?Qu¨¦ justicia es esta?
"La perversi¨®n est¨¢ en el sistema de cuotas de los partidos y en que los jueces las hayamos aceptado".- "Para hacer carrera hay que estar en las asociaciones, y mejor en unas que en otras".- P Hablan los jueces que acusan al poder pol¨ªtico de afectar a su independencia
Si uno de los grandes partidos se propone colocar a un candidato suyo en un determinado cargo de libre designaci¨®n de la judicatura, lo conseguir¨¢ aunque sea en segunda convocatoria", afirma el magistrado Fernando Andreu, de la Audiencia Nacional. "A m¨ª me apoy¨® el PP sin que yo conociera personalmente a ning¨²n dirigente de ese partido. Supongo que alguien de mi asociaci¨®n, la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura (APM), les pas¨® mi nombre. Otros candidatos fueron vetados, pero yo no. Sal¨ª elegido de rebote. Esas cosas no se saben, ni se cuentan, pero es la verdad", comenta el magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Francisco Monterde. "En la elecci¨®n de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la ¨²ltima tendencia es nombrar a los fieles. Ahora ya no se disimula. Los dos grandes partidos se aplican el sistema de cuotas y buscan sin reparo a los candidatos que m¨¢s sintonizan con sus ideas", subraya el magistrado de la Audiencia de Oviedo, Agust¨ªn Azparren, vocal del anterior CGPJ.
Al divorcio con la ciudadan¨ªa se a?aden fracturas internas, ruindades corporativas y rencores personales
"Todos podemos ser Tirado", viene a ser el grito de la base judicial, en alusi¨®n al magistrado del 'caso Mari Luz'
"Sacad las manos de la justicia" es el mensaje que 1.500 magistrados no asociados han lanzado a los pol¨ªticos
El Consejo del Poder Judicial nombra a cada miembro del Supremo y a todos los presidentes de tribunales superiores
"Obama designa al Supremo y all¨ª no se cuestiona a estos jueces", recuerda el presidente de la Audiencia Nacional
Hablan sus se?or¨ªas, los jueces. Aunque el se¨ªsmo Garz¨®n y la erupci¨®n volc¨¢nica permanente del Constitucional les invitan a echar cuerpo a tierra y ponerse a salvo de la epidemia de recusaciones desatada, un nutrido grupo de magistrados y jueces ha optado por exponer en estas p¨¢ginas su diagn¨®stico del problema. Es un diagn¨®stico de parte que rasca superficialmente en las responsabilidades dom¨¦sticas, pero que expresa una sensaci¨®n generalizada en la judicatura y aporta una de las claves de la crisis abierta en nuestro sistema judicial. Hablan a t¨ªtulo personal, alarmados por la gravedad de la situaci¨®n, contraviniendo el viejo precepto de que el juez se expresa a trav¨¦s de sus sentencias y en contraste con la m¨¢xima de Montesquieu de que el poder judicial deber¨ªa ser invisible y mudo. Y es que, bien a su pesar, nunca como hasta ahora, la justicia espa?ola hab¨ªa tenido semejante protagonismo p¨²blico; nunca hasta ahora, en democracia, su descr¨¦dito hab¨ªa alcanzado un punto tan cr¨ªtico. Sus convulsiones y fracturas internas, sus ruindades corporativas, sus rencores personales, a?aden desconcierto a un divorcio con la ciudadan¨ªa agigantado escandalosamente con el caso del juez Tirado. Las gentes no comprenden que el responsable judicial de que el supuesto asesino de la ni?a Mari Luz disfrutara de libertad de movimientos para volver a violar y matar haya sido sancionado levemente por sus superiores. Y menos entienden que ante una sanci¨®n tan m¨ªnima, gran parte de sus se?or¨ªas hayan puesto el grito en el cielo.
