Los balones rasantes de Louis
Van Gaal, en la ¨¦lite 14 a?os despu¨¦s, ha cambiado la cultura futbol¨ªstica del Bayern
Lo primero que hizo Louis van Gaal cuando entr¨® al Bernab¨¦u, ayer al mediod¨ªa, fue ir a ver el estado del c¨¦sped. Asom¨® su cabeza geom¨¦trica, recubierta de una gruesa capa de piel rubicunda, y sus ojillos de t¨¢rtaro lanzaron un rayo de aprobaci¨®n. Reverdecida por el sol primaveral y los d¨ªas de aire seco, la cancha era una alfombra con una porter¨ªa en cada extremo. "Estoy encantado de estar en un campo as¨ª porque este c¨¦sped es muy bueno y, para nosotros, el c¨¦sped es fundamental", dijo el t¨¦cnico holand¨¦s del Bayern.
El f¨²tbol, como la industria textil, es todo lo vol¨¢til que quieran las modas. Hoy el entrenador m¨¢s codiciado por los clubes es el polifac¨¦tico Jos¨¦ Mourinho. Pero hace 15 a?os ese papel correspond¨ªa al propio Van Gaal, que se medir¨¢ a Mourinho, su ex compa?ero en el Bar?a, esta noche en la pradera de Chamart¨ªn.
Van Gaal conquist¨® la Champions de 1995, frente al Milan (1-0), con el Ajax m¨¢s perfecto e innovador desde Johan Cruyff. Una obra maestra de arquitectura futbol¨ªstica. Una obra inexplicable sin la sagacidad para captar, desarrollar y adiestrar jugadores de un desconocido cuarent¨®n de tup¨¦ rubio que hasta 1991 hab¨ªa ejercido de ayudante de Leo Beenhakker.
Han pasado 14 a?os desde que disput¨® su segunda y ¨²ltima final de la Liga de Campeones, en 1996 frente al Juventus (perdi¨® en los penaltis). Ya no est¨¢ de moda y la vida, y el f¨²tbol, le han trillado bien. Se le ve m¨¢s sereno. A los 60 a?os sabe muy bien lo que es el fracaso y se ha librado de su apariencia de sargento para ejercer de patriarca socarr¨®n. Lo ha hecho despu¨¦s de llegar al Bayern en el verano pasado con la misi¨®n de sacar al club alem¨¢n de la peor crisis en d¨¦cadas. Los primeros meses estuvieron a punto de ahogarlo. Si no lo despidieron fue porque los jugadores se rebelaron contra la directiva para defenderlo y escenificaron la maniobra mediante Lahm, que lanz¨® un ¨®rdago en el peri¨®dico m¨¢s importante del sur de Alemania, el S¨¹ddeutsche Zeitung. El t¨¦cnico lo admite: "El 7 de noviembre, Philipp Lahm dio una entrevista en la que criticaba al club y defend¨ªa mi trabajo y mi personalidad? Nunca podr¨¦ olvidar ese d¨ªa".
"Hubo qu¨ªmica", record¨® Van Gaal, cuando le preguntaron por su primera sesi¨®n de entrenamiento en S?bener Strasse. "Eso es lo m¨¢s importante. Lo segundo fue cambiar el c¨¦sped del campo de pr¨¢cticas porque no pod¨ªamos entrenar en un lugar donde el bal¨®n rodara mal. ?El bal¨®n debe ir a ras de suelo!". Las obsesiones de Van Gaal con la hierba, el juego posicional y el toque r¨¢pido, aderezadas con los implantes tecnol¨®gicos importados del hockey, mediante los cuales cada jugador entrena con un dispositivo de radiofrecuencia que mide su posici¨®n y sus movimientos con m¨¢s precisi¨®n que un GPS, resultaron tan encantadoras como incomprensibles para gente hist¨®ricamente acostumbrada al juego frontal. Schweinsteiger lo admite: "Al principio no entend¨ªamos nada de lo que nos ped¨ªa".
El t¨¦cnico tambi¨¦n debi¨® adaptarse a la mentalidad marcial de los alemanes. Acostumbrado a lidiar con Rivaldo y Figo, Van Gaal no se esperaba una respuesta tan rigurosa. "Los jugadores interpretaron cada una de mis palabras como si fuesen leyes", dice. "Letra por letra. No se dieron cuenta de que en un partido no es posible jugar de acuerdo a las leyes. Fue Butt quien me aconsej¨® que diera m¨¢s sugerencias que ¨®rdenes. Yo no soy un titiritero. Me considero distinto como entrenador porque entreno para el cerebro. Entreno para que los futbolistas piensen, y esto es m¨¢s dif¨ªcil porque normalmente los futbolistas piensan con el est¨®mago. Esto me convierte en un entrenador de procesos largos. A mis equipos les cuesta conseguir resultados r¨¢pidos. Siempre bajan el nivel antes de empezar a subir. Me llev¨® seis meses que me entendieran los jugadores del Ajax. En Barcelona y en el Bayern fue lo mismo".
"Entrenamos 60 horas a la semana", explica. "Los jugadores tienen m¨¢s relaci¨®n conmigo que con sus mujeres. Lo hacemos para jugar bien. Intentar¨¦ que en la final se juegue un f¨²tbol para el p¨²blico. La imagen del Bayern ha cambiado un poco porque hemos jugado un f¨²tbol muy atractivo. Estoy muy contento de que toda Alemania nos apoye. ?Es incre¨ªble que el Allianz se llene con 70.000 espectadores para ver la final por una pantalla gigante!".
El f¨²tbol le ha dado otra oportunidad grandiosa. Con la ayuda del c¨¦sped, Louis van Gaal no la dejar¨¢ escapar sin dejar huella.
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