨®n, en el paseo de Recoletos. No es un lugar s¨®lo para bibli¨®filos en busca de esa joya que se les hab¨ªa escapado. Es tambi¨¦n un desfile de la nostalgia para los m¨¢s lectores y para los menos, porque ?qui¨¦n no ha le¨ªdo alg¨²n tebeo en su vida? Pues esas vi?etas se las encontrar¨¢ all¨ª como salidas de nuestro propio recuerdo infantil. Libros con el precio de 10 pesetas anotado en el pasado por alguien que no se pod¨ªa imaginar que ahora cayera en nuestras manos. Huellas del tiempo.
Casi nunca voy buscando nada determinado, suelo acercarme a esta feria a mirar y al final vuelvo cargada porque me voy encontrando con una tentaci¨®n tras otra, con libros que han vivido mucho, con una personalidad irresistible. Lo que me lleva a pensar que no hay que deshacerse de ning¨²n libro de papel porque en unos a?os todos estar¨¢n aqu¨ª, bajo las sombras del paseo de Recoletos. Estamos saltando de era, estamos pasando de lo material a lo intangible de una manera asombrosa, como en su d¨ªa se salt¨® de la tablilla de arcilla al papel. La levedad, como nos anunci¨® Italo Calvino en esa maravillosa lecci¨®n de literatura Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio, es la tendencia, no solamente en narrativa y en su soporte, sino tambi¨¦n en la ropa, en el transporte, los muebles, los mensajes pol¨ªticos y de todo tipo, la comida, los cuerpos. Nos movemos hacia lo ligero. Puede que nos estemos moviendo hacia el esp¨ªritu por aquello que dec¨ªa Juan Luis Vives de que "el alma es casi nada". ?Hay algo m¨¢s ligero o leve que el alma?
Tal vez al despojar al libro de las tapas, el papel, el olor y el tacto nos quedemos con su alma. Puede que ya estemos preparados para ir a lo esencial sin el caramelo del envoltorio. No parece que haya vuelta atr¨¢s, la cadena tal como la conocemos se romper¨¢. Y dicen que "el hecho consumado" no lo ser¨¢ tanto porque el lector en el libro digital tendr¨¢ la oportunidad de alterar la historia, de darle otro final..., lo que por otra parte siempre ha hecho el lector con su imaginaci¨®n, no es nada nuevo, hay tantas lecturas de un libro como lectores. Eso s¨ª, ahora que no podemos vivir sin una pantalla delante, ahora que cuando no nos perdemos en el ordenador nos embebemos en el m¨®vil y que nos sentimos desamparados sin estar conectados a la nada, el e-book y todos sus hermanos pueden ser un gran consuelo.
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