Un podio a la luz de la esperanza
Basso, tras un 'viaje' de cuatro a?os, y Arroyo culminan en Verona el Giro de su vida
Al salir de la oscuridad, un brillo rosa, una pasarela, una alfombra, deslumbr¨® a Ivan Basso. Al fondo, en el escenario, la Arena de Verona un clamor, tres personas, los dos hijos del campe¨®n, Santiago y Domitila, y su entrenador, Aldo Sassi, gris, nervioso. Y all¨ª, ante todos, ante los miles de personas que disfrutaban en las gradas de un recinto romano un espect¨¢culo, el final de una carrera ciclista, que mezclaba un poco de ¨®pera, un poco de lucha de gladiadores, Basso se abraz¨® con su entrenador, con Sassi, que sufre un grave tumor cerebral.
Hace cuatro a?os, cuando gan¨® su primer Giro, Ivan Basso no se abraz¨® con su preparador, cuya identidad manten¨ªa en secreto. Tampoco podr¨ªa haberlo aunque hubiera querido. Se llamaba Eufemiano Fuentes y por aquel entonces, reci¨¦n estallada la Operaci¨®n Puerto, ten¨ªa otras cosas en que pensar.
Basso, que gan¨® en 2006, cuando la Operaci¨®n Puerto, record¨® a Indurain
Arroyo ha dejado de ser para la afici¨®n un ciclista invisible, uno m¨¢s del pelot¨®n
Hace cuatro a?os, el podio del Giro, Basso, estrepitoso, que dicen los italianos, Jos¨¦ Enrique Guti¨¦rrez, segundo lejan¨ªsimo, a diez minutos casi, y Gilberto Simoni, fue un podio a la sombra de la sospecha. Rostros sombr¨ªos en los cajones, rabioso el de Basso, insaciable.
Ayer, en el podio, un podio a la luz de la esperanza, a la derecha de Basso, sonrisa serena, mirada de ni?o, otro espa?ol feliz, David Arroyo, que termin¨® segundo a menos de dos minutos; a su izquierda, un italiano joven, el futuro, Vincenzo Nibali, el tibur¨®n del estrecho. Los tres, la foto fija de uno de los Giros m¨¢s hermosos y disputados de los ¨²ltimos a?os. Y, detr¨¢s de ellos, rozando el podio, Scarponi, Evans, Vinok¨²rov, Sastre, otros que contribuyeron a que el relato del Giro 2010 fuera, los primeros d¨ªas, la narraci¨®n de una cl¨¢sica diferente cada d¨ªa. Cada etapa, una novela, un sobresalto, un escalofr¨ªo, un protagonista. El viento, las ca¨ªdas, el fr¨ªo, los abanicos de Holanda; el barro de Siena y Montalcino, la niebla del terminillo, la lluvia y la revuelta del pelot¨®n contra la dictadura del Liquigas en L'Aquila. Dicen que todo viaje f¨ªsico es, ante todo, un viaje interior. Que nunca es la misma persona quien se echa a andar por el camino que quien fatigada se deja caer sobre un sill¨®n al final. Para Basso, de 32 a?os, el camino que termin¨® ayer en lo m¨¢s alto del podio de Verona fue m¨¢s largo que las tres semanas, los 3.480,3 kil¨®metros que le llevaron desde Amsterdam a Verona en casi 88 horas de bicicleta. Fue un camino de cuatro a?os, un camino de rehabilitaci¨®n que pas¨® por la negaci¨®n de la evidencia, la confesi¨®n, la sanci¨®n, la reconstrucci¨®n. Un camino de b¨²squeda de la inocencia que le condujo directo a la infancia, a la mirada del ni?o que fue, del chaval de 15, 16 a?os, que se sentaba delante de la tele para ver el Giro y se emocionaba al ver a Indurain, su fuerza tranquila, su m¨¢scara de serenidad en los momentos m¨¢s duros. El ni?o con el que se reencontr¨® este Giro.
"El s¨¢bado, cuando estren¨¦ la maglia rosa, el equipo me ten¨ªa preparado un culotte rosa a juego", dijo Basso. "Pero yo no me lo quise poner. Me acord¨¦ de Indurain, de su imagen con la maglia rosa y el culotte negro del equipo. He cedido a los recuerdos".
A Arroyo le esperaban en la Arena su chica, Pamela, su hijo, Marcos, sus padres, el recuerdo del bolo que sali¨® de Talavera para su tercer Giro sin sospechar que esta vez acabar¨ªa mucho m¨¢s arriba de sus habituales d¨¦cimo, und¨¦cimo puesto, el puesto en que hubiera terminado este a?o tambi¨¦n sino fuera porque su equipo -cinco en la fuga, los m¨¢s activos, los m¨¢s decididos- rompi¨® la rutina en los Abruzos, camino de L'Aquila, un mi¨¦rcoles de mayo lluvioso y oscuro.
En el viaje que comenz¨® en Amsterdam Arroyo, de 30 a?os, no solo ha transformado su mirada, su forma de ver el ciclismo, su deporte, la vida, tambi¨¦n, sobre todo, la mirada que los dem¨¢s arrojan sobre ¨¦l, sobre su figura de escaladorcito castellano, sus mechas, o el diamante que brilla en una de sus orejas.
Arroyo inici¨® su viaje individual con una ruptura. A finales de 2003 decidi¨® no aceptar la oferta de renovaci¨®n de Manolo Saiz, que creaba nuevo equipo tras la retirada del patrocinio de la ONCE, y se march¨® a Portugal. El exilio dur¨® un a?o, lo que tard¨® en repatriarlo Eusebio Unzue para el Caisse d'?pargne, donde se convirti¨® en valioso gregario para la monta?a, un hombre para marcarle el ritmo a Valverde, a Pereiro, a las figuras.
L'Aquila le regal¨® 13 minutos y un nuevo impulso, una f¨¢bula rosa de seis d¨ªas, un viaje que acab¨® en el podio de Verona y en una nueva conciencia de clase, una nueva vida. L'Aquila regal¨® a los aficionados una persona, sac¨® de la invisibilidad del pelot¨®n a un ciclista m¨¢s al que apreciar, al que admirar, al que seguir. Una victoria para todos.
Basso, italiano, dijo que su viaje de recuperaci¨®n no terminar¨ªa hasta julio, hasta su regreso, cuatro a?os despu¨¦s, a un Tour del que fue arrancado a la fuerza. "Antes que perderme el Tour perder¨ªa un brazo", dijo. Arroyo, castellano, no dijo nada, pero su interior seguir¨¢ procesando su nuevo yo.
21? etapa. Verona. 15 km contrarreloj. 1. Larsson, 20m 19s. 2. Pinotti, a 2s. 3. Vinok¨²rov, a 17s. 15. Basso, a 42s. 47. Arroyo, a 1m 18s. 60. Sastre, a 1m 26s.
General final. 1. Basso, 87h 44m 1s. 2. Arroyo, a 1m 51s. 3. Nibali, a 2m 37s. 4. Scarponi, a 2m 50s. 5. Evans, a 3m 27s. 6. Vinok¨²rov, a 7m 6s. 7. Porte, a 7m 22s. 8. Sastre, a 9m 39s.
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