La hidra
Una huelga de hambre es una medida desesperada, el grito final de quien no tiene nada m¨¢s que apostar que su propia vida. Es un tema impactante y angustioso. Y estos d¨ªas ha tocado hablar de la huelga de hambre del director de cine iran¨ª Jafar Panahi, encarcelado de manera injusta y sa?udamente maltratado en la prisi¨®n. El Festival de Cannes sirvi¨® de caja de resonancia de su tr¨¢gico caso, y esa hidra de mil millones de cabezas que es la opini¨®n p¨²blica tuvo a bien otorgarle a Panahi una breve ojeada. Es, por as¨ª decirlo, la huelga de hambre de moda en este momento, y tendr¨¢ sus cinco minutos estelares. Como los tuvo, por pura suerte y coincidencias tel¨²ricas, la saharaui Aminetu. Despu¨¦s de Aminetu, un mont¨®n de saharauis han estado y algunos creo que todav¨ªa est¨¢n en huelga de hambre, pero a esos ya los ignoramos ol¨ªmpicamente. El cubano Zapata tambi¨¦n goz¨® de su momento de gloria, aunque para ello tuviera que cumplir el fastidioso exceso de morirse; pero Fari?as, que debe de estar a punto de fallecer, ya se nos ha borrado del pensamiento.
Es tan aleatorio y tan insustancial el inter¨¦s de la hidra que ha habido colosales huelgas de hambre de las que apenas se ha sabido nada. Por ejemplo: del a?o 2000 a 2004, m¨¢s de cien presos pol¨ªticos turcos murieron a consecuencia de sucesivas huelgas de hambre en reivindicaci¨®n de condiciones carcelarias dignas. Pues bien, pese a esa terrible mortandad, ?se acuerdan ustedes de eso? Todo ese sufrimiento, ?despert¨® acaso la compasi¨®n del monstruo? Y no se trata s¨®lo de las huelgas de presos. Tomemos el caso de Paulette, esa pobre ni?a rica mexicana, cuya desaparici¨®n y posterior descubrimiento bajo la cama, ya cad¨¢ver, llen¨® miles de primeras p¨¢ginas en todo el mundo. Y, sin embargo, las ni?as y mujeres asesinadas en Ju¨¢rez (388 s¨®lo en 2009) apenas reciben cobertura medi¨¢tica. Muy caprichosa, la hidra.
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