Abrir las fosas comunes de una vez
Una modificaci¨®n de la Ley de la Memoria Hist¨®rica ha puesto en manos de los Gobiernos la tarea de las exhumaciones. Se requiere coordinaci¨®n y criterios cient¨ªficos. Argentina ofrece un buen ejemplo
Desde octubre del a?o 2000, en que se realiz¨® con metodolog¨ªa arqueol¨®gica la primera excavaci¨®n de una fosa com¨²n de la Guerra Civil, muchas han sido desde entonces exhumadas a lo largo de toda la geograf¨ªa del pa¨ªs. Se pueden contar por docenas y las v¨ªctimas recuperadas por centenares. Diferentes asociaciones y organizaciones han sido las responsables de haber realizado estos trabajos de recuperaci¨®n. De hecho, pusieron de moda el t¨¦rmino memoria hist¨®rica. En 2006, el Gobierno de Zapatero opt¨® por conceder subvenciones anuales a estas asociaciones y dejar que fueran ellas las encargadas de realizar los trabajos de documentaci¨®n, exhumaci¨®n e identificaci¨®n. Ha sido una responsabilidad, por tanto, que ha reca¨ªdo en asociaciones de voluntarios, donde en muchos casos han primado, frente a los criterios cient¨ªficos, intereses personales, pol¨ªticos o incluso econ¨®micos. En algunos casos, adem¨¢s, sus dirigentes y/o t¨¦cnicos no estaban preparados para realizar una labor de esta envergadura por carecer de cualificaci¨®n t¨¦cnica o profesional.
La f¨®rmula de subvencionar el trabajo y dejarlo en manos de voluntarios no funciona
El Gobierno debe proponer un modelo que no sea fruto de la improvisaci¨®n
El tema de las exhumaciones es demasiado importante como para que se haya dejado en manos de la improvisaci¨®n con que trabajan muchas de estas organizaciones, y que ponen a prueba constantemente la dimensi¨®n cient¨ªfica que debe presidir este trabajo. Por respeto a las v¨ªctimas, las cosas no deber¨ªan haber ocurrido as¨ª. Y cuando hablo de v¨ªctimas no me refiero solo a los asesinados y enterrados en las cunetas de cualquier carretera de Espa?a, sino que tambi¨¦n pienso en sus familiares, a los que, adem¨¢s de arrancarles la vida de un ser querido, se les neg¨® el derecho a un entierro digno, impidiendo as¨ª cerrar el ciclo del duelo.
Y es que un crimen siempre ser¨¢ un crimen. Venga de donde venga, de la izquierda o de la derecha, del franquismo o del terrorismo de ETA, y carece de sentido que los unos quieran utilizarlo en plan revanchista para intentar hacer ver lo malos que eran los otros. Sea como sea, la dimensi¨®n del movimiento de la memoria hist¨®rica ha ido mucho m¨¢s lejos, por as¨ª decirlo, de los conceptos de desaparecido y de fosa com¨²n. Estamos asistiendo a un revisionismo de nuestra historia reciente en el que surgen interpretaciones partidistas e interesadas sobre procesos como, por ejemplo, el de la Transici¨®n, que personalmente creo que es de lo poco que los espa?oles hemos hecho bien. Han aparecido tambi¨¦n voces que claman para que se anule la Ley de Amnist¨ªa del 77: lo que nos obliga a recordar que dicha ley fue un logro de la izquierda y no de los franquistas, que se resist¨ªan a ella, y por la que hubo gente que lleg¨® a perder la vida en la lucha para que se aprobase. Con ella se pretend¨ªa sacar de la c¨¢rcel a todos los antifranquistas encerrados, no indultar los cr¨ªmenes de la dictadura. Una cosa es que en la Transici¨®n pudieran quedar algunos temas mal resueltos, pero de ah¨ª a renegar de ella, y decir que a¨²n gobiernan los franquistas y que este pa¨ªs no es una verdadera democracia, dista un abismo.
Algunos no salimos de nuestro asombro cuando vemos que determinados intereses est¨¢n tergiversando el pasado reciente hasta el punto de intentar forzar una "argentinizaci¨®n" del caso espa?ol, llegando a comparar lo que se hizo aqu¨ª con las leyes de punto final que firm¨® Menem, cuando se trata de dos casos completamente distintos y contrapuestos, pese a que algunos insistan en hacerlos coincidir. Como afirma el periodista Florencio Dom¨ªnguez, a este paso vamos a necesitar un comit¨¦ de expertos que establezca "la verdad hist¨®rica" de la Transici¨®n.
Desde aquellos hechos han pasado m¨¢s de 30 a?os y m¨¢s de 70 desde la Guerra Civil. Ya va siendo hora, por tanto, que todo esto se analice y se vea desde la tranquilidad y el sosiego, y dejarnos de apasionamientos para poder realizar investigaciones serias de la historia de Espa?a, ayudar a las personas que tienen alg¨²n desaparecido y dejar por fin de utilizar esos asesinatos como arma arrojadiza de los "unos" contra los "otros". Este pa¨ªs se va mereciendo que no se levanten ampollas, ni peleas de taberna, y menos a¨²n por su historia.
