El lenguaje de la alcantarilla
Dentro de este nuevo g¨¦nero period¨ªstico constituido por las transcripciones de las charlas telef¨®nicas de presuntos corruptos, el otro d¨ªa pod¨ªamos leer la contundente argumentaci¨®n de uno de los patriotas, en la que se nos aclaraba que la aut¨¦ntica pol¨ªtica no se hac¨ªa en los parlamentos sino en las alcantarillas. El patriota en cuesti¨®n -al que cabr¨ªa calificar de g¨¢nster si no supi¨¦ramos que es un patriota- parec¨ªa as¨ª justificar la necesidad de los saqueos perpetrados por ¨¦l y sus compinches por razones de realismo pol¨ªtico. Ven¨ªa a decirnos que, a la hora de la verdad, lo ¨²nico que sustenta la pol¨ªtica es aquel principio moral, tan edificante, que preside las conversaciones rufianescas: "todo hombre tiene precio". Son, por tanto, los pol¨ªticos corruptos, que tuvieron un alto rango y honores de los que no han sido desprovistos, los que han sembrado la desconfianza general hacia la pol¨ªtica, por m¨¢s que algunos dirigentes ahora atribuyan el desapego a una suerte de mal de ¨¦poca, azuzado por los medios de comunicaci¨®n.
Pero, volviendo al nuevo g¨¦nero period¨ªstico, llama la atenci¨®n el habla utilizada, acorde en todo al esp¨ªritu de la alcantarilla al que alud¨ªa el prohombre. Tanto en el cap¨ªtulo Pretoria como en el G¨¹rtel los protagonistas hacen gala de un total desparpajo al expresarse en la jerga mafiosa, convertidos en hampones de pel¨ªcula, de esos no demasiado refinados, que salpican sus negocios con constantes alusiones a "cabrones" e "hijos de puta". Naturalmente, en el lenguaje de la alcantarilla no pod¨ªan faltar alusiones a la testosterona, con solemnes afirmaciones testiculares o, por el contrario, con el lamento, tambi¨¦n patri¨®tico, de que las cosas van como van "porque estamos todos capados". La mayor riqueza idiom¨¢tica, no obstante, se destina, como era de esperar, al dialecto intestinal: todos defecan sobre todos, sin que falte, evidentemente, quien lo hace sobre la divinidad. A juzgar por lo que opinan los presuntos corruptos, el mundo es una maloliente combinaci¨®n de dinero y excremento.
Lo malo es que estos tipos fueron (?presuntamente?) secretarios generales, diputados, alcaldes..., y hab¨ªan comprado votos con el mismo ¨¢nimo codicioso con que luego comprar¨ªan a los hombres.
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