La credibilidad del euro
La decidida acci¨®n del BCE, los pa¨ªses del euro y el FMI es un cambio hist¨®rico en la relaci¨®n entre la pol¨ªtica monetaria conjunta y las pol¨ªticas fiscales nacionales. Ahora, hay que aplicar los cortafuegos dom¨¦sticos
Hace diez a?os, en el albor del euro, nos dec¨ªamos que en 2010 la Uni¨®n Europea iba a ser "la econom¨ªa del conocimiento m¨¢s din¨¢mica y competitiva del mundo" (Lisboa, 2000, y Barcelona, 2002, dixit), que una de las bases de este crecimiento creativo iba a ser la estabilidad macroecon¨®mica, sustentada por la pol¨ªtica monetaria rigurosa del nuevo Banco Central Europeo y la disciplina fiscal de los pa¨ªses miembros, signatarios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. En voz baja, tambi¨¦n reconoc¨ªamos que ¨¦ste era el camino para dejar de ir a la zaga de Estados Unidos y para no acabar a la zaga de China y otras econom¨ªas emergentes.
Hace diez a?os, los aguafiestas del otro lado del Atl¨¢ntico preconizaban que la Uni¨®n Monetaria Europea iba a crear conflictos entre sus miembros e incluso amenazar la estabilidad y paz mundial (Martin Feldstein, presidente del National Bureau of Economic Research, dixit).
Las reestructuraciones inteligentes de deuda son un buen instrumento para la insolvencia
Cuando el 2 de mayo del 2008 se celebr¨® el d¨¦cimo aniversario de la hist¨®rica decisi¨®n de introducir el euro s¨®lo se hablaba de "¨¦xitos y retos". Los ¨¦xitos acallaban los malos augurios y los retos ciertamente no se refer¨ªan a la crisis que, sin avisar, se avecinaba. Dos a?os m¨¢s tarde, en plena tragedia griega, no son las copas de cava las que se alzan para celebrar el euro, sino las voces de alarma y los tipos de inter¨¦s de las deudas europeas.
Muchas de las voces que se alzan dicen que Grecia no estar¨ªa como est¨¢ si contratase con dracmas y no con euros. Entre estas voces est¨¢n las de los aguafiestas de anta?o y tambi¨¦n las de los neo-euroesc¨¦pticos. Los primeros contin¨²an preconizando "la ca¨ªda de la Uni¨®n Monetaria Europea", los segundos -menos mesi¨¢nicos y m¨¢s pragm¨¢ticos- dicen que el euro ha sido una mala idea pero que lo mejor es no romper la Uni¨®n Monetaria Europea (Paul Krugman dixit). Ante estas voces, los defensores del euro repiten su mantra: "Estabilidad de precios y disciplina fiscal". Aunque entre ellos tambi¨¦n los hay que dicen que con el mantra no basta. No les enga?ar¨¦: me encuentro entre estos ¨²ltimos. Pero volvamos a la historia del euro y el dracma.
Cierto: si Grecia no estuviese en la zona euro, el dracma ya se habr¨ªa devaluado. Es impensable que, para mantener el tipo de cambio entre el dracma y el euro, Grecia hiciera lo que hace un par de a?os hizo Latvia. Es decir, un plan de recortes y austeridad, parecido al que ahora ha aprobado el Parlamento griego, que ha llevado a Latvia a una contracci¨®n del 25% y una tasa de paro del 22%. Con la devaluaci¨®n Grecia hubiese reducido su deuda -presumiblemente denominada en dracmas- y tambi¨¦n hubiese reducido los costes laborales (en t¨¦rminos de euros). Ahora bien, tambi¨¦n hubiesen aumentado los costes de los productos importados, como la gasolina y, en cierta forma, todos los contratos en dracmas hubiesen incumplido sus promesas. Es decir, no s¨®lo la deuda griega (en dracmas) habr¨ªa perdido credibilidad, sino tambi¨¦n la moneda que, para bien o para mal, incumbe de forma m¨¢s generalizada a la sociedad. En plena tragedia griega es justo preguntarse si tanto vale la credibilidad de una moneda.
Pero la credibilidad cuenta... especialmente cuando uno no tiene armas, u otros recursos, para defender su p¨¦rdida. Sin dichos recursos, mejor aprender la lecci¨®n y evitar mayores tragedias. Desafortunadamente, la devaluaci¨®n es una mala ense?anza. En lo que tiene de quiebra encubierta, esconde los errores y deficiencias (corrupci¨®n y evasi¨®n fiscal, promesas excesivas de un Estado de bienestar en bancarrota, rigideces en los mercados, etc¨¦tera) que han llevado a la quiebra. Es por esta raz¨®n que hist¨®ricamente los episodios de "devaluaci¨®n forzada o competitiva" han tendido a repetirse y los pa¨ªses protagonistas han debido de pagar muy caro sus deudas. Y es por ello que dichos pa¨ªses no son buenos compa?eros en mercados abiertos e integrados. Si en el mercado ¨²nico europeo Grecia no deber¨ªa de recurrir a la devaluaci¨®n del dracma para solucionar sus problemas presupuestarios, en la zona euro simplemente no puede hacerlo. A no ser que convenza a los dem¨¢s socios, cosa tambi¨¦n impensable. As¨ª que la cuesti¨®n es si, y c¨®mo, va a aprender la lecci¨®n. Con la ayuda -perd¨®n, l¨ªnea de cr¨¦dito- del Euro-FMI, y la aprobaci¨®n del correspondiente plan de austeridad, la lecci¨®n est¨¢ servida, ?o no? Ni los mercados financieros, ni los manifestantes en la calle, se lo acaban de creer... y puede que tengan raz¨®n: no es, ni va a ser, tan autom¨¢tico.
