El estratega en apuros
Hubo una vez en que la carrera pol¨ªtica y personal de Juan Manuel Santos, y quiz¨¢s la propia supervivencia del Gobierno colombiano, pendieron de un hilo durante 22 minutos. Fue el tiempo que dur¨® el rescate de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), llevado a cabo en plena selva por un equipo de militares desarmados y disfrazados de periodistas y activistas humanitarios. La Operaci¨®n Jaque qued¨® consagrada como uno de los golpes m¨¢s espectaculares en la historia de la inteligencia militar. Pero aquel 2 de julio de 2008, Santos se la jug¨®.
"Es la audacia de un buen jugador de p¨®ker como ¨¦l", comenta el escritor Plinio Apuleyo Mendoza. Audaz fue tambi¨¦n la Operaci¨®n F¨¦nix, el ataque contra el campamento ecuatoriano de Ra¨²l Reyes, n¨²mero dos de las FARC. El conflicto diplom¨¢tico con el pa¨ªs vecino dura hasta ahora, pero los resultados superaron todo lo imaginable: los tres ordenadores del jefe guerrillero abrieron las entra?as de la narcoguerrilla y sus v¨ªnculos internacionales, sobre todo con el Gobierno de Venezuela.
Ex ministro de Defensa y delf¨ªn de Uribe, conf¨ªa en ganar pese al empate que auguran los sondeos
Juan Manuel Santos es el s¨ªmbolo de la seguridad democr¨¢tica, la exitosa pol¨ªtica del presidente ?lvaro Uribe que rescat¨® a Colombia de los grupos armados y el narcotr¨¢fico. Y sin embargo, la carrera hacia la presidencia, que cre¨ªa resuelta, se le ha puesto cuesta arriba con la llegada de un candidato que est¨¢ en las ant¨ªpodas de su perfil. Los ¨²ltimos sondeos lo han vuelto a situar en cabeza, pero este economista y abogado de 58 a?os est¨¢ teniendo que echar el resto en su primera aventura electoral.
"Soy v¨ªctima de mi propio ¨¦xito", comentaba Santos a EL PAIS esta semana. La seguridad, en efecto, ya no es la prioridad de los colombianos, m¨¢s preocupados ahora por la crisis econ¨®mica. Y aqu¨ª viene la primera paradoja: "Es que yo s¨¦ m¨¢s de econom¨ªa que de seguridad", dice el candidato, formado en EEUU y en la London School of Economics. Su papel en Defensa, se queja, ha opacado su buena gesti¨®n al frente de los ministerios de Comercio (1991-1994) y Hacienda (2000-2002), reconocida incluso por sus detractores.
La gente tiene mala memoria, dice Santos, pero ¨¦l ha pecado, y as¨ª lo asume, de un exceso de confianza. "Pens¨® que ya lo ten¨ªa hecho y se qued¨® en las nubes", dice un allegado. Quiz¨¢s el principal problema del candidato es que los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y espionaje pol¨ªtico de algunos funcionarios del Gobierno est¨¢n dando munici¨®n a sus rivales. Tambi¨¦n el caso de las ejecuciones extrajudiciales de varios j¨®venes por parte del Ej¨¦rcito. "Lo injusto es que Santos se tom¨® muy en serio el tema de los derechos humanos y la corrupci¨®n. No le tembl¨® la mano para destituir a 27 oficiales y acab¨® disgustando a la c¨²pula militar", explica un cercano colaborador en Defensa.
Otras limitaciones son m¨¢s prosaicas: el candidato no es buen orador en la plaza p¨²blica y su timidez (o su arrogancia, seg¨²n sus adversarios) le da una imagen de distancia.
A Santos, miembro de una acomodada familia bogotana de pol¨ªticos y periodistas (¨¦l mismo ejerci¨® la profesi¨®n y gan¨®, en 1985, el Premio Rey de Espa?a con unos reportajes sobre la Nicaragua sandinista), se le identifica con la oligarqu¨ªa colombiana. Sin embargo, y aqu¨ª viene la otra paradoja, el grueso de su electorado est¨¢ entre las clases populares y, sobre todo, en las ¨¢reas rurales, mucho m¨¢s castigadas por las FARC.
Al carisma de Antanas Mockus, el equipo de Santos contrapone "la eficacia probada" de su candidato. "Juan Manuel no es un fil¨®sofo de la honradez", comenta Carlos Rodado, hombre clave de su equipo. "Es un hombre de resultados".
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