No se puede
Tiene raz¨®n Isabel Cela¨¢ cuando afirma que en la escuela "no se puede hablar del terrorismo ni de v¨ªctimas del terrorismo de forma clara". Ni de forma clara ni de forma oscura, y lo que sorprende son las pegas que la totalidad de las fuerzas nacionalistas est¨¢n oponiendo al Plan de Convivencia Democr¨¢tica y Deslegitimaci¨®n de la Violencia. Esgrimen en su contra razones peregrinas. Est¨¢, por una parte, la raz¨®n del agravio: todo cambio sobre lo ya aprobado en este terreno por el anterior Gobierno los solivianta; es como si alguien les levantara las alfombras. Curiosa paradoja ¨¦sta de quedar en evidencia por no querer quedar en evidencia.
Tenemos luego el asunto de la deslegitimaci¨®n, contra el que se ha arg¨¹ido que su menci¨®n vendr¨ªa a acusar a la escuela de haber legitimado la violencia previamente y a obligarla a entonar una especie de mea culpa. Me faltan adjetivos para calificar esta confusi¨®n de planos. No es la escuela la que ha legitimado la violencia, pero es un hecho que entre nosotros la violencia ileg¨ªtima, la del terror, ha disfrutado de un halo justiciero en perjuicio de aqu¨¦lla que se le opon¨ªa, la leg¨ªtima de las fuerzas de seguridad, inversi¨®n que ha sido un lastre tambi¨¦n para denunciar los excesos de esta ¨²ltima: la descalificaci¨®n generalizada suele servir para ocultar las infracciones reales. Y para dejar inerme a la sociedad entre los posibles excesos de una -la leg¨ªtima- y el consentido hostigamiento de la otra -la ileg¨ªtima-. Deslegitimar la violencia significa, ante todo, clarificar estas cosas.
Se le han reprochado tambi¨¦n al plan sus referencias al Estado constitucional. Sin embargo, se pretende que el plan hable de derechos humanos y que incluya la violencia pol¨ªtica como un caso m¨¢s de la violaci¨®n de estos ¨²ltimos. Esto es como hablar entre nubes, porque s¨®lo el Estado constitucional puede garantizar mis derechos y la diferencia de criterios de los ciudadanos, incluso de aquellos que afectan a la propia naturaleza del Estado. ?De qu¨¦ derechos podemos hablar a nadie si ignoramos el ¨¢mbito en el que pueden hacerse efectivos? Cuando nuestro ¨¢mbito institucional y su marco legislativo se reducen a nada, las puertas quedan abiertas para quien quiera asaltarlos.
Y se pretende incluir la violencia pol¨ªtica, la nuestra, como un caso m¨¢s de violaci¨®n de derechos humanos. Es nuestro caso espec¨ªfico, si se me permite la expresi¨®n, y es adem¨¢s el que entre nosotros carece de expresi¨®n, aqu¨¦l del que nos resistimos a hablar. En el reportaje del pasado domingo de Juan Jes¨²s Azn¨¢rez se les daba la voz a unos concejales del PSE y del PP. Las experiencias de Joseba Markaida y de Bego?a Pereira eran sobrecogedoras. ?Por qu¨¦ los persiguen? Todos conocemos la respuesta a esa pregunta. ?No ser¨¢ eso lo que pretenden, evitar las resistencias al Plan de Convivencia Democr¨¢tica, que el esc¨¢ndalo de esa respuesta se d¨¦ a conocer y se haga evidente a las nuevas generaciones? ?Ay, la sombra del ¨¢rbol!
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