Bajo el volc¨¢n
Adem¨¢s de ser el t¨ªtulo de una de las mejores novelas del siglo pasado, escrita por Malcolm Lowry, Bajo el volc¨¢n podr¨ªa ser la primera frase de una tragicomedia sobre nuestro presente. Me encuentro entre los miles de ciudadanos europeos afectados por las jugarretas del volc¨¢n. Eyjafjalla y, aunque en la adolescencia, como lector ferviente de Viaje al centro de la tierra, aprend¨ª a reconocer la importancia de los volcanes, nunca hab¨ªa imaginado que un volc¨¢n precisamente island¨¦s, como el del libro de Julio Verne, pondr¨ªa en jaque a nuestra poderosa tecnolog¨ªa moderna. Contrariado y esc¨¦ptico, como tantos otros, me he sumergido en el torbellino de retrasos y cancelaciones ?Qu¨¦ indignaci¨®n perder una cita en pleno siglo XXI por culpa de la ceniza de un volc¨¢n de nombre impronunciable situado a miles de kil¨®metros!
Cada vez que la madre naturaleza nos juega una mala pasada nos sentimos injustamente tratados, lo cual, si bien no es un acto de inteligencia, demuestra hasta qu¨¦ punto hemos ca¨ªdo en nuestra propia trampa al declarar domesticado el entorno que nos rodea. No es la ¨²nica lecci¨®n bajo la influencia del volc¨¢n. Estas ¨²ltimas semanas, los n¨¢ufragos del Eyjafjalla, atrapados en los aeropuertos mientras implor¨¢bamos el privilegio de poseer un billete de tren o un coche de alquiler, hemos tenido la ocasi¨®n de examinar muchos titulares de peri¨®dicos amontonados en las estanter¨ªas de los quioscos, y que coincid¨ªan en todo con el diario pacientemente le¨ªdo durante las interminables horas de espera: la incertidumbre de Europa no se manifestaba s¨®lo en los aires, con el tr¨¢fico colapsado, sino a ras de tierra, como un gigantesco pu?etazo en el est¨®mago. Malas noticias para nuestro bienestar ante las que sent¨ªamos tanta incredulidad como la que experiment¨¢bamos frente a los paneles electr¨®nicos en los que se dibujaba con insistencia la fat¨ªdica palabra cancelado.
Pero nuestra incredulidad tiene algo de teatral. Sab¨ªamos de antemano que el volc¨¢n pod¨ªa entrar en erupci¨®n en cualquier momento, y fing¨ªamos lo contrario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.