La cueva del amo del 'tecno'
Cristian Varela, mejor 'disc jockey' espa?ol, ser¨¢ una de las estrellas de Rock in Rio
Son 15 escalones en descenso, directos a un agujero que no puede contrastar m¨¢s con su entorno. En las tripas del barrio m¨¢s rockero de Madrid, Malasa?a, en la misma calle del guitarrero bar La V¨ªa L¨¢ctea, ah¨ª justamente se enclava el laboratorio tecno m¨¢s prol¨ªfico de la ciudad. Es el estudio de grabaci¨®n del madrile?o Cristian Varela, mejor disc jockey espa?ol del a?o, seg¨²n las publicaciones del sector y estrella del inminente Rock in Rio (act¨²a el 11 de junio).
La cueva de Varela ocupa unos 10 metros cuadrados de un s¨®tano perfectamente acondicionado, con la temperatura justa, una mesa de grabaci¨®n con sabe Dios cu¨¢ntos botoncitos y una hermosa pantalla de plasma. Vinilos y compactos por todos los rincones, una caja con 12 CD de Mozart y otra similar de Bach. Y mu?ecos: la cabeza de Darth Vader, el malo de La guerra de las galaxias, o de la serie de dibujos animados Mazinger Z. "Es que soy fan de este tipo de cine. La peli que me vuelve loco es La guerra de los mundos. De hecho, cuando escuch¨¦ la banda sonora, de Jeff Wayne, empec¨¦ a ser m¨²sico. Y, adem¨¢s, mi padre dobl¨® a uno de los personajes protagonistas en la versi¨®n en espa?ol".
"Est¨¢n muy equivocados los que dicen que no somos m¨²sicos"
"Hay que ser psic¨®logo para mantener a 15.000 personas bailando"
Ah, el padre de Cristian, Luis Varela, actor y doblador de esos de-toda-la-vida, popular¨ªsimo en los ¨²ltimos a?os por interpretar al retorcido Gregorio Ant¨²nez, el jefe de la oficina de Camera caf¨¦. Cristian recuerda como "uno de los d¨ªas m¨¢s emocionantes" de sus 34 a?os de vida cuando apareci¨® unos minutos en una de las piezas humor¨ªsticas de la serie.
En realidad, se interpret¨® a s¨ª mismo: un dj pinchando con la mesa al lado de la famosa m¨¢quina de caf¨¦. Cristian le pregunta al padre en este gag: "?Qu¨¦ pongo: minimal, tecno, trance, house..?". Y Gregorio (o sea, Luis Valera) le responde, despu¨¦s de un titubeo: "Pon lo que te salga de los huevos, hijo".
"Mi padre es un fen¨®meno", le ensalza Cristian, "a veces viene a verme pinchar. Se coloca en la barra con su cubatita y se pone a charlar con los camareros". Digamos que el veterano actor cuenta 67 a?os y que donde pincha su hijo se llena de veintea?eros desbocados. Es el p¨²blico que consume la m¨²sica electr¨®nica que fabrica este dj.
Cristian se emplea a fondo para enterrar t¨®picos: "Est¨¢n equivocados los que dicen que no somos m¨²sicos. En mi caso, adem¨¢s, tengo estudios superiores [solfeo y hasta s¨¦ptimo de piano]. Los poperos tienen sus guitarras y nosotros cogemos fragmentos de canciones para fabricar temas. Luego, las fusionamos y las sincronizamos. El dj debe ser psic¨®logo. Tienes que mantener a 15.000 personas bailando, hay que improvisar, estudiar a la gente...".
Su r¨¦cord de gente bailando con su actuaci¨®n: un mill¨®n en el Love Parade de Berl¨ªn, en 1998.
Vuelve sobre su infancia, cuando su madre estaba convencida de que se encontraba "endemoniado". "Es que era muy bruto: si no quer¨ªa lentejas, las tiraba; cuando jugaba en mi cuarto hac¨ªa agujeros en los armarios. Mis padres estuvieron a punto de llevarme al psic¨®logo".
Las gamberradas llegaron hasta su etapa escolar. Le expulsaron del Liceo Franc¨¦s. Fumar, no estudiar, liarse con una quincea?era en los ba?os... Demasiado para un colegio estricto: ?a la calle! Hasta que se profesionaliz¨® como dj.
Cristian no es partidario de pinchar con el ordenador, como operan algunos compa?eros de profesi¨®n. Lo hace con vinilos y compactos y en tres platos. "Una sesi¨®n de cuatro a cinco horas es extenuante. S¨ª, se adelgaza", remacha.
Tipo inquieto, ramifica sus proyectos: adem¨¢s de pinchar, produce a otros dj's, da clases (uno de sus mejores alumnos es el actor porno Nacho Vidal, "y pincha con las manos, te lo aseguro", comenta con iron¨ªa), tiene su propia discogr¨¢fica... ?Y cu¨¢nto cobra por una sesi¨®n de cuatro horas? "Entre 3.000 y 8.000 euros", informa.
En cuanto a otro t¨®pico de la m¨²sica electr¨®nica, el de la profusi¨®n de estimulantes, se desmarca: "Puede haber drogas en un concierto de rock, en un restaurante o en el sal¨®n de una casa. Yo no me he drogado en la vida". Su carburante en la cabina es el whisky: "Pero he tenido que parar. Imag¨ªnate: llevo 20 a?os pinchando y siempre con unos whiskitos... Ten¨ªa las transaminasas por las nubes. El m¨¦dico me orden¨® que lo dejara durante seis meses. Los cumplo justo despu¨¦s de Rock in Rio. Me desquitar¨¦, descuida".
Vive en Colmenarejo, en la sierra madrile?a, para llevar mejor su problema de asma. Pero le tira el bullicio de la ciudad. "Estoy ense?ando a pinchar a mi novia", dice mientras se despide. Y recomienda: "Que las chicas no vayan con tacones a mi actuaci¨®n de Rock in Rio. Mejor calzado c¨®modo porque bailar¨¢n como locas".
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