Mis memorias son las de los otros
El g¨¦nero de la 'memoir', fogonazos autobiogr¨¢ficos a partir de vidas ajenas, irrumpe con fuerza en Espa?a - Las relaciones familiares centran la avalancha
?Qu¨¦ nombre reciben en espa?ol los libros autobiogr¨¢ficos que cuentan solo un fragmento de la vida del que lo escribe, muchas veces en relaci¨®n con alguien a quien trataron con intimidad? En efecto, el g¨¦nero era hasta ahora tan escaso en Espa?a que ni siquiera hay una palabra concreta para nombrarlo. Los anglosajones, virreyes de la primera persona, utilizan el t¨¦rmino memoir, un galicismo -los reyes son los franceses-, para distinguir las memorias parciales de las totales. El microscopio y el telescopio.
Uno de los grandes cl¨¢sicos de ese subg¨¦nero memorial¨ªstico es, con Kafka a la cabeza, el relato de las tensas relaciones entre hijos y padres. En lo que va de curso se han editado en Espa?a varios t¨ªtulos escritos desde esa tensi¨®n y casi siempre a ra¨ªz de la muerte del padre del autor. Escritos o dibujados, porque la novela gr¨¢fica El arte de volar (Edicions de Ponent), con gui¨®n de Antonio Altarriba y dibujos de Kim -que el mes pasado triunf¨® en el Sal¨®n del C¨®mic de Barcelona-, cabr¨ªa perfectamente en la misma estanter¨ªa que Diario del duelo (Paid¨®s), un in¨¦dito p¨®stumo consagrado por Roland Barthes a su madre, o que Traiciones de la memoria (Alfaguara), una coda del colombiano H¨¦ctor Abad Faciolince a El olvido que seremos (Seix Barral), un homenaje a su padre que, tan solo cuatro a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n, ya es todo un cl¨¢sico.
Entre las novedades presentadas est¨¢n Giralt, Ford, Romeo y un Barthes in¨¦dito
En las ¨²ltimas semanas, adem¨¢s, se ha reeditado Mi madre (Anagrama), publicado en 1988 por Richard Ford, y ha visto la luz Tiempo de vida (Anagrama), el relato descarnado, emotivo y compasivo de la relaci¨®n de Marcos Giralt Torrente con su padre. O viceversa. Un camino de doble v¨ªa no exento de accidentes por el que tambi¨¦n han transitado autores contempor¨¢neos como Philip Roth, Auster, Modiano, Kureishi, J. R. Ackerley, Annie Ernaux, Albert Caraco, Alison Bechdel o Soledad Pu¨¦rtolas.
"?Cu¨¢l es la diferencia entre este tipo de libros y las memorias convencionales? Que estas ¨²ltimas cuentan toda una vida sin que haya un final", explica Giralt Torrente. "Y ¨¦se es justo el punto de partida de los libros de duelo: la historia est¨¢ completa, cerrada. Es m¨¢s f¨¢cil encontrar en ellos una estructura argumental novelesca". Pero hay m¨¢s: "Si unos tratan de representar el fresco de una vida en toda la pared, los otros abren una ventana sobre ese fresco y centran ah¨ª la mirada. Por eso tiene una intensidad redoblada".
Una intensidad que nace en esos libros de la "necesidad absoluta de ser escritos". Obras, pues, que se imponen a sus autores, lo que no quiere decir que los curen: "No creo en la literatura terap¨¦utica en el sentido de escritura autom¨¢tica en la que uno vuelca su interior. La gran literatura tiene siempre una voluntad est¨¦tica que se impone sobre la necesidad universal de escribir sobre un ser querido. Escribir no te ayuda a paliar el dolor. A m¨ª me ayud¨® a poner en orden una experiencia que viv¨ª desbordado, desordenadamente".
A esa relaci¨®n entre caos y orden le a?ade un matiz Blas Matamoro, que acaba de presentar en la feria el ensayo Novela familiar (P¨¢ginas de espuma): "La recuperaci¨®n de la imagen paterna en la escritura es una s¨ªntesis de la experiencia afectiva del hijo, hecha de amor y odio. Esta s¨ªntesis adquiere incontables personificaciones: Dios, la patria, la lengua, el maestro, la revoluci¨®n, la tradici¨®n, la propia escritura".
En ocasiones el protagonista del memoir no es el padre. Pero casi siempre la crudeza de la indagaci¨®n es la misma. "Todo empieza con una pregunta: ?c¨®mo no me di cuenta de que te ibas a suicidar? De esa pregunta sale otra pregunta: ?por qu¨¦ tu muerte me produjo un alivio tan grande?". Ese es uno de los momentos clave de Amarillo (Plot), el libro que F¨¦lix Romeo escribi¨® hace dos a?os sobre su amigo el escritor Chus¨¦ Izuel. Ni ¨¦l ni el autor de Tiempo de vida utilizan un solo gramo de maquillaje para salvarse a s¨ª mismos de la quema. "Como expon¨ªa la intimidad de mucha gente, no pod¨ªa yo ocultarme bajo una capa de siete velos", aclara Giralt. "Lo contrario hubiera sido tramposo".
Fuera de las cuatro paredes de una misma casa, hay otra variante del g¨¦nero de la memoria parcial que cambia la relaci¨®n desigual entre hijos y padres por la m¨¢s igualitaria entre intelectuales, por m¨¢s que el que escribe siempre lo haga desde un pelda?o m¨¢s bajo de la escalera. Es en parte lo que hacen de forma poli¨¦drica Juan Cruz en Egos revueltos (Tusquets) respecto a Francisco Ayala, Onetti o Cabrera Infante y Josep Maria Castellet en Seductors, il.lustrats i visionaris (Edicions 62) respecto a Carlos Barral, Gabriel Ferrater o Terenci Moix. Tambi¨¦n lo que han hecho respecto a Mar¨ªa Zambrano dos poetas: Clara Jan¨¦s en Desde la sombra llameante (Siruela) y Jos¨¦-Miguel Ull¨¢n en su largo pr¨®logo, casi un libro en s¨ª, a Esencia y hermosura (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores), una antolog¨ªa de la pensadora malague?a. A ese grupo, casi siempre marcado por la admiraci¨®n, pertenecen las parejas Jorge Edwards-Neruda, Bioy-Borges, Jean Daniel-Albert Camus, Elisabeth Bishop-Marianne Moore o Peri Rossi-Cort¨¢zar.
Benjam¨ªn Prado, que narra en Romper una canci¨®n (Aguilar) su colaboraci¨®n con Joaquin Sabina, cuenta que la inspiraci¨®n de ese libro naci¨® de otro suyo, A la sombra del ¨¢ngel (Aguilar). Un texto anfibio, "un libro sobre m¨ª que trata de Rafael Alberti". As¨ª define aquella obra Prado, que apunta sobre el g¨¦nero: "Lo importante no es que habla de alguien ilustre sino lo que tiene de aleccionador". Despu¨¦s de apuntar que la novedad de libros as¨ª entre nosotros se debe a que los espa?oles son demasiado pudorosos -"bravos por fuera y timoratos por dentro"-, recuerda tambi¨¦n que su valor est¨¢ en el dif¨ªcil equilibrio del que hablaba T. S. Eliot en un poema a su mujer: historias privadas contadas en p¨²blico. O sea, palabras que ya no se pueden echar atr¨¢s.
Babelia
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