Se dir¨ªa que la justicia espa?ola est¨¢ contagiada de la polarizaci¨®n pol¨ªtica ramplona y del alineamiento maniqueo, mientras mengua el espacio vital de imparcialidad e independencia que necesita para respirar libremente. "La justicia no puede seguir por m¨¢s tiempo atrapada en el juego del reparto pol¨ªtico partidista de los quesitos rojos y azules. Hay que detener la progresiva e ilimitada deslegitimaci¨®n de la acci¨®n judicial que viene produci¨¦ndose desde dentro y desde fuera. El poder judicial es la ¨²ltima trinchera, y si se deslegitima nos habremos cargado el Estado democr¨¢tico", advierte el magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Joaqu¨ªn Gim¨¦nez, ex presidente de las audiencias de Bilbao y San Sebasti¨¢n, y cofundador de la asociaci¨®n Jueces para la Democracia (JD).
Algo muy grave debe estar pasando para que, con lo peculiares e individualistas que son sus se?or¨ªas, 1.500 jueces, la tercera parte de la plantilla, se haya alzado con un manifiesto en el que denuncian con crudeza el intrusismo de los partidos pol¨ªticos y avisan del riesgo que ese comportamiento acarrea para la independencia de la actuaci¨®n judicial. Dicen que en su "insaciable af¨¢n por controlar a su controlador", los partidos pol¨ªticos han logrado hacer del CGPJ, el gobierno de los jueces, "un puro retrato en miniatura de las fuerzas parlamentarias". Y afirman que el nombramiento "en clave pol¨ªtica partidista" de la totalidad de los componentes del CGPJ incumple las condiciones dirigidas a evitar la politizaci¨®n y a garantizar la autonom¨ªa de ese consejo que el Tribunal Constitucional estableci¨® al validar la reforma de 1985.
Tal reforma facult¨® al Parlamento para nombrar a los 12 jueces profesionales, que hasta entonces eran elegidos por sus compa?eros, sin alterar el derecho de las c¨¢maras a designar a los ocho vocales "juristas de reconocido prestigio" que completan el Consejo. "La reforma supuso el derribo del principal muro constitucional de protecci¨®n de la independencia judicial", aseguran los firmantes. Argumentan que, como en la pr¨¢ctica, el poder pol¨ªtico hace caso omiso de las condiciones fijadas por el Tribunal Constitucional, habr¨ªa que volver a la situaci¨®n anterior y permitir que la elecci¨®n de la mayor¨ªa de los 21 integrantes del CGPJ -el propio Consejo elige a su presidente, que es el mismo que el del Tribunal Supremo- vuelva a quedar en manos de los jueces.
?Est¨¢ en riesgo el sistema de divisi¨®n de poderes dise?ado en la Constituci¨®n? El CGPJ, elegido por los grupos parlamentarios del PSOE y del PP a partir de los candidatos propuestos por las asociaciones judiciales, nombra a la totalidad de los miembros del Tribunal Supremo y a los presidentes de la Audiencia Nacional, de los Tribunales Superiores de Justicia de las comunidades aut¨®nomas y de las audiencias provinciales. Es un secreto a voces que las presiones se concentran en la composici¨®n de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la encargada de juzgar las causas contra los pol¨ªticos. Aunque la suma de estos cargos de libre designaci¨®n no llega al 10% de las plazas judiciales, lo que est¨¢ en juego es la pol¨ªtica de nombramientos, viciada por el reparto de cuotas partidarias -"t¨² decides los tuyos y yo los m¨ªos"-, y tambi¨¦n la promoci¨®n profesional, imposible para aquellos (la gran mayor¨ªa) que carezcan de padrinos pol¨ªticos o del respaldo de las asociaciones judiciales. Hay que tener en cuenta que m¨¢s de la mitad de la plantilla judicial no est¨¢ asociada, que la APM cuenta con algo m¨¢s de 1.100 afiliados; la Francisco de Vitoria, 595; la JD, 510, y el Foro Independiente, menos de 200.
