La flotilla de Gaza y los l¨ªmites de la fuerza
Durante 2.000 a?os los jud¨ªos conocieron el poder de la fuerza exclusivamente en forma de azotes sobre sus espaldas. Desde hace varios decenios, tambi¨¦n nosotros somos capaces de emplear la fuerza. Pero ese poder, una y otra vez, nos ha emborrachado. Una y otra vez, pensamos que podemos resolver cualquier problema con el que nos encontramos mediante la fuerza. Si tienes un gran martillo, dice el proverbio, todo te parece un clavo.
En el periodo anterior a la fundaci¨®n del Estado, una gran parte de la poblaci¨®n jud¨ªa en Palestina no entend¨ªa los l¨ªmites de la fuerza y pensaba que pod¨ªa emplearse para conseguir cualquier objetivo. Por fortuna, durante los primeros a?os de Israel, l¨ªderes como David Ben-Gurion y Levi Esh-kol supieron muy bien que la fuerza tiene sus l¨ªmites y tuvieron cuidado de no sobrepasarlos. Sin embargo, desde la Guerra de los Seis D¨ªas en 1967, Israel vive obsesionado con la fuerza militar. El lema es: lo que no puede hacerse por la fuerza puede hacerse utilizando una fuerza a¨²n mayor.
Israel vive obsesionado con su poder¨ªo militar. Si no consigue algo por la fuerza, emplea una fuerza a¨²n mayor
Un pacto ser¨ªa mejor que el arbitrismo del proyecto de Sanidad
El sitio al que tiene sometido Israel a la franja de Gaza es una de las repugnantes consecuencias de esta opini¨®n. Se apoya en la idea equivocada de que es posible derrotar a Ham¨¢s con las armas o, m¨¢s en general, de que se puede aplastar el problema palestino, en vez de resolverlo.
Pero Ham¨¢s no es solo una organizaci¨®n terrorista. Es una idea desesperada y fan¨¢tica que surgi¨® de la desolaci¨®n y la frustraci¨®n de muchos palestinos. Y nunca se ha derrotado ninguna idea por la fuerza; ni siti¨¢ndola ni bombarde¨¢ndola, ni aplast¨¢ndola con carros de combate, ni con una incursi¨®n de comandos. Para derrotar una idea hay que ofrecer otra mejor, m¨¢s atractiva y aceptable.
La ¨²nica forma que tiene Israel de acabar con Ham¨¢s es llegar r¨¢pidamente a un acuerdo con los palestinos sobre el establecimiento de un Estado independiente en Cisjordania y la franja de Gaza seg¨²n las fronteras de 1967, con capital en Jerusal¨¦n Este. Israel debe firmar un tratado de paz con Mahmud Abbas y su Gobierno para reducir el conflicto palestino-israel¨ª a un conflicto entre Israel y la franja de Gaza.
Este ¨²ltimo conflicto, al final, solo podr¨¢ resolverse negociando con Ham¨¢s o, cosa m¨¢s razonable, mediante la integraci¨®n del movimiento Al Fatah de Abbas con Ham¨¢s. Incluso aunque Israel capture otros 100 barcos mientras se dirigen a Gaza, aunque env¨ªe tropas de ocupaci¨®n a la franja en otras cien ocasiones, por m¨¢s veces que despliegue su ej¨¦rcito, su polic¨ªa y sus servicios secretos, as¨ª no puede arreglar el problema. El problema es que ni nosotros estamos solos en esta tierra ni los palestinos est¨¢n solos en esta tierra. Ni nosotros estamos solos en Jerusal¨¦n ni los palestinos est¨¢n solos en Jerusal¨¦n. Mientras los israel¨ªes y los palestinos no reconozcamos las consecuencias l¨®gicas de este sencillo dato, viviremos todos en un estado de sitio permanente; Gaza bajo el asedio israel¨ª e Israel bajo el asedio ¨¢rabe e internacional.
No ignoro la importancia de la fuerza. El poder militar es vital para Israel. Sin ¨¦l no podr¨ªamos sobrevivir ni un solo d¨ªa. ?Ay del pa¨ªs que no tenga en cuenta la eficacia de la fuerza! Pero no podemos permitirnos el lujo de olvidarnos, ni siquiera un instante, de que la fuerza es eficaz solo como medida preventiva, para evitar la destrucci¨®n y conquista de Israel, para proteger nuestras vidas y nuestra libertad. Cualquier intento de emplear la fuerza no como un medio preventivo, en defensa propia, sino como forma de aplastar los problemas y las ideas, genera m¨¢s desastres, como el que acabamos de causarnos nosotros mismos en aguas internacionales, en alta mar, frente a las costas de Gaza.
Amos Oz es escritor israel¨ª, premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras 2007. Su ¨²ltimo libro publicado en Espa?a es Escenas de la vida rural (Ediciones Siruela). ? Amos Oz, 2010. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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