Lula: jugar en primera divisi¨®n sin mojarse
Hace tiempo que el Brasil de Lula busca un papel global, y que el mundo reconoce sus m¨¦ritos y celebra sus esfuerzos. La prensa internacional ha hecho del gigante sudamericano la ni?a de sus ojos, colocando en un mismo plano el carisma de Lula, el Mundial de F¨²tbol del 2014, las Olimpiadas del 2016, el desempe?o de Itamarat¨ª (la Canciller¨ªa) en la Ronda Doha y el creciente papel brasile?o en Am¨¦rica Latina, desplazando tanto a M¨¦xico como a Estados Unidos, incluso en el patio trasero de ambos: Honduras.
En realidad, detr¨¢s de unas magn¨ªficas relaciones p¨²blicas y 16 a?os de buen gobierno (Cardoso y Lula), aunados a un crecimiento econ¨®mico mediano pero sostenido, se perfilan varias aventuras diplom¨¢ticas fallidas, disimuladas por la superficialidad y la inercia medi¨¢ticas. Pero quiz¨¢s se acerque la hora de la verdad, ya sea para confirmar el surgimiento de un nuevo protagonista global, ya sea para corroborar una obviedad: no bastan las ganas para ser una potencia mundial.
A Washington le irrita que un aliado sin "vela en el entierro" entorpezca sus planes, sean o no justos
Lula puede salir airoso de su mediaci¨®n en Ir¨¢n o acabar mal con todos
En efecto, el intento de Lula por lograr, de la mano de Turqu¨ªa y de su m¨¢gica mancuerna diplom¨¢tica (el primer ministro Erdogan y el canciller Davutoglu), un acuerdo con el r¨¦gimen iran¨ª que impidiera la imposici¨®n de nuevas sanciones a Teher¨¢n puede convertirse en un ¨¦xito notable o en una debacle. Los dos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) presentaron la semana pasada un acuerdo con el presidente Ahmadineyad cuyo prop¨®sito ostensible consiste en evitar que el programa de enriquecimiento de uranio iran¨ª se traduzca en la fabricaci¨®n de una arma at¨®mica. Para ello, propusieron canjear, en el plazo de un a?o, uranio enriquecido de bajo grado iran¨ª por varillas occidentales de uranio enriquecido de alto grado, destinadas exclusivamente al reactor de investigaci¨®n de Teher¨¢n.
El prop¨®sito real residi¨®, sin embargo, en impedir que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas considerara -y en su caso aprobara- un paquete de nuevas sanciones contra el pa¨ªs gobernado por los ayatol¨¢s. Dicha eventualidad hubiera obligado a Ankara y a Brasilia a afrontar una disyuntiva del diablo: seguir el consenso anti-Teher¨¢n y traicionar su propia ret¨®rica, u oponerse a una resoluci¨®n patrocinada por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y quedarse solos en el intento, mostrando el aislamiento y la confrontaci¨®n que entra?a su "nueva diplomacia".
La l¨®gica turca es evidente. La rep¨²blica a¨²n kemalista posee intereses reales en la zona. Lleva a cabo un comercio intenso con su vecino; tiene en com¨²n una poblaci¨®n kurda significativa; recibe parte de su gas y petr¨®leo de Ir¨¢n; una proporci¨®n importante de la poblaci¨®n iran¨ª habla turco. Su nueva pol¨ªtica exterior consiste en alejarse de las viejas posturaspro Estados Unidos y pro Israel (Turqu¨ªa es miembro fundador de la OTAN) y en acercarse a sus vecinos -Siria, Grecia e Ir¨¢n, por supuesto- y al mundo isl¨¢mico en su conjunto.
La l¨®gica brasile?a es menos obvia. No hay intereses significativos de Brasil en Ir¨¢n, el antisemitismo de Ahmadineyad es mal visto por la comunidad jud¨ªa de S?o Paulo, e Itamarat¨ª sabe muy bien que pocas cosas exasperan m¨¢s a los norteamericanos que un pa¨ªs aliado sin "vela en el entierro" entorpezca sus prop¨®sitos, con independencia de la justeza de estos ¨²ltimos. En el fondo, el gambito de Lula es otro: utilizar la inminente crisis iran¨ª para consolidar su lugar en el firmamento diplom¨¢tico internacional.