Sin negar la val¨ªa e independencia profesional de los elegidos, ?no es abusiva esa prima encubierta de selecci¨®n por afinidad ideol¨®gica? ?C¨®mo evitar que el descr¨¦dito caiga en cascada sobre la estructura judicial, si la sospecha de partidismo anida en la fuente original de los nombramientos: el propio CGPJ? ?C¨®mo convencernos de que los magistrados de esa clave de b¨®veda que es el Tribunal Supremo son, efectivamente, los mejores de entre los buenos? "Puede que algunas presidencias requieran un perfil m¨¢s pol¨ªtico o un buen gestor, pero en el Supremo necesitamos a los mejores juristas, y me da igual si es un bicho raro de esos que quieren vivir en un cuarto oscuro. Ah¨ª no se puede admitir la pr¨¢ctica de la patada hacia arriba", indica Fernando Andreu.
Porque el riesgo, que nadie se atreve a formular expresamente, es que, de seguir as¨ª las cosas, puede ocurrir que las c¨²pulas profesionales de la judicatura sean ocupadas por jueces que han hecho carrera montados en el ascensor de su disponibilidad pol¨ªtica. Sin necesidad de compartir la totalidad del manifiesto, una amplia mayor¨ªa de la plantilla judicial asume hoy plenamente el mensaje: "Sacad las manos de la justicia", que los 1.500 han lanzado a los pol¨ªticos. Conviene detenerse en los perfiles de quienes han estampado su firma digital en el texto expuesto en la web del CGPJ. Son preferentemente j¨®venes, menores de 45 a?os, mujeres, y no forman parte de ninguna de las asociaciones existentes. Es la base de la pir¨¢mide, la infanter¨ªa que le saca las casta?as del fuego a la justicia todos los d¨ªas y que asiste al espect¨¢culo no solo con estupor e indignaci¨®n, sino tambi¨¦n con inquietud. Saben muy bien que aunque la politizaci¨®n no les afecte directamente en sus quehaceres profesionales, el descr¨¦dito y la sospecha recaen tambi¨¦n sobre ellos.
"Antes, el juez era una diosa Juno (deidad mayor de la mitolog¨ªa romana) y ahora es una figura denostada", comenta el magistrado de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz. En el fondo de la rebeli¨®n de las bases aletea el temor a verse en un trance semejante al del estajanovista Rafael Tirado. Sostienen que si no comprob¨® que la orden de detenci¨®n del supuesto asesino de la ni?a Mari Luz hab¨ªa sido cumplida fue por la sobrecarga de trabajo y la falta de suficiente personal administrativo en su juzgado. "Llevar el control de las 1.600 ejecutorias que manejaba ese hombre es una misi¨®n casi imposible", apuntan varios magistrados.
"Todos podemos ser Rafael Tirado", ese viene a ser tambi¨¦n el grito de guerra de la base judicial. Pese a las nuevas plazas de jueces -200 se crear¨¢n este mismo a?o-, "el vertiginoso aumento de los litigios y la complejidad de las causas hace necesario mantener el esfuerzo en incrementar los medios humanos y materiales", admite el secretario general de modernizaci¨®n de la Administraci¨®n de Justicia, Ignacio S¨¢nchez Guiu. Claro que, con similar carga de trabajo y en entornos sociol¨®gicos id¨¦nticos, hay juzgados que est¨¢n al d¨ªa, mientras otros acumulan un retraso de a?os. De la misma manera que, frente a la apertura general de miras y actitudes que se aprecia en los jueces, sigue habiendo entre ellos personas endiosadas que creen que haber ganado su plaza en oposiciones les hace acreedores ad aeternum de la admiraci¨®n, reconocimiento y respeto de la sociedad.
