Los expertos le vieron "falta de espontaneidad" al escribir

El informe caligr¨¢fico, rubricado por dos inspectores jefe, entregado a la juez Carmen Valcarce, apunta que Jos¨¦ Manuel Pinto, empleado de la consejer¨ªa de Interior de Francisco Granados, intent¨® alterar su escritura habitual cuando se le tom¨® una muestra en sede judicial para impedir que los expertos comprobaran que era el autor de las notas de los partes del espionaje a Manuel Cobo y Alfredo Prada, vicealcalde y ex vicepresidente segundo, respectivamente, de Madrid.

Los peritos resumen as¨ª esta sospecha: "En relaci¨®n al cuerpo de escritura remitido hay que manifestar que el mismo presenta una gran variabilidad en su ejecuci¨®n con la expresi¨®n de algunas graf¨ªas ¨¢giles y dominadas que alternan con otras m¨¢s lentas y controladas, incluso con trazos repasados, exhibiendo en ocasiones distintos dise?os para la expresi¨®n de una misma letra, lo que parece indicar una ejecuci¨®n retenida, dotada de una aparente falta de espontaneidad". El intento de disimular su escritura le result¨® in¨²til.

La polic¨ªa part¨ªa de un hecho ya verificado: los elementos manuscritos existentes en tres de los partes del espionaje "han sido extendidos por una misma persona". Una mano que asumi¨® el riesgo de anotar e identificar matr¨ªculas de personas que com¨ªan o cenaban con Prada, incluida la diputada auton¨®mica del PP Carmen Rodr¨ªguez Flores, que decidi¨® vender su coche, con el consiguiente perjuicio econ¨®mico, por sentir violentada su seguridad al difundirse los datos de su veh¨ªculo privado.

Espionaje indirecto

Y dado que Pinto no aparece delatado por su m¨®vil junto a los restaurantes donde alternaba Prada, al contrario que algunos de sus compa?eros imputados, esto hace pensar a los investigadores que su labor, en principio, no era espiar sobre el terreno a Cobo o Prada. Pero m¨¢s dif¨ªcil tendr¨¢ negar, en contra de lo que hizo en su reciente interrogatorio judicial, que alguna relaci¨®n s¨ª ten¨ªa con los esp¨ªas a sueldo de Aguirre, ya que manej¨® sus partes de seguimiento ilegal y anot¨® datos de coches aparcados donde ellos acechaban las cenas de Prada. Unos restaurantes donde a esas horas, en coincidencia total con los partes y las posiciones de sus m¨®viles, se encontraban merodeando no menos de tres agentes de Granados -unos ya identificados, como sus tres asesores procedentes de la Guardias Civil, y otros a¨²n no- mientras cruzaban reiteradas llamadas a veces hasta la madrugada.