Las vacas de Santamaria

?l la llam¨® una "xerrada amb moviment". Pero Perqu¨¨ les vaques ben munyides donen xampany, la obra que Santi Santamaria present¨® ayer en el Romea en sesi¨®n ¨²nica, a lo que m¨¢s se asemejaba era a un show del tipo the chef and his friends. Un show surrealista y zumb¨®n en el que el cocinero explicaba la historia de una misteriosa vaca frisona aparecida en el Pla de la Calma del Montseny que, en lugar de leche, daba champa?a, con el consiguiente revuelo informativo y hasta pol¨ªtico al que tal prodigio daba lugar.

Por el escenario iban pasando amigos del cocinero, cada uno aportando su particular punto de vista vacuno. Hac¨ªa las veces de presentador Carles Canut, director de la Fundaci¨® Romea y que impulsa estas sesiones con profesionales de diferentes ramos que explican la historia que les place (Quim Monz¨®, recientemente, explic¨®, por ejemplo, por qu¨¦ no iba nunca al teatro).

Tras la introducci¨®n, barra libre. El actor Jordi Bosch ley¨® un fragmento de La vaca cega, el guitarrista Diego Cort¨¦s intercalaba brillantes interludios flamencos, el performer argentino El Gary invitaba al p¨²blico a cantar y Tor-tell Poltrona aparec¨ªa anunciando a gritos que en la parada 69 del mercado hab¨ªa encontrado un cordero... ?con sabor a salm¨®n!

Luis Bu?uel no fue citado, pero s¨ª se proyect¨® una foto de una vaca voladora que remit¨ªa al imaginario del director. Al final, como no pod¨ªa ser de otro modo, artistas y espectadores cantaron Tengo una vaca lechera. Tol¨®n, tol¨®n.

La cosa no habr¨ªa pasado de la astracanada de no ser por que Santamaria escribe en un catal¨¢n espl¨¦ndido y recita con gracia. No hace falta decir que la vaca desata la ambici¨®n del Gobierno de Madrid, que quiere llev¨¢rsela para convertirla en bien de inter¨¦s nacional, mientras que una plataforma independentista vacuna lucha por retenerla. ?Hasta Carla Bruni, el toro de Osborne y un juez que defiende la memoria hist¨®rica agropecuaria acaban desfilando en este delirante carrusel!

Al final, claro, la vaca acaba dando leche y Santamaria lanzando sus conocidas pullas contra cierta cocina moderna que confunde los sabores... Pero el realismo no le sienta bien a un ejercicio literario tan fant¨¢stico como descacharrante.