?dolos de otro tiempo
"En pocos d¨ªas se cumplir¨¢ el aniversario de nuestro primer concierto", dice desde Londres Jonathan Pierce, fundador de The Drums. Hay que felicitarle. En menos de 12 meses, estos cuatro estadounidenses han tenido tiempo para publicar un ep de ocho temas y grabar un largo que se edita en una semana. Adem¨¢s, llevan desde septiembre tocando sin parar en el Reino Unido y Estados Unidos. Lo dicho: Felicidades. "Gracias. La verdad es que parece que han sido cinco a?os en vez de uno", se r¨ªe el interfecto. "Nunca tuvimos ninguna pretensi¨®n. Te juro que no pensaba que nos fueran a hacer caso. Pero, dentro de la gente a la que le interesa la m¨²sica, algunos nos aman, otros tantos nos odian y todos los que est¨¢n en medio parecen interesados en escucharnos. Es muy curioso".
"Nos aman o nos odian, pero todos est¨¢n interesados en o¨ªrnos. Es curioso"
Atenci¨®n a sus apoyos: The Drums gustan a la influyente web estadounidense Pitchfork; en el Reino Unido, el semanal NME los ha adoptado y la BBC los meti¨®, con bastante ojo, entre los grupos que iban a triunfar en 2010.
Les ha ayudado tener una imagen muy potente. Ese aspecto a lo James Dean entre inocente y perverso —"Parecen chaperos", dijo de ellos el siempre comedido Boy George— . Pero, sobre todo, lo que ha gustado ha sido haber conseguido mezclar referencias aparentemente irreconciliables: el soleado sonido de California con el deprimente pop del Manchester de los ochenta. A veces parecen un grupo surf de baj¨®n, y otras, The Smiths de buen rollo. Es pop de toda la vida con un punto realmente raro.
Pierce no es nuevo en esto. ?l y Adam Kessler, el guitarrista de The Drums, ya hab¨ªan tenido un grupo. En 2005 se hac¨ªan llamar Elkland y eran unos ¨¦mulos de The Killers a los que Sony les public¨® un ¨¢lbum por si sonaba la flauta y triunfaban. El tortazo fue de los buenos. "?ramos unos cr¨ªos e hicieron con nosotros lo que quisieron. Si oyes nuestras maquetas te dar¨¢s cuenta de lo que nos manipularon. ?ramos tan ingenuos? Fue una experiencia, porque al menos ahora soy capaz de oler la basura a kil¨®metros. Pero pas¨¦ tres a?os muy deprimido. Que tu primera banda se vaya a la mierda despu¨¦s de tantas promesas te hace sentir? in¨²til. Ten¨ªa 22 a?os. Me lav¨¦ las manos y dej¨¦ la m¨²sica. En teor¨ªa, para siempre. Estuve a punto de volver a mi pueblo".
Al pueblo, s¨ª. Este chico tan cool y moderno tiene una biograf¨ªa de telefilme. "Crec¨ª en Horseheads, una peque?a ciudad del Estado de Nueva York, con mis cuatro hermanos y mis padres, que son pastores en una iglesia. Era un hogar muy conservador, en casa solo pod¨ªamos o¨ªr m¨²sica religiosa. Ni siquiera ten¨ªa amigos porque nunca fui al colegio, me educaron en casa. Pero un d¨ªa, con 12 o 13 a?os, fui con mi madre a uno de esos mercados en los que la gente saca a la calle la morralla que ha acumulado en el garaje y casi la regala. Vi una caja de vinilos. El primero era Computer world, de Kraftwerk. La portada me intrig¨®. Lo compr¨¦ por 25 centavos. En mi habitaci¨®n hab¨ªa un tocadiscos de los sesenta. Cuando lo puse me abri¨® un nuevo mundo. Nunca hab¨ªa escuchado nada parecido. Fue como salir de la c¨¢rcel".
Asegura Pierce que todo lo que es ahora como persona nace de aquella epifan¨ªa oyendo a los rob¨®ticos Kraftwerk. "Se te mete la m¨²sica en el coraz¨®n, no puedes dejar de investigar, un grupo lleva a otro". Descubri¨® a Orange Juice y The Wake. A The Smiths, Manchester y el indie sueco. Como The Pains of Being Pure at Heart, sus ¨²nicos amigos en Brooklyn, donde viven ("El resto de las bandas son muy experimentales. Es una pelea para ver qui¨¦n es m¨¢s raro y qui¨¦n hace la intro de cuatro minutos m¨¢s extra?a. Nosotros somos todo lo contrario. Nos interesa el pop"), son yanquis de corazoncito europeo.
Pero volvamos al momento adolescente. "Ese verano me mandaron a un campamento. De repente vi a este chico un poco m¨¢s joven que yo que estaba escuchando a The Smiths y me acerqu¨¦ a ¨¦l. Era Jacob, el que hoy es mi mejor amigo. Siempre mantuvimos el contacto, aunque ¨¦l viv¨ªa en Ohio. Nos mand¨¢bamos cintas e intent¨¢bamos vernos todos los veranos, aunque fuera un fin de semana. Fue a ¨¦l al que llam¨¦ cuando estaba realmente deprimido, sin saber qu¨¦ hacer con mi vida, despu¨¦s de pasar tres a?os trabajando en Nueva York en cualquier cosa que me ofrecieran. Me dijo: 'Basta ya. Ven a Florida y vamos a montar ese grupo del que siempre hemos hablado. Y lo vamos a hacer en serio'. Y aqu¨ª estamos. Haciendo lo que nos apetece".
Aqu¨ª es The Drums, a 24 horas de un concierto en el San Miguel Primavera Sound con el que inician una gira de 32 fechas que les llevar¨¢ a festivales tan m¨ªticos como Glastonbury, Montreaux o Reading. Ya parecen europeos. "Estoy c¨®modo. Es el lugar del que proceden mis h¨¦roes. Pero, si te digo la verdad, echo de menos Nueva York. Es el lugar que m¨¢s amo en el mundo. De hecho, creo que amo m¨¢s esa ciudad de lo que amo a mi familia".
The Drums se edita el 7 de junio en Nuevos Medios. Act¨²an ma?ana en el Festival San Miguel Primavera Sound de Barcelona, a las 21.45.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.