Grotesca Palma de Oro, incontestable Bardem
Algunos esp¨ªritus simples, pero tambi¨¦n los publicistas con un lema que vender, definieron al cine desde sus comienzos como el mayor espect¨¢culo del mundo, algo transparente que las c¨¢maras de los creadores m¨¢s incontestables se han empe?ado en asegurar a trav¨¦s de la historia. Esa gente nunca descuid¨® al p¨²blico, un ente absolutamente real por mucho que los criterios elitistas le intenten definir como una abstracci¨®n, una masa en la que se dan cita los esp¨ªritus ingenuos y los cultivados, los espectadores que buscan exclusivamente un entretenimiento o un escape y los que paladean un ensue?o conmovedor que puede tener mucho o poco que ver con la realidad. El espect¨¢culo, cuando es bueno est¨¢ dirigido por la inteligencia y la sensibilidad, puede ser muy complejo pero su lenguaje es comprensible para todo tipo de p¨²blico. Posee una norma ante todo y es que est¨¢ prohibido aburrir.
Apichatpong Weerasethakul recibe el pol¨¦mico galard¨®n principal
Javier Bardem, mejor actuaci¨®n por 'Biutiful', de Gonz¨¢lez I?¨¢rritu
El nombre del director tailand¨¦s Apichatpong Weerasethakul se pronuncia con veneraci¨®n en el tantas veces rid¨ªculo gueto de los festivales y entre una cr¨ªtica de cine cuyos presumibles lectores son los firmantes, los colegas de al lado y los que buscan iniciaci¨®n intelectual en las Bellas Artes donde s¨®lo hay impostura. La Palma de Oro a la ¨²ltima pel¨ªcula (o lo que sea) de este invento ex¨®tico al que la consigna de los vanguardistas se ha propuesto colocar de clandestina y ef¨ªmera moda, confirma que los exquisitos de la nada no est¨¢n solos, que un jurado cuya obra particular merece como m¨ªnimo respeto, tambi¨¦n comparte la fascinaci¨®n hacia el hermetismo rebuscado, la inencontrable po¨¦tica, el pat¨¦tico lenguaje expresivo del ya consagrado Weerasethakul. La legitimaci¨®n en el mercado que le proporcionar¨¢ a este cuento absurdo y sopor¨ªfero de seres vivos que conviven en un bosque con su reencarnaci¨®n en monos ataviados con faroles en los ojos, fantasmas de andar por casa y a?oradas im¨¢genes de su pasado, lograr¨¢ que la curiosidad de los espectadores ante el nuevo genio que ha consagrado Cannes sea saciada en el cine de arte y ensayo de su barrio por el aceptable precio de la entrada. No tendr¨¢n que hablar de o¨ªdas, constatar¨¢n por ellos mismos la exquisitez o el espanto de lo que el galard¨®n del festival m¨¢s importante del mundo acredita como el cine actual m¨¢s imprescindible. Si no se llena el libro de reclamaciones prometo plantearme la s¨²plica para ser internado en un frenop¨¢tico, aceptar tr¨¢gicamente que mis gustos ya no pertenecen a este mundo.
Perplejo ante este disparate que tambi¨¦n me enerva, intento consolarme con la justicia a los premios de interpretaci¨®n. Es imposible desviar la mirada ni los sentidos de lo que hace y dice, sugiere y muestra, siente y malvive, desea y sufre el impresionante Javier Bardem en esa complacida pornograf¨ªa de la sordidez que es Biutiful , esa cr¨®nica del dolor falsamente atormentada, con una est¨¦tica tan cuidada como in¨²til, a la que el talento y la entrega de Bardem otorga veracidad y sentimiento. Que esa actuaci¨®n grandiosa comparta premio con la neorrealista y eficiente interpretaci¨®n del actor italiano Elio Germano en La nostra vita huele a estrat¨¦gica componenda, a reparto sin sentido. La preciosa Juliette Binoche, esa dama tan francesa, est¨¢ admirable en el complicado ejercicio de mantener el inter¨¦s y el enigma en una conversaci¨®n que dura 105 minutos entre un matrimonio roto que intenta recomponer su pasado.
El Gran Premio del Jurado a De hombres y de dioses, reconstrucci¨®n de una barbarie real que ocurri¨® en Argel y en la que integristas se cargaron a ocho monjes franceses, no ofende a nadie medianamente cuerdo. Tampoco la obligatoria cuota de reconocimiento a cinematograf¨ªas poco asequibles en el acceso al espectador occidental, como la pel¨ªcula de Chad Un hombre que grita, que describe la angustia a perder su trabajo de un viejo portero de hotel en un pa¨ªs continuamente devastado por la guerra civil, o el atractivo gui¨®n del director coreano Lee Chang-dong retratando el conflicto interior de una anciana entre su deseo y su realidad. El reconocimiento como mejor director al franc¨¦s Mathieu Amalric por Tourn¨¦e, retrato sin m¨ªnima gracia de unas crepusculares strippers estadounidenses tirando a fr¨ªas que hacen una gira por Francia, me parece una broma de gusto dudoso.
Por desgracia, mantengo mi eterno gafe en los pron¨®sticos sobre los premios de los festivales. Las dos pel¨ªculas que m¨¢s me han gustado en la secci¨®n oficial, la inglesa Otro a?o y la francesa Fuera de la ley, han sido consecuentemente despreciadas en el art¨ªstico palmar¨¦s. Son las ¨²nicas que revisar¨¦ con placer cuando se estrenen comercialmente. El recuerdo m¨¢s trascendente y est¨²pido de este Cannes inmediatamente olvidable va a ser el triunfo de esa l¨ªrica inane, de ese inexplicable embaucador tailand¨¦s. Que sus exegetas asuman la responsabilidad de seguir disfrut¨¢ndolo por mucho tiempo.
Palmar¨¦s del certamen franc¨¦s
- Palma de Oro: Lung Boonmee raluek chat, de Apichatpong Weerasethakul.
- Gran Premio del Jurado: De hombres y de dioses, de Xavier Beauvois.
- Mejor direcci¨®n: Mathieu Amalric,
por Tourn¨¦e.
- Mejor actor: ex aequo,
Javier Bardem, por Biutiful, y Elio Germano, por La nostra vita.
- Mejor actriz: Juliette Binoche, por Copie conforme.
- Mejor gui¨®n: Lee Chang-dong, por Poetry.
- Premio del Jurado: Un hombre que grita, de Mahamat-Saleh haroun.
- Premio de la cr¨ªtica internacional (Fipresci): Tourn¨¦e, de Mathieu Amalric.
- Premio C¨¢mara de Oro de la Quincena de realizadores: A?o bisiesto, de Michael Rowe.
- Mejor pel¨ªcula en la secci¨®n Una cierta mirada: Ha ha ha, de Hong Sangsoo.
- Premio del Jurado en Una cierta mirada: Octubre, de Daniel y Diego vega.
- Premio de la cr¨ªtica internacional (Fipresci) en Una cierta mirada: Todes v¨®s sodes capitans, de Oliver Laxe.
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