El problema es que el acuerdo de Teher¨¢n no bast¨® para impedir la presentaci¨®n de un proyecto de resoluci¨®n por Washington y los dem¨¢s miembros permanentes del Consejo, que contempla una cuarta etapa de sanciones con m¨¢s dientes y m¨¢s amplias. Todo indica, incluso, que los norteamericanos pudieron contar desde antes del esfuerzo turco-brasile?o con los nueve votos necesarios para aprobar su resoluci¨®n, dada por lo menos la abstenci¨®n rusa y china para evitar un veto. Austria, Jap¨®n, Gab¨®n, Uganda y M¨¦xico se encontraban en principio a bordo y Bosnia-Herzegovina y Nigeria en el limbo. Ya exist¨ªa en principio una coalici¨®n suficiente para imponer nuevas sanciones, incluyendo un embargo de materiales susceptibles de ser utilizados para la construcci¨®n de misiles y no s¨®lo de la ojiva nuclear que portar¨ªan.
As¨ª, de prosperar la iniciativa de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido (apoyada por Alemania y tolerada, en todo caso, por Rusia y por China), Brasil se hallar¨ªa en el peor de los mundos posibles. Tendr¨¢ que tomar partido, despu¨¦s de buscar evitarlo a trav¨¦s de un compromiso que adoleci¨® de un defecto cong¨¦nito. Una de las partes, es decir, Washington, nunca estuvo de acuerdo, aunque Davutoglu insista en que todo fue consultado con la secretaria de Estado Clinton. Si Brasil aprueba las sanciones en el CSONU, se habr¨¢ desdicho de su rechazo a las mismas; si vota en contra, lo har¨¢ en compa?¨ªa, en el mejor de los casos, solo de Turqu¨ªa y L¨ªbano. Y si se abstiene, confirmar¨¢ lo que muchos hemos reiterado: Lula quiere jugar en primera divisi¨®n, pero sin mojarse.
He aqu¨ª el quid del asunto. En realidad, Brasil ha logrado poco en el ¨¢mbito internacional, m¨¢s all¨¢ de titulares. El objetivo diplom¨¢tico n¨²mero uno de Lula -lograr un esca?o permanente en el Consejo de Seguridad- se ve, al t¨¦rmino de ocho a?os de esfuerzos, menos viable que nunca. La aventura en Honduras result¨® en una tragicomedia tropical: Brasil no pudo restituir a su asilado hu¨¦sped Manuel Zelaya, este permaneci¨® varios meses en la Embajada brasile?a, y hoy Itamarat¨ª solo puede chantajear a espa?oles y mexicanos con su ausencia en caso de cualquier invitaci¨®n o reconocimiento al nuevo presidente hondure?o. La reanudaci¨®n de la Ronda de Doha sigue indefinidamente pospuesta, Copenhague no result¨® y Canc¨²n no promete, e incluso las diversas iniciativas regionales presentadas por Brasil de la mano con Hugo Ch¨¢vez se hallan estancadas.
Ello se debe a una debilidad intr¨ªnseca del esquema. El tama?o de una econom¨ªa (Jap¨®n) o de una demograf¨ªa (India) no otorga ipso facto el estatuto de actor mundial. M¨¢s bien es la toma de partido, los valores impulsados y la eficacia a escala regional lo que, en su conjunto, pueden (o no) convertirse en una catapulta al estrellato internacional. Brasil linda con nueve pa¨ªses, y todos ellos padecen serios conflictos internos (Colombia, Bolivia, Venezuela) o con sus vecinos (Argentina con Uruguay, Colombia con Venezuela y Ecuador, Per¨² con Ecuador y con Chile, Bolivia con Chile). Pero Lula en ese pantano no ha querido incursionar: mantiene una prudente pasividad antiintervencionista, o un franco respaldo a las posiciones bolivarianas de Ch¨¢vez, Correa, Morales, Daniel Ortega en Nicaragua y los hermanos Castro en La Habana. Se resiste a impulsar valores, a tomar partido, o a buscar resultados concretos en su propio terreno.
Tal vez resulte m¨¢s f¨¢cil mediar entre Teher¨¢n y Washington (aunque nadie lo ha logrado desde 1979) que entre Caracas y Bogot¨¢, o entre Buenos Aires y Montevideo. A pesar de su patente irritaci¨®n, quiz¨¢s Barack Obama y Hillary Clinton prefieran darle el beneficio de la duda al proyecto turco-brasile?o antes que ceder a la impaciencia de Israel y de Francia. Lula puede salir airoso de su lance en las planicies persas o acabar mal con todos. Posiblemente debiera haberse mostrado satisfecho con las portadas de las revistas, sin buscar en exceso llenarlas de contenido. Suele ser m¨¢s dif¨ªcil.
Jorge Casta?eda, ex secretario de Relaciones Exteriores de M¨¦xico, es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York.
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