"Estamos en 2010 y todav¨ªa vemos aqu¨ª los tomos de papel", apunta Fernando Andreu se?alando al murete de legajos de su despacho. "Calculo que en mi jurisdicci¨®n de lo contencioso-administrativo, un juez veterano elaborar¨¢ unas 220 sentencias al a?o", indica Juan Luis Ibarra, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco. Mucho trabajo, salarios no extraordinarios para la formaci¨®n y la responsabilidad exigidas -desde los 50.846 euros anuales brutos m¨ªnimos del juez de base hasta los 150.000 m¨ªnimos del presidente del CGPJ, pasando por los 135.000 de los magistrados del Supremo- y una reputaci¨®n cuestionada alimentan la insatisfacci¨®n de estos nuevos jueces que reclaman tambi¨¦n menos horas de trabajo y m¨¢s vacaciones para conciliar su vida familiar. En su manifiesto dicen que los partidos "impregnan con su tinte pol¨ªtico" la c¨²pula judicial y que su comportamiento ocasiona "un progresivo descr¨¦dito y una desconfianza de los ciudadanos en la justicia como ¨²ltimo baluarte del Estado de derecho".
?No es un desprop¨®sito, ruinoso para el cr¨¦dito del tercer pilar del Estado, que sus excelencias, los altos magistrados, aparezcan sistem¨¢ticamente etiquetados por la procedencia pol¨ªtica de los votos con que fueron nombrados y de su correspondiente adscripci¨®n a las asociaciones judiciales: la "conservadora" APM y la "progresista" JD? Y es que la totalidad de los componentes del actual CGPJ pertenecen a uno de estos dos colectivos, inevitablemente identificados con el PP y el PSOE. "La perversi¨®n est¨¢ en el sistema de cuotas de los partidos y en que los jueces las hayamos aceptado. Los partidos se reparten los altos cargos a trav¨¦s de las asociaciones. Todos los que forman el Consejo y los que llegan al Supremo est¨¢n asociados. No deber¨ªamos perder de vista que al dictar sentencia debemos ser independientes incluso de nosotros mismos", subraya Alfredo Mu?oz, presidente de la asociaci¨®n de jueces sustitutos Concepci¨®n Arenal.
Por si cab¨ªa alguna duda, en la votaci¨®n parlamentaria del actual Consejo, los dos grandes partidos volvieron a demostrar que no estaban dispuestos a abrir la mano, ni siquiera ante una candidatura como la de la magistrada no asociada Beatriz Grande, que cont¨® con la extraordinaria cifra de 343 avales. "Me votaron compa?eros de todas las tendencias porque conozco bien el funcionamiento del sistema judicial y del propio CGPJ, pero parece que a los no asociados no se nos reconocen los criterios de m¨¦rito y capacidad que establece la ley", indica la magistrada, hoy inactiva judicialmente. "Para hacer carrera hay que estar en las asociaciones, mejor en unas que en otras, y tener buenas relaciones con las c¨²pulas, ya que a los no asociados se les cierra el camino de la promoci¨®n", certifica el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Javier Casas. "Si la Constituci¨®n nos proh¨ªbe pertenecer a un partido pol¨ªtico o a un sindicato es para que preservemos nuestra independencia. La Carta Magna busca el m¨¦rito y la capacidad, no la coherencia y la conveniencia. La gente duda de la rectitud jur¨ªdica de un magistrado identificado con un partido", subraya, a su vez, el presidente de la Audiencia Provincial de Huelva, Jes¨²s Fern¨¢ndez Entralgo.
Nadie en la judicatura ha olvidado que la designaci¨®n de Carlos D¨ªvar como presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo fue anunciada por el presidente del Gobierno antes de que el pleno del Consejo votara, como es preceptivo, ese nombramiento. Y no pocos piensan que el CGPJ se retrat¨® el mismo d¨ªa de su bautizo, al secundar diligentemente y sin cr¨ªtica el nombramiento del candidato consensuado entre Rodr¨ªguez Zapatero y Mariano Rajoy. "Puedo dar fe de que en el Consejo anterior, nadie, excepto yo, que era vocal independiente, de consenso entre el PP y el PSOE, romp¨ªa nunca la disciplina de voto. El vocal de Converg¨¨ncia i Uni¨®, por ejemplo, cambi¨® de alianzas en el momento justo en que su partido rompi¨® con el PP y se ali¨® con el PSOE. Al salir del Consejo dije que hab¨ªamos dejado el list¨®n del desprop¨®sito tan alto que resultar¨ªa dif¨ªcil superarlo, pero estaba equivocado", se?ala Agust¨ªn Azparren.
