Contra la corriente
Solo las almas vasallas aplauden los espejismos dominantes. Como ese ¨¢cido olor a funeral por la econom¨ªa espa?ola que alimenta al cabalgante aumento del riesgo pa¨ªs. Contra esa miseria habr¨ªa una vacuna, aunque solo es eficaz si se usa bien, y con arrojo: los n¨²meros.
Quienes asociaron el mal temple de nuestra econom¨ªa al de Grecia y otros pigs empezaron criticando el excesivo endeudamiento p¨²blico. El Gobierno reaccion¨® tarde, recordando machaconamente que la deuda p¨²blica era en 2009 solo el 55,2% del PIB, 20 puntos menos que la de los vecinos europeos.
Entonces, fase dos, se adujo que lo peor no era la deuda, sino la velocidad de su aumento: el d¨¦ficit. Del 11,2%, justo por debajo de Reino Unido. La r¨¦plica fue que pese a todo, no crecer¨ªa m¨¢s all¨¢ del 75% (el nivel com¨²n) en cinco a?os.
Datos como los de la deuda o las exportaciones no explican el desplome de los bonos espa?oles
En el tercer acto dieron en descubrir que el flanco d¨¦bil no era la deuda p¨²blica, sino la deuda-pa¨ªs. O sea, la suma del endeudamiento de las administraciones, las familias, las empresas y los bancos.
Ah¨ª mordieron bien. La deuda total casi cuadriplicaba la producci¨®n de un a?o. O sea, ascend¨ªa a unos 3,9 billones de euros, en torno a un 390% del PIB, seg¨²n estimaciones de AFI. Un horror.
Alguien acaba de desagregar de esa cifra las deudas cruzadas entre los distintos sectores. Con datos homog¨¦neos del servicio de estudios que dirige Jordi Gual, el director general de La Caixa, Juan Mar¨ªa Nin, dio la campanada en la jornada anual del C¨ªrculo de Econom¨ªa, en Sitges. La deuda-pa¨ªs global espa?ola es solo del 289% del PIB (Reino Unido, el 286%; Holanda, el 284%), sostuvo.
Dentro de ella, la privada, del 227% (Reino Unido, 217%; Holanda, 209%). La p¨²blica, seg¨²n Eurostat, del 53,2% en Espa?a (Reino Unido, 68,1%; Holanda, 60,9%). La exterior, del 165% (Reino Unido, 405%; Holanda, 170%).
La comparaci¨®n con ambos pa¨ªses tiene morbo. Reino Unido alumbra los est¨¢ndares y establece las referencias. Holanda es el copiloto de Alemania en la cruzada por la ortodoxia presupuestaria europea. Pues bien, los datos fr¨ªos sit¨²an a Espa?a c¨®modamente junto a esos dos socios, a quienes nadie pone en la picota.
"?Qu¨¦ esconde ese endeudamiento, solo un fondo de comercio discutible o hay detr¨¢s inversiones reales?", conclu¨ªa Nin. "El problema es que no sabemos explicar de forma coherente la econom¨ªa espa?ola", remataba. Falta un relato vigoroso, una espina dorsal explicativa, coincid¨ªan todos.
Si se logra superar el tercer acto, es decir, relativizar el endeudamiento global, llegar¨¢ el cuarto. De hecho, ya est¨¢ ah¨ª. El argumento ser¨¢ que el paro y la d¨¦bil densidad empresarial espa?ola prefiguran una recuperaci¨®n ast¨¦nica, insuficiente para afrontar las deudas. Quiz¨¢. Remando tambi¨¦n contra corriente, Miguel Boyer adujo que las exportaciones reales de bienes y servicios entre 1996 y 2005 crecieron en la campeona Alemania un 7,6% acumulativo; seguida de Espa?a (6,7%); Francia, y Reino Unido (5,1%); EE UU (4,1%) e Italia (2,4%). Espa?a gan¨® cuota. Y en 2.010 va recuperando.
Vale, dir¨¢ Don P¨¦simo, pero exporta poco en relaci¨®n con su PIB. Otro espejismo. Salvo Alemania, en que las exportaciones suponen el 47,2% del PIB (datos del Banco Mundial para 2008), los otros van a la par: Reino Unido, 28,9%; Italia, 28,8%; Francia y Espa?a, 26,4%.
De modo que las cifras perfilan una situaci¨®n menos tr¨¢gica que la que se empe?an en divulgar los mercados. Otra cosa es que los pol¨ªticos defiendan bien los n¨²meros, o que sean cre¨ªbles cuando lo intentan. Cuando fallan, los espejismos se convierten en espejo c¨®ncavo.
Tambi¨¦n con ¨¢nimo de molestar, asociemos a estos nombres que ponen el foco en el otro lado de la luna, al presidente de Abertis y del C¨ªrculo, Salvador Alemany. Cerr¨® Sitges con un discurso a retener para la reforma fiscal pendiente: "La imposici¨®n directa no puede estar tan sesgada en perjuicio de las rentas salariales con relaci¨®n a otro tipo de rentas, protegidas por la dificultad de su control o el temor a su deslocalizaci¨®n". Porque al cabo, ese sesgo antisalarios "constituye una mayor presi¨®n fiscal sobre el tejido productivo". No lo proclama un pelanas, sino un ejecutivo de post¨ªn.
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