Aqu¨ª hay que volver al "euro mantra" y sus protagonistas. Ciertamente se ha perdido un tiempo muy valioso en dilucidar si el mantra quer¨ªa decir que "all¨ª te las arregles con tus problemas de deuda", o que, supuestamente por su propio bien, "los ciudadanos del euro se deben mostrar solidarios y venir en tu ayuda". Finalmente, la segunda decisi¨®n se ha adoptado, aunque no case muy bien con el "euro mantra".
Pero m¨¢s que en la lentitud y titubeos, el problema ha estado en plantearse una dicotom¨ªa falsa. Si bien no es parte de las normas del euro el sufragar los desequilibrios presupuestarios de los miembros (al contrario, las normas establecen criterios de c¨®mo las cuentas deben cuadrar), hay, o ha habido, una norma impl¨ªcita en el contrato del euro: la Europa del euro no es la Am¨¦rica Latina de las devaluaciones y quiebras. Es por esta raz¨®n que la duda crea alarmas y es tan contagiosa. Es por esta raz¨®n que tiene sentido que los protagonistas del euro intervengan. Pero aqu¨ª el mantra puede jugar malas pasadas: no ofrece ninguna gu¨ªa para intervenir. O mejor dicho, su ¨²nica gu¨ªa es decir "con nuestra ayuda y el plan de austeridad todo se va a arreglar y es por esto que lo hacemos". Esta actitud quijotesca tambi¨¦n crea dudas, alarmas y contagios. Como tambi¨¦n las crear¨ªa la recomendaci¨®n keynesiana-krugmaniana de derramar todos los euros que hagan falta hasta que las aguas se calmen.
Aunque no estemos en la situaci¨®n de la Am¨¦rica Latina de d¨¦cadas pasadas, nuestras gu¨ªas -por ejemplo, de pol¨ªtica fiscal y monetaria- han de saber contemplar crisis e incertidumbres. Saber proponer corta-fuegos cuando la pol¨ªtica naturista de dejar que los incendios sigan su curso parece humanamente demasiado costosa. Pero los cortafuegos hay que hacerlos a tiempo, con decisi¨®n, amplitud e inteligencia. Esto tanto vale para recortes y reformas socio-econ¨®micas, como para suspensiones parciales o renegociaciones de deuda. Palabras tab¨², pero muy posiblemente para lo que va a servir la l¨ªnea de cr¨¦dito Euro-FMI va a ser para hacer m¨¢s llevadera la reestructuraci¨®n de la deuda p¨²blica griega, no para sostenerla, aunque ya me gustar¨ªa equivocarme. Posiblemente hubiese sido mejor plantearlo de esta forma.
Se debe desarrollar una gu¨ªa de c¨®mo afrontar los problemas de insolvencia dentro de la Uni¨®n Monetaria Europea y adecuar las instituciones a ella. Esta gu¨ªa se debe basar en las experiencias de reestructuraci¨®n de las deudas, m¨¢s que en la idea de crear un fondo que pueda asegurar a pa¨ªses contra sus propias debilidades. La experiencia tanto de los pa¨ªses que han suspendido pagos o reestructurado sus deudas en las ¨²ltimas d¨¦cadas, como de los pa¨ªses que han seguido planes parecidos al aprobado por el Parlamento griego, muestra que la forma y el tiempo para salir de la crisis depende totalmente de c¨®mo las ayudas y las reformas se complementen para regenerar las econom¨ªas. Ni son suficientes los cheques en blanco, ni simplemente cortar por lo sano.
En Grecia el incendio ya ha arrasado m¨¢s de lo necesario. En Espa?a y otros pa¨ªses del euro caminamos sobre brasas que con poco viento se pueden incendiar. Ya se ha perdido demasiado tiempo. Es el momento de hacer cortafuegos, de definir una nueva gu¨ªa para la credibilidad del euro y, en consonancia, reforzar la pol¨ªtica econ¨®mica del euro.
La acci¨®n decidida del Banco Central Europeo, conjuntamente con los pa¨ªses de la zona euro y el FMI, de aumentar las facilidades de cr¨¦dito a l¨ªmites hasta hace poco impensables (720.000 millones de euros) representa un cambio hist¨®rico en la relaci¨®n entre la pol¨ªtica monetaria conjunta y las pol¨ªticas fiscales nacionales. A partir de aqu¨ª no quedan muchos caminos intermedios: o los cortafuegos nacionales se aplican o es el euro quien pierde la credibilidad, ya que si no se reestablecen los presupuestos la salida va a ser la monetarizaci¨®n de estos compromisos. La acci¨®n decidida del 10 de mayo ofrece elementos para una gu¨ªa de salida, pero toda gu¨ªa contra incendios tambi¨¦n establece que hay riesgos que no se deben tomar, que la insolvencia no siempre se debe cubrir con ayudas sino con reestructuraciones de deuda inteligentes.
Ram¨®n Marim¨®n es director del Max Weber Programme of Economics de la European University Institute y profesor de la Universitat Pompeu Fabra.
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