Estado de excepci¨®n
Europa vive desde la madrugada del lunes en un estado de excepci¨®n, decretado en una hist¨®rica reuni¨®n en Bruselas, cuyas extraordinarias consecuencias nos pasman. La sacudida de la crisis de Grecia ha azotado al sur del continente, fundamentalmente a Espa?a, pero tambi¨¦n en cascada a Portugal, que ha redoblado su plan de ajuste. Grecia ya vive de prestado y con su econom¨ªa intervenida. Tres gobiernos socialdem¨®cratas, un color casi excepcional en la UE tras el triunfo de Cameron en el Reino Unido con la hist¨®rica coalici¨®n conservadora/liberal, se han visto obligados a abandonar en gran medida sus programas sociales que hab¨ªan prometido, el caso de Zapatero es muy evidente, no tocar. "No realizar¨¦ ajustes dr¨¢sticos en el gasto porque pondr¨ªamos en peligro el crecimiento econ¨®mico".
Lo sensato ser¨ªa convertir la crisis en la oportunidad para acelerar la integraci¨®n continental
No somos Grecia, pero el plan de rescate con el fondo de 750.000 millones de euros parece un traje a medida de los desequilibrios fiscales de Espa?a y de otros pa¨ªses sure?os, pero que tambi¨¦n podr¨ªa vestir m¨¢s al norte a Reino Unido, con un d¨¦ficit presupuestario similar al griego. Londres y Par¨ªs han sacado tambi¨¦n la podadora.
Est¨¢ en juego el modelo de bienestar europeo, el contrato social que nos define, cuya supervivencia, que consideramos como un derecho fundamental adquirido, s¨®lo puede asegurarse con el crecimiento econ¨®mico. Estamos en el momento Churchill del sangre, sudor y l¨¢grimas, que tanto hemos tratado de postergar. Pero nos asalta sin l¨ªderes europeos de peso semejante, con unas ciudadan¨ªas, por m¨¢s ricas, menos preparadas para aceptar sacrificios, y con la duda sobre si la cataplasma, recortar inversiones y salarios, no frenar¨¢ todav¨ªa m¨¢s la incipiente recuperaci¨®n asom¨¢ndonos a la deflaci¨®n. La percepci¨®n desatada por los mercados, la manada de lobos, de la posible extensi¨®n de la enfermedad griega a econom¨ªas m¨¢s grandes y cuya eventual desestabilizaci¨®n podr¨ªa acabar dando la puntilla a la banca europea y al euro, ha forzado la actuaci¨®n tajante de los pol¨ªticos.
Grecia era el canario en la mina, explica el gur¨² econ¨®mico Nouriel Roubini. Pero ha muerto presa del gris¨² y casi nadie piensa que a medio plazo no tenga que reestructurar su deuda. A sucesos excepcionales, una respuesta extraordinaria que, en opini¨®n del sesudo Frankfurter Allgemeine Zeitung, bordea una actuaci¨®n presa del p¨¢nico. Los alemanes ven resquebrajarse su fe en una pol¨ªtica monetaria estrictamente antiinflacionista. Han tenido que tragar que el BCE actu¨¦ a la norteamericana regando liquidez y convirti¨¦ndose en el banco de los despilfarradores del Club Med, que actuaron como si el euro fuera una tarjeta de cr¨¦dito. Su cultura de la estabilidad y el rigor es perdedora. El problema de liquidez de la UE estar¨ªa de momento resuelto. Pero no tanto el de la solvencia de algunas econom¨ªas a las que se les ha arrebatado la presunci¨®n de inocencia. Europa ha sido empujada a dejar de arrastrar los pies. Alemania, aunque en una leg¨ªtima defensa de sus intereses nacionales, tuvo una visi¨®n miope electoralista que ha concluido con la jibarizaci¨®n pol¨ªtica de Merkel y las dudas sobre Berl¨ªn como motor europeo. El denostado FMI ha tenido que acudir al rescate. Y Obama, que hab¨ªa desde?ado viajar a Madrid a la cumbre UE-EE UU se?alando el declinante peso de Europa en el nuevo reparto mundial, redescubre s¨²bitamente la importancia del viejo continente para los intereses norteamericanos.
Los ¨²ltimos acontecimientos ponen de manifiesto la redefinici¨®n del concepto de soberan¨ªa estatal en un escenario globalizado. Sin embargo, enredarse en una pelea teol¨®gica poniendo en primer plano las cr¨ªticas de protectorado y dejaci¨®n de la soberan¨ªa nacional, que asoman en Espa?a estos d¨ªas, s¨®lo conduce a la melancol¨ªa. Esta partida, como casi ninguna, no se juega ya en el terreno nacional. Sigamos la prescripci¨®n de Maquiavelo: "Cuando hacemos algo por necesidad, debemos presentarlo como si lo hici¨¦ramos por nuestra propia voluntad". Lo sensato ser¨ªa convertir la crisis en la oportunidad para acelerar la integraci¨®n continental con un salto en la uni¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica. Este proyecto hist¨®rico se lo merece. El optimismo de la voluntad justificar¨ªa el enorme parche fabricado para detener la crisis de la moneda ¨²nica, que por s¨ª mismo no soluciona el problema, s¨®lo lo aplaza. No debi¨¦ramos permitir, como escribe Christoph Schwennicke, en Der Spiegel, que Europa acabe donde comenz¨®: en Grecia.
fgbasterra@gmail.com
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