La imagen hecha tiempo
PhotoEspa?a llega a su edici¨®n n¨²mero trece dedicando la secci¨®n tem¨¢tica del festival al tiempo. Un enunciado tan abierto tiende a resultar parad¨®jico, pues como muy acertadamente se?ala Didi-Huberman en la frase que abre su libro, titulado precisamente Ante el tiempo: "Siempre, ante la imagen, estamos ante el tiempo". Con esta premisa no es extra?o que el programa de exposiciones propuesto para la ocasi¨®n resulte un tanto ecl¨¦ctico. No obstante, es interesante la invitaci¨®n a reflexionar sobre la temporalidad en un momento en que el propio tiempo, y ciertos elementos asociados a ¨¦l, como el archivo, la memoria, la historia o la duraci¨®n, se han convertido de un modo bastante generalizado en materia art¨ªstica. A estas alturas de la evoluci¨®n del medio resultan menos interesantes ya los acercamientos a la problem¨¢tica de la instantaneidad o al alarde t¨¦cnico de la velocidad de disparo que al juego de continuidades y discontinuidades que configuran la compleja temporalidad de la imagen.
Un ejemplo del primer caso ser¨ªa la exposici¨®n que nos acerca a una figura hist¨®rica como Harold Edgerton del que es dif¨ªcil no haber visto alguna de sus im¨¢genes en torno a la descomposici¨®n del movimiento: una bala impactando en una manzana o la salpicadura de una gota de leche, son algunas de las m¨¢s conocidas. Por el contrario, un buen ejemplo de la segunda problem¨¢tica apuntada ser¨ªa la propuesta Entretiempos. Instantes, intervalos, duraciones. Se trata de la colectiva que en cada edici¨®n de PhotoEspa?a se dedica al tratamiento espec¨ªfico del tema propuesto y que en esta ocasi¨®n incluye un buen n¨²mero de artistas de referencia como Hiroshi Sugimoto, Jeff Wall, Tacita Dean, David Claerbout, Erwin Wurm o Ignasi Aball¨ª. Se podr¨ªan destacar en esta muestra dos nombres (uno muy conocido y otro pr¨¢cticamente desconocido en nuestro pa¨ªs) y un concepto que aparece como constante en muchos de los trabajos presentados. Los nombres ser¨ªan Jeff Wall, de quien se presentan algunas de sus ¨²ltimas obras, y Clare Strand, fot¨®grafa que est¨¢ desarrollando una intensa trayectoria. Es oportuno observar c¨®mo en los ¨²ltimos a?os Jeff Wall parece haber vuelto a poner en el centro de sus intereses la reflexi¨®n sobre la validez del concepto art¨ªstico de fotoperiodismo con su propuesta de una fotograf¨ªa "casi documental". El repertorio de gestos y personajes que plantea en sus im¨¢genes sigue as¨ª forzando los l¨ªmites entre poes¨ªa y realismo, entre manierismo y veracidad, con la intenci¨®n de profundizar en lo que el propio artista denomina como "invisibilidad social".
De Clare Strand, por su parte, puede contemplarse la serie titulada Huellas de lucha, un trabajo que se estructura igualmente en t¨¦rminos de comentario social. Y New Town, proyecto realizado en el contexto del 50? aniversario del plan del Gobierno brit¨¢nico para reactivar las dif¨ªciles aglomeraciones urbanas de la posguerra, en el que Strand propone un comentario cr¨ªtico sobre el contraste entre la b¨²squeda de la perfecci¨®n, la mejora o el orden en los planes oficiales y la realidad cotidiana habitada por indicios de otra naturaleza. Precisamente este juego impl¨ªcito de latencias, s¨ªntomas y memorias que conviven y se cruzan en cualquier imagen, configura el concepto que aparece en buena parte de las propuestas que completan esta exposici¨®n. Podr¨ªa definirse esta inclinaci¨®n claramente compartida por el desplazamiento o el montaje de temporalidades heterog¨¦neas, por el tiempo estratificado, o por las supervivencias y discontinuidades, como un inter¨¦s por la fecundidad del anacronismo, tal y como ha sido propuesto por Didi-Huberman. En este sentido, la exposici¨®n acierta al reunir una serie de trabajos que aparecen unidos por una sensibilidad com¨²n hacia el anacronismo, entendido como un n¨²cleo temporal, fecundo y productivo, que habita en el interior de las im¨¢genes.