Para poner un poco de cordura a todo este asunto, deber¨ªa ser el Gobierno espa?ol el encargado de llevar a cabo las exhumaciones que se hayan solicitado y poner as¨ª, en una cuesti¨®n tan delicada, algo de sentido com¨²n encima de la mesa. La f¨®rmula que se ha utilizado hasta ahora, la de subvencionar y dejar el trabajo en manos de voluntarios no profesionales, ha demostrado ser err¨®nea y estar agotada. Y debo, en este punto, entonar yo mismo un mea culpa por la parte de responsabilidad que me corresponde por haber ayudado a crear algo que se nos ha escapado de las manos y que ha creado m¨¢s divisi¨®n que uni¨®n.
Las importantes cantidades de dinero dadas por el Gobierno (aunque haya asociaciones que insistan en negarlo) no se han visto recompensadas por los resultados obtenidos. Un acuerdo del pasado d¨ªa 11, entre IU-ICV y el PSOE, ha hecho posible una modificaci¨®n de la llamada Ley de la Memoria Hist¨®rica (que nunca ha servido para una sola exhumaci¨®n y que solo se hizo con el fin de acallar cr¨ªticas) para que sean las administraciones las que se responsabilicen del trabajo en las fosas comunes de la Guerra Civil. As¨ª dicho, desde luego suena bien y acertado. Por fin, el Gobierno toma directamente cartas en el asunto, aunque ser¨ªa interesante saber por qu¨¦ no hab¨ªa tomado hasta ahora esta decisi¨®n. Tal vez hab¨ªa visto que se trataba de una bomba de relojer¨ªa que pod¨ªa estallarle en las manos en cualquier momento. Como dice el refr¨¢n, m¨¢s vale tarde que nunca.
Ahora les toca explicar c¨®mo tienen previsto llevar adelante esta nueva decisi¨®n, qu¨¦ administraciones son las que habr¨¢n de responsabilizarse e involucrarse en esta labor. Y es que una cosa es querer y otra, muy distinta, poder; y es previsible que surjan muchas dificultades. Las Comunidades Aut¨®nomas seguramente tendr¨¢n mucho que decir al respecto. Hay algunas, como Arag¨®n, que consideran que las exhumaciones de fosas comunes, al considerarlas yacimientos arqueol¨®gicos, est¨¢n sujetas a la ley de patrimonio hist¨®rico de ese Gobierno. La Administraci¨®n catalana, en cambio, no est¨¢ por la labor de exhumar dichas fosas comunes y prefieren colocar monolitos en recuerdo de las v¨ªctimas.
En los pr¨®ximos meses, el Gobierno deber¨¢ proponer un modelo de trabajo, que no sea otra vez fruto de las prisas y la improvisaci¨®n y que no deber¨ªa responder, simplemente, al af¨¢n de obtener un rendimiento pol¨ªtico. Deber¨¢ ser valiente y saber dar un paso hacia atr¨¢s, que en ello no hay nada malo, pues saber rectificar es de sabios. Es necesario que pregunte y solicite consejo a los profesionales y, sobre todo, su tarea es la de ayudar a las personas que soliciten las exhumaciones d¨¢ndoles soluciones, para as¨ª reconducir todo este proceso, en el que no han de tener ning¨²n protagonismo y que deber ser realizado, por supuesto, sin ning¨²n tipo de revanchismo como al que hemos asistido hasta ahora.
Quiz¨¢ lo mejor ser¨ªa hacer las cosas con naturalidad y sobre todo con mucha humildad. Tal vez el Gobierno deber¨ªa fijarse en modelos que ya funcionan, como el Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense (EAAF), uno de los grupos m¨¢s respetados en todo el Cono Sur, de amplia y contrastada experiencia a nivel internacional, donde prima la profesionalidad y lo que m¨¢s importa es la calidad del trabajo realizado y no la cantidad de fosas exhumadas, como ha sucedido en Espa?a. No en vano, ellos fueron el primer grupo de este tipo a nivel mundial, trabajando en el campo de los desaparecidos desde 1984, primero en Argentina y m¨¢s tarde en otros pa¨ªses. Se puede decir, sin lugar a dudas, que este equipo cre¨® escuela y tal vez sea el espejo en el que Espa?a debe reflejarse.
Estamos en un momento en el que el Gobierno puede rectificar y reconducir toda esta dispersi¨®n de esfuerzos realizados hasta el d¨ªa de hoy, por eso habr¨¢ que ver c¨®mo se materializa este compromiso contra¨ªdo con la sociedad espa?ola en general y con las v¨ªctimas en particular. Al menos, confiemos en que esta vez, por fin, las cosas se hagan bien. Por lo menos, que haya voluntad real de ello.
Javier Ortiz es arque¨®logo forense.
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