Un prescindible 'Robin Hood'
Se supone que hay desmesurada competencia para que el todopoderoso Festival de Cannes y la grandiosa plataforma publicitaria que implica escoja la pel¨ªcula que abre el certamen. En decisi¨®n tan ardua es fundamental el prestigio del director de la obra, pero tampoco viene mal que est¨¦ protagonizada por aut¨¦nticas estrellas y que sea un producto digerible para todo tipo de p¨²blico, ya que en las 11 jornadas restantes habr¨¢ m¨²ltiples muestras de otro tipo de cine: experimental, arriesgado, herm¨¦tico, simb¨®lico, anticonvencional, ex¨®tico, destinado al intelectualizado paladar de ciertas tribus y a los rigurosos an¨¢lisis de una cr¨ªtica practicada como si fuera una religi¨®n solemne.
La creatividad del director de 'Alien' hace tiempo que se sec¨®
Este a?o han elegido Robin Hood, una superproducci¨®n que lleva la firma de Ridley Scott, se?or con permanente olfato para averiguar las demandas tem¨¢ticas del mercado y crear espect¨¢culo al gusto de un p¨²blico masivo. Su ambici¨®n art¨ªstica y el hacerla compatible con el leg¨ªtimo derecho a llenar las salas tienen mucho m¨¦rito. Tambi¨¦n su habilidad para moverse heterodoxamente y con sabidur¨ªa t¨¦cnica en g¨¦neros que gozan de ancestral aceptaci¨®n entre los espectadores, como las aventuras, el policiaco, el cine hist¨®rico o la ciencia-ficci¨®n. Pero existe algo decepcionante desde hace mucho tiempo en el cine de este hombre, y es que nos acostumbr¨® al principio de su carrera a las obras maestras, a una creatividad deslumbrante que hace mucho tiempo que se sec¨®. Scott fue el autor de pel¨ªculas tan excepcionales como Los duelistas, Alien, Blade runner y Thelma y Louise. Por razones tan s¨®lidas siempre esperas de ¨¦l algo memorable, pero en vano, aunque la taquilla le bendiga casi siempre y le llovieran un mont¨®n de oscars a Gladiator.
En Robin Hood, Scott se imita a s¨ª mismo, se remite a la narrativa y al tratamiento de personajes que utiliz¨® en Gladiator y vuelve a retomar la ¨¦poca y las circunstancias hist¨®ricas que recre¨® en El reino de los cielos. El cine nos ha descrito en infinitas ocasiones la historia del arquero proscrito que robaba a los ricos en el bosque de Sherwood y era idolatrado por los pobres. Al pertenecer este hombre a la leyenda, la imaginaci¨®n ha podido interpretar su existencia como le diera la gana, pero se ha centrado fundamentalmente en sus haza?as al rebelarse contra el rey Juan sin Tierra, indigno sucesor en el trono de su hermano Ricardo Coraz¨®n de Le¨®n. Scott y el guionista Brian Helgeland, intentando ser originales en su retrato del mito, se dedican a contarnos los antecedentes de su enfrentamiento a la tiran¨ªa. Con poca gracia, en 140 minutos que se me hacen bastante largos, algo imperdonable trat¨¢ndose de un personaje como Robin Hood y de una trama de aventuras.
Nos describe de forma tan correcta como ins¨ªpida el retorno a Inglaterra despu¨¦s de haber luchado en las Cruzadas de un cuarent¨®n tan quemado como legal, la amarga comprobaci¨®n de que en su ausencia todo ha ido a peor para el oprimido pueblo y para algunos nobles que intentan mantener la dignidad, que la patria est¨¢ en peligro debido a los gobernantes corruptos y a la invasi¨®n que va a perpetrar el Ej¨¦rcito franc¨¦s ayudados por un traidor que goza de la confianza del desp¨®tico rey de Inglaterra. Tambi¨¦n cuenta con escaso nervio el conocimiento y la problem¨¢tica relaci¨®n que establecen el heroico Robin y la en¨¦rgica Marian. Pretende haber de todo en esta historia, desde amores dif¨ªciles a una batalla espectacular concebida como si fuera el desembarco de Normand¨ªa, desde realismo lujoso a villanos pretendidamente tenebrosos, desde una ambientaci¨®n primorosa a un lenguaje m¨¢s preocupado por la credibilidad de situaciones y de personajes que por la acumulaci¨®n de efectos digitales. A pesar de cosas tan loables, la pel¨ªcula est¨¢ desprovista de tensi¨®n, sentido de la aventura, humor, dramatismo y sentimiento. Es un producto de apariencia impecable, pero falto de vida. El repetido registro de Russell Crowe ya me lo s¨¦ de memoria y empieza a fatigarme. S¨®lo consigo retornar a esa trama presuntamente vitalista y ¨¦pica cuando aparece Cate Blanchett, esa excelente actriz y atractiva mujer de la que es imposible desentenderte.
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