Crecer en la tele
El azar re¨²ne en su bombo sucesos distintos que unidos ofrecen una visi¨®n global sobre el absurdo en que nos movemos. Llega Hannah Montana para actuar en Rock in Rio y coincide con la fuga de petr¨®leo irreparable que est¨¢ arruinando el golfo de M¨¦xico. La vida de las estrellas infantiles se parece al pozo de petr¨®leo que mana su riqueza para terminar por dejar un paisaje desolado y una veta arruinada. Miley Cyrus, reina de la oferta hegem¨®nica de Disney con Hannah Montana, desdoblada en chica normal y superestrella, ha acompa?ado la preadolescencia de una generaci¨®n con la misma sensaci¨®n de pertenencia que Pippi Calzaslargas.
Puede que con sentido est¨¦tico y apuesta subversiva contrapuestos, pero nunca hay que despreciar la capacidad de los j¨®venes para sacudirse las influencias de la ni?ez. Al fin y al cabo pertenecemos a un mundo que ha superado, con m¨¢s o menos psiquiatr¨ªa, el modelo de la familia Ingalls, Heidi, Marco, Torrebruno, y quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa hasta superemos la muerte de Chanquete.
Jubilada del negocio blando, Miley aspira a una carrera musical adulta. Quiere crecer y ojal¨¢ puede hacerlo, asumiendo el tr¨¢nsito sin traumas insuperables y taponando la fuga de ingresos y relevancia cuanto antes para completarla con una vida plena y propia. No le fue tan f¨¢cil a Gary Coleman, actor infantil cuyo cad¨¢ver el bombo del azar ha arrojado a nuestras playas estos d¨ªas. N¨¢ufrago del ¨¦xito que le regal¨® aquel personaje de Arnold, la serie ochentera que explot¨® su metro cuarenta y dos de estatura y su eterna cara de ni?o gracioso.
Lanzado a la fama gracias al anuncio de un banco de Chicago, terminar¨ªa curiosamente declar¨¢ndose en bancarrota a final de los noventa y present¨¢ndose como candidato a gobernador de California en 2003, quedando octavo entre otros 135 estadistas, oportunistas y freaks. Para entonces quedaban lejanos los tres millones de d¨®lares que ganaba al a?o haciendo de ni?o pese a sus m¨¢s de 15 a?os. Llev¨® a los tribunales a sus padres y a su representante por robarle, en lo que es un triste cl¨¢sico del ¨¦xito infantil. La ni?ez exitosa acelera las tarascadas de la vida antes de estar equipado para sobrevivirlas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.