Las obras de arte que escaparon dos veces
La virgen g¨®tica que la Generalitat desea retener estaba en la colecci¨®n Deering
La Virgen g¨®tica de Bellpuig de les Avellanes es, seg¨²n los especialistas, una escultura excepcional por el aspecto cortesano que le da el escote, las joyas que su autor esculpi¨® en el siglo XIV sobre la piedra calc¨¢rea y lo bien que ha conservado su policrom¨ªa, incluso en sus labios que parecen pintados con carm¨ªn rojo, que le dan un aire sensual. Pero esta talla que la Generalitat impidi¨® subastar la semana pasada tambi¨¦n es excepcional por ser una de las pocas obras conservadas en Espa?a de la colecci¨®n que el americano Charles Deering reuni¨® a principios del siglo XX en Sitges, una colecci¨®n que acab¨® dispersa pese a que en 1921 y 1986 se intent¨® que permaneciera en Catalu?a.
En 1921 y 1986 fracasaron los intentos por dejar las piezas en Catalu?a
Los casi 4.000 objetos del rico americano se tasaron, en 1922, en 60 millones de d¨®lares
Deering, perteneciente a una rica familia fabricante de maquinaria agr¨ªcola, lleg¨® a Sitges en 1909 de la mano de su amigo el pintor Ram¨®n Casas. All¨ª compr¨® las ruinas del hospital de Sant Joan, por 40.000 pesetas, situado junto al Cau Ferrat, y encarg¨® al polifac¨¦tico Miquel Utrillo convertirlo en un palacio, al que llam¨® Maricel, para pasar largas temporadas.
Desde entonces, Utrillo, con el dinero de Deering, fue adquiriendo obras de arte hisp¨¢nico, mientras Deering compraba piezas en el mercado internacional. Unas y otras acabaron formando una de las colecciones de arte m¨¢s importantes de Espa?a. Tapices, retablos rom¨¢nicos y g¨®ticos (como el magn¨ªfico San Jorge de Bernat Martorell, el del canciller de Ayala o el de la catedral del Burgo de Osma), colecciones de vidrio, cer¨¢mica y encajes: lo mejor de cada estilo pronto llen¨® las estancias del edificio. Adem¨¢s, el americano se rode¨® de pinturas creadas por los mejores pintores antiguos: Zurbar¨¢n, El Greco, Vel¨¢zquez y Goya, y del momento como Anglada Camarasa, Santiago Rusi?ol, Joaquim Su?er, Dar¨ªo de Regoyos, Joaquim Mir, c¨®mo no, Ramon Casas -del que reuni¨® un gran n¨²mero de obras, entre ellas Toros (que el Museo Nacional de Arte de Catalu?a adquiri¨® el pasado noviembre por 410.000 euros)- y un largo etc¨¦tera.
En 1916, Deering compr¨® el castillo de Tamarit, cuya rehabilitaci¨®n encarg¨® a Casas. Dos a?os m¨¢s tarde, el multimillonario, jubilado, se instal¨® con su esposa en Maricel con la idea de pasar el resto de sus d¨ªas. Seg¨²n el catedr¨¢tico de Historia del Arte Bonaventura Bassegoda, Deering decidi¨® crear entonces una fundaci¨®n para gestionar la donaci¨®n de Maricel y su contenido, e incluso Francesc Camb¨® redact¨® la documentaci¨®n para llevarla a cabo. Pero la firma no se estamp¨® nunca. "Un desafortunado y nada aclarado incidente con Utrillo", explica Bassegoda, hizo que los Deering volvieran a Estados Unidos con parte de las obras de arte. De nada sirvi¨® la intervenci¨®n de Lerroux en el Congreso para evitarlo, ni las cr¨ªticas en la prensa, ni la manifestaci¨®n de los ciudadanos de Sitges pidiendo a los Deering que no se marcharan (durante la cual lo nombraron hijo predilecto de la localidad): en septiembre de 1921 el matrimonio abandon¨® Espa?a para no volver. En 1922, la colecci¨®n de arte de Deering, formada por unas 4.000 obras, fue valorada en 60 millones de d¨®lares.
"Se ha especulado con los motivos del cambio de actitud, pero sin duda fue algo personal, alg¨²n tipo de desencuentro con Utrillo", asegura Bassegoda. Adem¨¢s, el incidente supuso la ruptura entre Casas y Utrillo, seg¨²n se?al¨® la cr¨ªtica de arte recientemente fallecida, Maria Llu?sa Borr¨¤s, que recogi¨® la creencia en Sitges de que el desencadenante fue un incidente entre las esposas de Deering y Utrillo. Tampoco descart¨® Borr¨¤s que fuera la mala salud de la se?ora Deering (que iba a diario al mercado en su Rolls-Royce, todo un espect¨¢culo) el motivo de la partida. El caso es que, seg¨²n se hizo eco Borr¨¤s, cuando Deering vendi¨® una de sus casas de Sitges puso una cl¨¢usula en la que imped¨ªa a Utrillo y sus descendientes comprarla.
En 1927, Deering falleci¨® legando gran parte de las obras al Arts Institute de Chicago, entre ellos el Sant Jorge, la pieza m¨¢s antigua de ese museo; el resto fue a sus dos hijas, entre ellas las obras que se hab¨ªan quedado en Espa?a.
Cuando en 1945 los herederos de Deering vendieron Maricel trasladaron las obras de arte que quedaban a Tamarit. En 1984, Deering Danielson, nieto del multimillonario, intent¨® dar destino a estas obras, por lo que pidi¨® permiso para llevarse siete piezas a Estados Unidos y legar el resto a la Generalitat. "Me dijeron que s¨ª, pero me rogaron que dejara la Virgen de Bellpuig", explic¨® dos a?os despu¨¦s a Borr¨¤s. "El consejero Rigol me dijo que la ley le obligaba a someter el legado y el permiso de exportaci¨®n al Ministerio de Cultura". Tras varios viajes a Madrid, y ante la imposibilidad de conseguir la firma que permitiera la cesi¨®n de las obras a Catalu?a, Deering decidi¨® subastarlas. En junio de 1986, Sotheby's de Madrid procedi¨® a venderlas. Catalu?a s¨®lo compr¨® el Retablo de Sant Bartolom¨¦ por 1,4 millones de pesetas. Otras obras viajaron a Valencia, Navarra o acabaron en manos de coleccionistas particulares. No se vendi¨® la famosa virgen de Bellpuig que James Deering don¨® antes de volver a Am¨¦rica a la hija de su hombre de confianza, Josep Vilar.
"La reconstrucci¨®n de la colecci¨®n de Maricel es una tarea pendiente", afirma Bassegoda. Dos a?os lleva empleados en esta tarea el historiador Sebasti¨¤ S¨¢nchez. "Ya he identificado unas 400 obras", asegura. A partir de las im¨¢genes conservadas, S¨¢nchez rastrea su actual ubicaci¨®n. "A falta de inventarios, es de gran ayuda la correspondencia entre Utrillo y Deering", asegura.
La Generalitat, ejerciendo su derecho de tanteo ante un bien de inter¨¦s cultural y ayudando a que la Virgen de Bellpuig la adquiera un museo que pueda pagar los 120.000 euros en los que ha sido tasada, impidi¨® su subasta. Consciente o no, el Gobierno catal¨¢n parece intentar remediar lo que otros no pudieron conseguir antes, que la colecci¨®n Deering no sea s¨®lo un recuerdo en Catalu?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.