La teor¨ªa del "rendimiento decreciente" se aplica ahora con similar desparpajo al actual CGPJ junto a la sospecha de que los consejeros, supuestamente tironeados por los partidos, ocupan buena parte de su tiempo en las conspiraciones partidistas. "Los jueces de base nos sentimos abandonados por el Consejo", dice la magistrada Purificaci¨®n Pujol. "No nos sentimos defendidos, ni bien representados", abunda la tambi¨¦n magistrada de Madrid Mar¨ªa Valvanuz Pe?a. La frase "Cada Consejo hace bueno al anterior" es un lugar com¨²n. "Aquellos que en la transici¨®n pol¨ªtica tuvimos que enfrentarnos al Ejecutivo por los casos de torturas y so?amos con un poder judicial fuerte e independiente debemos reconocer ahora que fracasamos en el dise?o del CGPJ. Lo digo sin dramatismo, porque conseguimos tambi¨¦n muchas cosas, pero no tuvimos suficientemente en cuenta que ese Consejo deb¨ªa funcionar y que la divisi¨®n de poderes y la independencia judicial son claves", indica Juan Luis Ibarra.
?El Gobierno de los jueces es una mera correa de transmisi¨®n de los dos grandes partidos? Gabriela Bravo, la portavoz del CGPJ, lo niega en un tono tan delicado como tajante. "No somos correa de transmisi¨®n de nadie y tampoco es cierto que los partidos mangoneen el espacio judicial. Lo que s¨ª han ocupado es el espacio medi¨¢tico y social desde el que se proyecta una imagen de la justicia que no se corresponde con la realidad", asegura. "Vamos a necesitar mucho tiempo para encontrar el sosiego, y todos deber¨ªamos hacer autocr¨ªtica: los medios de comunicaci¨®n, los partidos, el Consejo...", dice.
"Cuando se habla de politizaci¨®n se habla de cambio de cromos en un cuartito oscuro. Hay que dar por supuesto que los cargos nombrados, sean o no los m¨¢s id¨®neos, act¨²an con independencia, y tener en cuenta que las sentencias que pueden resultar previsibles por la ideolog¨ªa dominante en un juez o un tribunal son escasas", explica Juan Luis Ibarra. "El 95% de las sentencias que elaboro son f¨¢ciles de calificar porque solo requieren oficio y disciplina. Con el resto, el problema es que no tienes pruebas o albergas dudas sobre la norma a aplicar. En estos casos, la posibilidad de que la sentencia sea diferente seg¨²n el juez es alta, porque al articular un derecho para ese asunto reflejamos nuestras propias precomprensiones culturales, sociales y pol¨ªticas", admite el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco, Juan Luis Ibarra.
Jes¨²s Fern¨¢ndez Entralgo equipara la elaboraci¨®n de una sentencia con la interpretaci¨®n de una partitura musical. "Pongamos el Himno a la alegr¨ªa de Beethoven. El director puede hacer una interpretaci¨®n alegre, vibrante u opaca, pero debe cumplir la condici¨®n de que la m¨²sica sea reconocible; no puede ser que suene como si fuera Aserej¨¦. Un grado de politizaci¨®n en la funci¨®n jurisdiccional es, quiz¨¢, inevitable", se?ala, "pero otra cosa es entrar en la arena pol¨ªtica y seguir las consignas de un partido". Seg¨²n eso, el problema ser¨ªa el compadreo entre pol¨ªticos y esos jueces que, como apunta un magistrado, "hacen pasillos a la b¨²squeda de un cargo".
