Pierrette Gargallo, una memoria esculpida en las vanguardias
Una muestra y la publicaci¨®n del cat¨¢logo razonado de sus dibujos rescatan al gran escultor del metal - Su hija atesora en Par¨ªs el legado de un artista ¨²nico
Para Pierrette Gargallo (Par¨ªs, 1922), Pablo Picasso es simplemente Pablo; Juan Gris, Juanito, y con Manolo se refiere a Manuel Hugu¨¦. De envidiable sentido del humor y sobrada energ¨ªa, la ¨²nica hija de Pablo Gargallo -revolucionario de la escultura y abanderado de la vanguardia espa?ola- Pierrette acaricia estos d¨ªas la realizaci¨®n de un sue?o de casi medio siglo: ver publicado el cat¨¢logo razonado de los dibujos de su padre.
La cosa tiene miga. La mayor parte de las piezas est¨¢n desaparecidas. Mar¨ªa Jos¨¦ Salazar, conservadora del Reina Sof¨ªa, ha realizado un herc¨²leo trabajo de investigaci¨®n. El resultado ser¨¢ presentado el martes en la sede santanderina de la Fundaci¨®n Bot¨ªn, en la que se exponen 70 dibujos, la mayor parte in¨¦ditos, todos representativos de las contradicciones de un artista excepcional.
La Fundaci¨®n Bot¨ªn expone en Santander 70 piezas, la mayor parte nunca vistas
"Mi padre y Picasso eran iguales. Bajitos, de poco pelo y ojos negr¨ªsimos"
La visita a Santander ser¨¢ una de las raras ocasiones que Pierrette abandone su preciosa casita de dos plantas en Issy les Moulineaux, al sur de Par¨ªs. Mientras prepara caf¨¦ cargado, se justifica: "Siempre est¨¢bamos mud¨¢ndonos. La m¨¢s bonita era la de Montparnasse, en la que ten¨ªamos una cabra, patos y varias gallinas. Pero tambi¨¦n hemos vivido en sitios bastante inc¨®modos. Me acuerdo de haber pasado noches en blanco por el ruido que hac¨ªa la lluvia sobre el techo de lat¨®n".
Est¨¢ ser¨¢ una de las pocas concesiones a los malos recuerdos de toda la conversaci¨®n. Incluso de las peores situaciones extrae una lectura c¨®mica. O cuando menos, comprensiva. Cuando muri¨® su padre, Pierrette solo ten¨ªa 12 a?os, pero le hab¨ªa sobrado tiempo para conocer a los grandes nombres de la Escuela de Par¨ªs. Los ve¨ªa pulular por las sucesivas viviendas familiares y discutir hasta las tantas. "De mi padre mantengo vivo el recuerdo de sus manos calentitas. Me daban una seguridad indescriptible. Era un hombre serio, taciturno".
?Era la ni?a mimada en medio de tama?a concentraci¨®n de talento? "Juan Gris era buen¨ªsimo. Muy guapo y t¨ªmido. Estuvo enamorado de mi madre, Magali Tartansson, y fue ¨¦l quien se la present¨® a mi padre en 1913. No deb¨ªa de ser celoso, siguieron siendo amigos...".
La amistad y compenetraci¨®n entre Picasso y Gargallo viene de Barcelona, de las tertulias de Els Quatre Gats. Y fue m¨¢s all¨¢ del mero cari?o. La decisi¨®n de encomendar su carrera al fr¨ªo y exigente metal la tom¨® Gargallo en 1907 durante uno de sus frecuentes viajes a Par¨ªs. Durmi¨® en un camastro del c¨¦lebre estudio del pintor malague?o en Bateau-Lavoir. Contempl¨® la pieza en la que trabajaba entonces Picasso, Las se?oritas de Avignon. El desasosiego invadi¨® a Gargallo; y su arte cambi¨® radicalmente. El cubismo pareci¨® la ¨²nica salida para su escultura. "Los dos Pablos eran muy iguales f¨ªsicamente. Bajitos, de poco pelo y ojos negr¨ªsimos", recuerda Pierrette, "de pocas palabras. Picasso ten¨ªa una mirada fort¨ªsima. No digo que te intimidara, pero casi. Y eso que a ¨¦l no le gustaban los ni?os. Era un triunfador nato. Todos reconoc¨ªan su fuerza y talento. Ten¨ªa tambi¨¦n una gran capacidad para asimilar propuestas y transformarlas en propias".
?Significa eso que Picasso no era generoso con sus compa?eros? "Al principio s¨ª lo era. Pero luego se hart¨®. Seguramente porque se abus¨®. Cuando se casaron mis padres, Picasso les regal¨® un dibujo que, aunque no quer¨ªan, tuvieron que vender para pagarse un viaje a Espa?a. En la estaci¨®n estaba el propio Picasso esper¨¢ndoles para regalarles uno nuevo". La cruz de los recuerdos picassianos se produjo cuando madre e hija no paraban de socorrer a refugiados de la Guerra Civil espa?ola. "En nombre de nuestra amistad, me present¨¦ sola a pedirle ayuda. Me contest¨® que lo ¨²nico que me pod¨ªa dar era la camiseta sudada que llevaba puesta. Sal¨ª desolada, pero entend¨ª que en esos a?os todos tir¨¢bamos de ¨¦l".
No fue la ¨²nica contienda de una mujer atravesada por el siglo XX. Durante II Guerra Mundial, Pierrete y su madre, junto a la mayor parte de artistas y escritores, se fueron al sur, cerca de los Pirineos. "Nos fuimos andando, hasta C¨¦ret. All¨ª estaban amigos nuestros como los Artigas, Raoul Duffy, Jean Cassou, Manolo Hugu¨¦. Parec¨ªa que est¨¢bamos tranquilos, pero como mi mam¨¢ era de las que no se callaban y sus principios pol¨ªticos eran contundentes, nos denunciaron unos soldados de Petain y acabamos en un campo de concentraci¨®n en el que hab¨ªa ocho barracones. All¨ª estuvimos tres meses. Hay que pensar en todas esas personas que murieron de aquella manera y pasaron calamidades terribles. Lo nuestro, al lado de aquellos dramas, no fue nada".
A estas alturas ya est¨¢ claro; pocas cosas encienden el ¨¢nimo de Pierrette Gargallo. Y una de ellas es la rivalidad entre su padre y Julio Gonz¨¢lez, el otro gran cruzado de la escultura de vanguardia espa?ola. "Mi padre empez¨® mucho antes a trabajar el hierro. Julio ven¨ªa por el estudio de mi padre y discut¨ªan de cosas, pero Julio no ense?¨® a mi padre".
La propia Pierrete sucumbi¨® de joven a la fascinaci¨®n de la escultura. "Lo dej¨¦ y me dediqu¨¦ a mi marido, m¨¦dico, a mis tres hijos [uno tambi¨¦n escultor] y a conservar y ordenar el patrimonio de mi padre, ?le parece poco?". Los que acudan a la muestra de Santander y, sobre todo, echen un vistazo al espectacular cat¨¢logo razonado que se presenta, coincidir¨¢n. No, no es poco.
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