Suso Mari¨¢tegui, tenor
Durante muchos a?os altern¨® Donizetti con Schumann
El tenor m¨¢s querido por Alfredo Kraus admiraba el lied alem¨¢n. No era un contrasentido. Hasta cierto punto el belcantismo de Bellini o Rossini y el universo po¨¦tico de Schubert y Mendelssohn tienen muchas afinidades. Suso Mari¨¢tegui falleci¨® ayer de un infarto en Madrid. La muerte, una vez m¨¢s, ha hecho una de las suyas. Pero las im¨¢genes de Suso permanecen con una fuerza inusitada. Pronunciando hasta las ¨²ltimas consonantes del alem¨¢n. Recre¨¢ndose en ellas, enfatiz¨¢ndolas, am¨¢ndolas. Las consonantes y las vocales. Su pasi¨®n por el lenguaje le llev¨® al mundo del lied, a La bella molinera, de Schubert.
Hab¨ªa nacido en Gran Canaria, como Kraus, su maestro y amigo. All¨ª estudi¨® Derecho y M¨²sica. En Viena perfeccion¨® el canto y la interpretaci¨®n. Tuvo de consejero y maestro durante varios a?os a Anton Dermota, una leyenda del canto. En 1971 debut¨® en una ¨®pera representada. Fue en Salzburgo, en el personaje de Tamino, de La flauta m¨¢gica, de Mozart.
A lo largo de muchos a?os altern¨® Donizetti con Schumann. Y sent¨® c¨¢tedra en dos papeles aparentemente menores: El Inocente de Boris Godunov, de Musorgski, y el cantante italiano de El caballero de la rosa, de Strauss. Hace cinco a?os escrib¨ª una rese?a en este peri¨®dico de un recital suyo en Los Llanos de Aridane, en la isla de La Palma. Era un recorrido de Monteverdi a los Beatles, con parada y fonda en Pergolesi, Guastavino, Girastera, Faur¨¦, Mozart y Schubert. Hab¨ªa en la sala un p¨²blico mayoritariamente alem¨¢n: receptivo, entendido, entusiasta.
Se hab¨ªa apoderado de Suso un concepto did¨¢ctico de la existencia. En los recitales, en las clases, en sus libros. En La jungla de la ¨®pera consegu¨ªa ir m¨¢s all¨¢ a¨²n que en sus 106 reflexiones sobre la voz y el canto. En realidad, los dos libros son un compendio de su experiencia profesional, alrededor de temas como la relaci¨®n entre maestro y alumno, la respiraci¨®n, las diferencias entre voz hablada y cantada, el arte de comunicar, la afinaci¨®n, la t¨¦cnica, los m¨¦dicos y enfermedades vocales, la humildad del buen cantante, el minuto antes de salir a escena o la visi¨®n hist¨®rica de una manera de hacer la ¨®pera que mucho me temo que no volver¨¢ a repetirse en el futuro.
Viv¨ªa con el pianista Edelmiro Arnaltes. Hac¨ªan m¨²sica juntos, compart¨ªan el paso de los d¨ªas. A Suso le gustaba cocinar. A la alemana, preferentemente, con las salchichas acompa?adas de una deliciosa kartoffelsalat. Y los dulces, una tentaci¨®n inevitable. Suso era generoso, divertido, l¨²cido, dialogador, buena persona.
En la ¨²ltima cena que compartimos, me regal¨® un DVD de Norma. Paradojas de la vida. Horas despu¨¦s de escuchar esta ¨®pera en el Teatro Real me lleg¨® el mazazo de su fallecimiento. Dudo que vuelva a escuchar esta ¨®pera en mucho tiempo. O quiz¨¢s s¨ª. Pensando en ¨¦l. Como un ¨²ltimo homenaje de una amistad cortada de ra¨ªz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.