Por acreditada que est¨¦ la pr¨¢ctica de los nombramientos en clave pol¨ªtica partidista y el papel de correa de transmisi¨®n que ejercen las asociaciones m¨¢s representadas, no todo el mundo en la judicatura comparte la propuesta de que los jueces vuelvan a nombrar a la mayor¨ªa del CGPJ. Recuerdan que el sistema antiguo fue reformado para salvar la resistencia corporativa judicial a los cambios que exig¨ªa una sociedad democr¨¢tica, y subrayan que no hay remedio f¨¢cil en el horizonte, por muy en auge que est¨¦ la tentaci¨®n de culpar de todo a los pol¨ªticos. Lo que s¨ª se comparte ampliamente es que la situaci¨®n no se aguanta. Las dos huelgas de jueces, la dimisi¨®n de un ministro del ramo (Mariano Fern¨¢ndez Bermejo) y el manifiesto rupturista de los 1.500 son aldabonazos que convocan al cambio dr¨¢stico de rumbo. "El problema es m¨¢s de cultura pol¨ªtica que de sistema. Obama nombra al Supremo y all¨ª a nadie se le ocurre cuestionar el prestigio de esos jueces", se?ala el presidente de la Audiencia Nacional, ?ngel Juanes, cansado, como tantos, del manique¨ªsmo pol¨ªtico imperante.
Cabe dudar del inter¨¦s de los grandes partidos en corregir su comportamiento, pero, seguramente, no de la necesidad de los jueces de recuperar el prestigio perdido en la pol¨ªtica de nombramientos y en la reproducci¨®n dom¨¦stica de los bloques pol¨ªticos. La receta es conocida: respeto democr¨¢tico al pluralismo y a los ¨¢mbitos de actuaci¨®n de los poderes, transparencia, equilibrio, aplicaci¨®n de criterios objetivos para la selecci¨®n de los mejores. Algunos jueces sugieren la reducci¨®n dr¨¢stica del n¨²mero de vocales del CGPJ liberados a tiempo completo. "Eso nos ahorrar¨ªa una docena larga de altos cargos con coche, ch¨®fer y Visa Oro, adem¨¢s de mucho amiguismo y conspiraciones", apunta un magistrado. Otros proponen reducir el peso de las asociaciones hasta garantizar que todos los jueces puedan hacer carrera y darle mayor pluralidad al Consejo con la entrada de representantes del Colegio de Abogados, procuradores, etc¨¦tera. En la tarea de "blindar el poder judicial frente a lo que dicten en Ferraz (sede central del PSOE) o G¨¦nova (sede central del PP)", todos parecen de acuerdo en que hay que motivar m¨¢s los nombramientos del Supremo.
"La elecci¨®n aut¨¦nticamente parlamentaria, representativa, pluralista, est¨¢ por estrenar", sostiene, por su parte, Joaqu¨ªn Gim¨¦nez. "Los candidatos deber¨ªan representar a todas las asociaciones y a los no asociados, y el PP y PSOE podr¨ªan renunciar a ejercer la mayor¨ªa absoluta. Los candidatos tendr¨ªan que ser examinados por una comisi¨®n interparlamentaria a partir de informes exhaustivos que dejaran constancia de todo lo que han hecho y dicho a lo largo de sus carreras. Hay que asegurar la transparencia total", subraya el magistrado del Supremo. En su opini¨®n, urge que las c¨²pulas de los grandes partidos pacten una salida a la crisis.
Claro que, para recuperar el aprecio de la sociedad y ganarse el respeto de los pol¨ªticos, los jueces tendr¨ªan que merec¨¦rselo. Ahora que sus se?or¨ªas han descendido del Olimpo y nos muestran, en exceso, sus apetitos y semejanzas con el com¨²n de los mortales, lo que se les pide es que se comporten como los mejores, los m¨¢s justos y m¨¢s libres de entre nosotros; tipos excepcionales a los que poder confiar la aplicaci¨®n de la ley, virtuosos de la moral c¨ªvica capaces de apartarse de sus propios prejuicios. Dadas las circunstancias, quienes no puedan con eso deber¨ªan emular a la mujer del C¨¦sar y obligarse no solo a procurar ser independientes, objetivos y honestos, sino tambi¨¦n a parecerlo, intensamente.
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