La historia eterna de Rama
La tradici¨®n hind¨² ha producido dos grandes epopeyas, el Mahabharata y el Ramayana, de cien mil versos, la primera, recogida por el sabio Vyasa; de veinticuatro mil, la segunda, atribuida a Valmiki. Aunque hayan ido compil¨¢ndose con anterioridad al inicio de nuestro calendario, ambas son obras vivas, actualmente, en India. En 1987, la versi¨®n televisiva, en hindi, del Ramayana tuvo una audiencia masiva (se calcula unos ochenta millones de telespectadores). En la pen¨²ltima semana de febrero, cada a?o, desde tiempos inmemoriales, durante cinco d¨ªas, tiene lugar el Ram Lila, la fiesta (o el juego: lila) de Rama. En esa ¨¦poca, el Ramayana se representa en pueblos y ciudades. Versiones cultas o populares, ¨ªntegras o resumidas, la historia de Rama vive en la mente de todos. No hay nadie que no conozca las haza?as del pr¨ªncipe Rama y la virtud de su esposa Sita, el rapto de ¨¦sta por el demonio Ravana, y las dotes m¨¢gicas del mono Hanuman, hijo de Vayu, el dios del viento, con cuya ayuda Rama destruye la ciudad de Lanka y libera a su amada. No hay quien no llore, a¨²n, al ver c¨®mo Sita, para probar su virtud, entra en el fuego y sale indemne de ¨¦l. No hay quien no salga m¨¢s ¨ªntegro al ver la entereza de los personajes en el cumplimiento de su dharma (su deber, acorde con la ley social).
Que el nombre de Rama es la verdad significa, simplemente, que es inamovible
Versiones populares o cultas, resumidas o ¨ªntegras, la historia de Rama vive en la mente de todos
Tan intenso es el papel que juega esta epopeya en la vida de los habitantes de India que ha podido ser utilizada por ciertos dirigentes de partidos pol¨ªticos para la exacerbaci¨®n nacionalista de algunos. Tan intenso, que el nombre de Rama se utiliza para acompa?ar a los muertos en el camino hacia el lugar de cremaci¨®n (Rama nama sathya he: el nombre de Rama es la verdad). Ser¨ªa f¨¢cil acudir a las ideas consabidas: la ingenuidad de los pueblos "primitivos", etc¨¦tera. El etnocentrismo es una viga que nos atraviesa la mirada. ?Acaso no vivimos, nosotros, la cultura de la imagen, presos en nuestras representaciones? ?Acaso no pensamos tal y como nos dictan nuestros mitos? ?Desde qu¨¦ mitos juzgamos los ajenos, desde qu¨¦ reglas, las de otros? Y ?no ser¨¢ mayor ingenuidad la nuestra, que a la verdad damos un solo nombre? Que el nombre de Rama es la verdad significa, simplemente, que es inamovible. Es la funci¨®n de todo mito (ll¨¢mese historia, cuento o religi¨®n) formar memoria colectiva. En la memoria, las cosas permanecen iguales a s¨ª mismas, y su repetici¨®n permite el reconocimiento. Como los ni?os, antes de dormir. El que no tiene cuento, enferma.
Estamos muy acostumbrados, en la cultura occidental, a considerar, contra toda evidencia, que el mundo en el que estamos es s¨®lido, y nuestra existencia, real. No obstante, en India, la cosa se invierte. Desde el momento en que se entiende que la realidad (este mundo en el que estamos) es ilusoria, la realidad de la ficci¨®n cobra mayor solidez. Es m¨¢s f¨¢cil, entonces, creer en un mito, que es una realidad estable, que en la cambiante deriva en la que transcurre nuestra existencia. Es tan sencillo como esto. Cualquier realidad, por ello, por el hecho de ser representada, adquiere valor de verdad.
Necesidad de referente y metaf¨ªsica de la ilusi¨®n son dos de los motivos por los que la representaci¨®n posee tanto atractivo, pero hay un tercero: la necesidad de placer, ese placer especial que se obtiene al o¨ªr una historia o verla representar. Esta necesidad no s¨®lo est¨¢ presente en los ni?os, lo est¨¢ en todos nosotros, y se acrecienta en la cultura global, encaminada -y ¨¦ste es un riesgo- a construir con esos medios valores que ser¨¢n de todos y para todos.
El Ramayana no es s¨®lo una epopeya; tambi¨¦n y, sobre todo, es un poema. Puede ser cantado, y representado. ?sta era la funci¨®n del poema en la antig¨¹edad, la de ser o¨ªdo, y en India hay una estrecha correlaci¨®n entre la escritura po¨¦tica, la m¨²sica y la danza, que se combinan en la dramaturgia, considerada, por ello, la principal de las artes. De ah¨ª que, desde muy temprano, se formasen escuelas de pensamiento que tratasen de po¨¦tica y dramaturgia. El Ramayana tiene una importancia crucial para ello, por un pasaje del segundo cap¨ªtulo de la parte primera, donde Valmiki, introduci¨¦ndose a s¨ª mismo como personaje, cuenta que, paseando por la orilla del r¨ªo Tamasa, se encontr¨® con una pareja de garzas apare¨¢ndose. En ese instante, la flecha de un cazador atraves¨® al macho y la hembra lanz¨® un grito de dolor. Valmiki, lleno de compasi¨®n, maldijo as¨ª al cazador, pero, apenas hubo hablado, admirado, se percat¨® de que aquellas palabras eran versos de cuatro pies que armonizaban con la escala musical de la vina. Como hab¨ªan surgido de la pena (soka), a ese nuevo metro le dio nombre de sloka.
Dicho episodio marca a un tiempo el origen del Ramayana, el de la m¨¦trica s¨¢nscrita y el de la primera teor¨ªa del gusto est¨¦tico, que, iniciada por el Tratado de la dramaturgia (Natyasastra) de Bharata en el siglo II, formar¨ªa escuela en Cachemira entre los siglos VIII y XI y se ocupar¨ªa principalmente de las causas del gusto por la representaci¨®n. El concepto m¨¢s importante de esta teor¨ªa es el de rasa: sabor o esencia que se destila y se paladea por efecto de la transformaci¨®n de las emociones.
El drama es, en India, una ense?anza sagrada, es el quinto veda, aquel al que, a diferencia de los otros cuatro, tienen acceso todos los seres humanos, independientemente de la casta a la que pertenezcan. As¨ª como en la representaci¨®n, as¨ª el mundo en el que vives, nos viene a decir. As¨ª como entras y sales de aqu¨¦l, as¨ª entras y sales de este otro al que crees m¨¢s real. De la misma manera que te has emocionado con los personajes que salieron a escena, as¨ª es como te emocionas dentro de tu personaje. El mundo es representaci¨®n, el gran juego del brahman en el que t¨², sin saberlo, participas.
Chantal Maillard (Bruselas, 1951) ha publicado recientemente Hainuwele y otros poemas (Tusquets) y La tierra prometida (milrazones).
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