El 'hip-hop' de la tataranieta
La Mala Rodr¨ªguez se reencarna en una chica refinada y deja a sus fieles desconcertados
Menudo debate nacional (o, sin tanta hip¨¦rbole, sectorial) se ha organizado en torno al cuarto disco de La Mala Rodr¨ªguez. La rapera jerezana hab¨ªa ejercido hasta ahora de fierecilla callejera y deslenguada, pero Dirty bailarina, la entrega que desembarc¨® anteayer en las tiendas, juega a ser un trabajo mucho m¨¢s refinado, mel¨®dico, incluso comedido. Hasta se dir¨ªa que Mar¨ªa Rodr¨ªguez se apunta por momentos a las huestes del buenrrollismo, un gremio en auge pero a varios a?os luz, en teor¨ªa, de los territorios hip-hoperos. ?O no eran los rimadores esos tipos malencarados y con acusada tendencia a despotricar contra el pr¨®jimo y toda su familia? Ah, los insondables misterios de las tribus urbanas.
Sea como fuere, La Mala irrumpi¨® anoche en la Joy Eslava con la manifiesta intenci¨®n de renovar su fe por las aceras, el asfalto y la cr¨®nica urbana. Y jugaba en territorio propicio: la sala se encontraba atestada por seguidores que hab¨ªan conseguido su invitaci¨®n gracias a una iniciativa de la red social MySpace. Con todo y eso, las 13 canciones (una hora escasa) que despleg¨® la autora de Lujo ib¨¦rico dejaron una cierta sensaci¨®n de indiferencia. O, m¨¢s bien, desconcierto; como si la parroquia no tuviera muy claro a qu¨¦ carta quedarse.
Una denominaci¨®n tan rid¨ªcula como Dirty bailarina no parece el mejor indicio de una obra brillante. ?sta, en efecto, no lo es, por mucho que su autora la presente como -atenci¨®n- un viaje tem¨¢tico por el mundo que le tocar¨¢ vivir a su tataranieta. Hasta ahora pens¨¢bamos, en nuestra candidez, que los discos conceptuales eran The dark side of the moon o Sgt. Pepper's, hitos relevantes en la historia del g¨¦nero humano. Pero no, ahora resulta que en el lote tambi¨¦n podemos incluir t¨ªtulos como Por eso mato, que cualquiera dir¨ªa inspirados en el apasionante periplo vital de Bel¨¦n Esteban.
La Mala hab¨ªa ejercido hasta ahora el arte de la provocaci¨®n y el ingenio, como cuando en Toca toca rapeaba: "Dame un masajito en las sienes, cienes de veces, cienes". Su universo actual (o, al menos, el que concibe para los tataranietos) gravita, en cambio, alrededor de presupuestos mucho m¨¢s felices. La producci¨®n de Focus, el hombre detr¨¢s de Beyonc¨¦ o Dr. Dre, tiene algunas consecuencias inesperadas. El estribillo de Prima, por ejemplo, suena a puro soul-funk de finales de los a?os setenta, como si de un pr¨¦stamo de Chaka Khan se tratara. Un apunte geneal¨®gico: Focus es el hijo de Bernard Edwards, el fundador de Chic, y ciertas cosas se llevan en el mismito c¨®digo gen¨¦tico.
A falta de mensajes m¨¢s subversivos, Mar¨ªa s¨®lo anim¨® a su feligres¨ªa a gritar "Fuerte, fuerte" cuando alzaba el pu?o, un gesto en el que no se prodig¨®. Contrastaba su aspecto femenino, como de Barbie morena (vestido ¨ªnfimo, ce?id¨ªsimo y plateado), con los vaqueros anchos y remangados de Maryam, su rapera. Y acompa?¨® el tema m¨¢s tosco de su nuevo repertorio, Galaxia III, con un juego tenebrista de luces, como una versi¨®n poligonera de un cuadro de Caravaggio. En realidad, lo m¨¢s logrado del nuevo disco, No ser¨¦ yo, suena a ese pop aflamencado de quien colabora con Alejandro Sanz. La Mala comenz¨® suburbial, pero cualquier d¨ªa compartir¨¢ longitud de onda con Macaco. ?Error o evoluci¨®n? El debate sigue abierto.
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