Vivir con cero euros
La crisis deja a 168.000 trabajadores sin empleo ni subsidio - Las familias resisten cambiando de dieta, reduciendo el consumo y tirando de imaginaci¨®n
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?Les queda cuerpo para planes de ajuste? Porque las calles est¨¢n repletas de ellos. Tomen el caso de Laura y Khader, matrimonio argelino que reside en Valencia desde 2002: llevan dos a?os sin cambiar de zapatos, meses sin tomarse un caf¨¦ ni tocar el m¨®vil. Hay 583.000 desempleados en la comunidad aut¨®noma. 168.000 no perciben ning¨²n tipo de subsidio. Un 12,5% de los hogares tiene a todos sus miembros en paro. Familias a las que la crisis ha obligado a cambiar de dieta, reducir el consumo a lo esencial, renegociar alquileres, ver c¨®mo se esfumaban sus propiedades, recurrir a la pensi¨®n de los padres y sobreponerse a la perplejidad que produce comprobar que no hay red ah¨ª abajo.
"?Y qu¨¦ hago ahora? ?Me pongo a robar?, dice Ricardo tras agotar el subsidio
El paro hunde el cosumo arrastrando a comerciantes que no tienen prestaci¨®n
"Viviremos de la pensi¨®n de mi madre, 500 euros", explica Concha
Ricardo Saiz no ha llegado a esa fase. Era -"o soy todav¨ªa, no lo s¨¦"- gruista de la construcci¨®n. Lleva 14 meses en paro y acaban de decirle que se le ha agotado la prestaci¨®n y que no re¨²ne los requisitos para acceder a otra clase de subsidio. "?Y qu¨¦ hago yo ahora? ?Me pongo a robar? ?Me busco una ONG o un p¨¢rroco que me d¨¦ de comer?", dice a la puerta de la oficina del Servef de la avenida del Cid, en Valencia. "Me han dicho que hasta los 52 a?os ya no me dan nada. Y yo les he dicho: '?Y estos a?os, entre los 48 que tengo y los 52, qu¨¦ hago? ?A qui¨¦n voy?".
A mediados de 2008, cuando el Gobierno y la Generalitat a¨²n se resist¨ªan a hablar de crisis, los sindicatos pidieron a Gerardo Camps, consejero de Econom¨ªa y Hacienda, que extendiera la Renta de Ciudadan¨ªa (una peque?a ayuda para personas en riesgo de exclusi¨®n social) a los parados que hubiesen agotado la prestaci¨®n por desempleo. La respuesta fue (y sigue siendo) negativa. "Acceder a la Renta de Ciudadan¨ªa es muy dif¨ªcil. Te la pueden denegar por ejemplo por ser el titular de un piso, aunque en la pr¨¢ctica ya sea del banco", explica Elvira R¨®denas, secretaria de Empleo y Formaci¨®n de UGT.
Ricardo Saiz acaba de quedarse sin ingresos, pero ya hace tiempo que su econom¨ªa familiar se transform¨® en una econom¨ªa de guerra. "Ya tenemos alquilada una habitaci¨®n en el piso donde vivo con mi novia, y vamos a alquilar otra. No salimos mucho. No bebemos alcohol. Y cuando vamos al supermercado, compramos la marca Consum antes que la Nestl¨¦ porque no llevamos pelas".
El c¨ªrculo vicioso de la crisis hace que la p¨¦rdida de empleo cause ca¨ªdas del consumo que se traducen en nuevas p¨¦rdidas de empleo. Y aunque los problemas en el negocio de Concha Gim¨¦nez ven¨ªan de antes, fue el actual hundimiento de las ventas lo que acab¨® de hundir su tienda de decoraci¨®n textil, cercana al Hospital General. Siendo aut¨®noma, no tiene derecho a prestaci¨®n. "?Que qu¨¦ hace una? Pues tirar de los ahorros, si los tienes. Y cuando se acaben recurrir¨¦ a mi madre, que es pensionista y gana poqu¨ªsimo, 500 y pico euros. Probablemente tendr¨¢ que darnos de comer a mi hija y a m¨ª. O sea, que f¨ªjate el panorama".
Concha Gim¨¦nez dispone de su madre, que tiene una pensi¨®n. Y Ricardo Saiz de su novia, que conserva el empleo y un piso realquilable. No es mucho, pero es bastante m¨¢s de lo que pueden decir Mar¨ªa Natividad Quendi, de 42 a?os, y su marido, ambos en paro. Se compraron una casa en Quito que pagaban en cuotas de 200 d¨®lares. "Y que ah¨ª se ha quedado. No la pagamos desde hace cinco o seis meses".
Laura y Khader no se metieron en cr¨¦ditos. Cuando perdieron sus empleos, fueron a hablar con su arrendador. "Le dije: no puedo pagar el piso. Lo entendi¨®. Hicimos otro contrato", cuenta Laura en un peque?o despacho de C¨¢ritas. Pasaron de pagar 460 euros a pagar 300.
Khader perdi¨® el trabajo en la obra a mediados de 2008 y desde hace m¨¢s de un a?o solo ingresa los 426 euros del Programa Temporal de Protecci¨®n por Desempleo e Inserci¨®n, el subsidio creado por el Gobierno para los desempleados sin prestaci¨®n cuya renovaci¨®n est¨¢ en el aire dentro del proceso de reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico.
"Pagamos el piso con su subsidio y comemos con lo poco que gano yo limpiando en casas", dice Laura. "Hay que comprar comida, pagar los bonos de autob¨²s, el comedor de la chiquilla, la ropa, el agua, la luz... No puedo", dice Khader.
Laura (nombre que adopt¨® en Valencia) habla castellano mejor que su marido. No usa velo, ni pa?uelo y tampoco quiere que le hagan fotos. Sus prioridades dictan que lo fundamental son los hijos; y lo m¨¢s importante, que estudien. Cada viernes, cuando cobra, lo primero que hace es ir a comprar el bono de autob¨²s para su hija (18 a?os) y su hijo (11). Lo necesitan porque cuando se mudaron de la calle de Sagunto a la de Vel¨¢zquez, los cr¨ªos se negaron a cambiar de colegio.
La familia dej¨® hace tiempo de comer cusc¨²s y sopas harira. Su alimentaci¨®n se basa en arroz, pasta, espaguetis, leche, y algo de pollo. Se acab¨® tambi¨¦n llamar a Or¨¢n cada semana: "Ahora lo hacemos cada 20 o 22 d¨ªas, y a veces llaman ellos". Y pasaron a la historia las visitas al McDonalds y los ratos de Khader con los amigos en una cafeter¨ªa. El ocio consiste ahora en bajarse al r¨ªo con un termo y unos bocadillos y dar un paseo por el viejo cauce del Turia.
Laura y Khader viven pendientes de cada c¨¦ntimo que entra y sale de casa. Pero a estas horas lo que les preocupa es el 9 de junio, el d¨ªa que su hija har¨¢ el selectivo para estudiar Traducci¨®n e Interpretaci¨®n. "Es importante que vaya a la Universidad", dice Laura. "Quiero que a mi hija le vaya bien, no como a m¨ª, si es posible".

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