Un modo diferente de indagar en la temporalidad es el que ofrece el interesante di¨¢logo que se establece entre las propuestas de Bleda y Rosa y Jem Southam. Los primeros presentan una continuaci¨®n de su serie Memoriales. Despu¨¦s de haber realizado Berl¨ªn han recorrido las ciudades de Jerusal¨¦n y Washington. Si la relaci¨®n entre documento y monumento ha estado siempre presente de alg¨²n modo en su trabajo, con esta serie enfrentan el tema de manera especialmente intensa. En Jerusal¨¦n el dep¨®sito de memoria es particularmente denso; en Berl¨ªn se percibe de cerca el trauma, la herida reciente, la necesidad de reconciliaci¨®n con la historia, y en Washington observamos con claridad la necesidad de construir hitos sobre la historia reciente, de acumular dep¨®sitos de memoria como si se tratara de una "inversi¨®n". La diferencia sustancial entre serie y secuencia, a la hora de inscribir la duraci¨®n en la imagen, se percibe bien al observar las propuestas de Jem Southam en torno al paisaje. En sus obras, secuencias que registran con minuciosidad y continuidad la evoluci¨®n y los cambios en el terreno a lo largo del tiempo, puede verse de qu¨¦ manera se instala y construye la duraci¨®n en el espacio (tanto f¨ªsico como cronol¨®gico) que se abre entre toma y toma. En este sentido, es especialmente interesante el trabajo que ha dedicado durante a?os a registrar los derrumbamientos de terreno en las formaciones rocosas junto al mar (Rockfalls).
Manhattan: uso mixto, una exposici¨®n colectiva que recorre los usos e im¨¢genes tomadas en la ciudad de Nueva York desde 1970 hasta la actualidad, ofrece dos reflexiones cruzadas sobre la continuidad y la discontinuidad. Una se refiere evidentemente a los desplazamientos que afectan al modo de mirar la ciudad y que establecen rupturas y modificaciones con respecto a la ingente acumulaci¨®n de im¨¢genes volcadas sobre la ciudad a lo largo de d¨¦cadas. La otra se refiere a las profundas transformaciones que afectan al medio fotogr¨¢fico a partir de los a?os setenta, especialmente con la entrada de la pr¨¢ctica conceptual. Es interesante y pertinente el di¨¢logo que se establece en esta exposici¨®n al poner en relaci¨®n un doble y simult¨¢neo desplazamiento tanto urbano como fotogr¨¢fico. Lo urbano es tambi¨¦n el escenario en el que se sit¨²a el trabajo de Helen Levitt, a quien se dedica una nueva retrospectiva. Ya apuntaba Walker Evans sobre la obra de Levitt a finales de los sesenta, que su propuesta es marcadamente anti-fotoperiod¨ªstica y que despliega una singular lectura de acento coreogr¨¢fico sobre el escenario de la ciudad y la vida de sus habitantes.
Fuera ya de la secci¨®n tem¨¢tica es interesante detenerse en la exposici¨®n que se dedica a Juergen Teller y contrastar su trabajo con el de otro artista como Wolfgang Tillmans. Ambos ilustran perfectamente las nutridas relaciones entre fotograf¨ªa de autor y fotograf¨ªa de moda y el debate acerca del car¨¢cter desafiante o no de esta ¨²ltima.
Por ¨²ltimo, entre las propuestas que completan la programaci¨®n de PhotoEspa?a podemos destacar: la decisiva contribuci¨®n al medio fotogr¨¢fico de un autor de referencia como L¨¢szl¨® Moholy-Nagy; las acciones del siempre interesante Roman Signer; el di¨¢logo entre la historia de la fotograf¨ªa y los caminos de la creaci¨®n fotogr¨¢fica contempor¨¢nea en la colectiva Profec¨ªas; o, ya en Lisboa, el acercamiento al interesante trabajo de una artista como Collier Schorr.
En cualquier caso, ante esta edici¨®n de PhotoEspa?a dedicada al tiempo, siempre conviene recordar, siguiendo a Giorgio Agamben, que las im¨¢genes nunca est¨¢n verdaderamente vivas, nunca se activan, hasta que un sujeto (artista o espectador) se une a ellas y las asume.
PhotoEspa?a 2010. En diferentes lugares de Madrid. Del 9 de junio al 25 de julio. Programa completo en www.phe.es
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