Un milan¨¦s no va en ch¨¢ndal
En ruta, para comprar o mirar, por el Quadrilatero d'Oro, las calles que son el epicentro de la capital de la moda
No dan los dedos para contar las tiendas de Dolce & Gabanna que hay en Mil¨¢n. Mucho menos para contar la gente que va adornada con esta y otras marcas: de las se?oras que llevan las siglas del lujo discretamente adosadas en sus minibolsos a los macarras que las lucen en sus enormes hebillas de cintur¨®n. Hasta el novio menos interesado en la moda enseguida se percata de que cuanto m¨¢s peque?a es la etiqueta, mayor es el precio. En Prada, por ejemplo, las sandalias de dedo para marcar marca en la piscina salen por 135 euros, que no est¨¢ mal para ser chancletas... pero es que las botas de cocodrilo, en las que la etiqueta ni se ve, llegan a los 1.190. Primera lecci¨®n milanesa: ser discreto cuesta.
Menos mal que no hace falta comprar para disfrutar de las tiendas. Los turistas de trapillo las visitamos como museos. Zapatos, bolsos y gafas prohibitivas est¨¢n enmarcados en vitrinas como si fuesen obras de arte. Las boutiques no compiten s¨®lo con sus prendas; la batalla tambi¨¦n se libra entre sus lujosos interiorismos (hasta el Zara -esa embajada no oficial de Espa?a- impresiona), y sobre todo, entre los bares y caf¨¦s que incluyen sus locales. As¨ª, el Bar Martini D&G en Corso Venezia es un jolgorio de cuero negro y c¨®cteles; en el transparente Caf¨¦ Trussardi, coronado con un jard¨ªn vertical, pega m¨¢s beber agua con gas; y en el bar Gucci, en la acristalada Galleria Vittorio Emmanuele: champ¨¢n o muerte.
'Personal shopper'
Si uno no quiere hacer el pardillo en el gran centro comercial que es Mil¨¢n, y se lo puede permitir, es posible contratar por horas (por entre 50 y 200 euros) un personal shopper. Monica Sirani lleva a?os haciendo de amiga paciente para las completas desconocidas que requieren sus servicios, "sobre todo rusas y ¨¢rabes con m¨¢s dinero del que pueden gastar" (hasta 40.000 euros se dejan en ropa al d¨ªa). Ella prefiere aconsejar a "gente normal" con retos presupuestarios y f¨ªsicos. Le divierten m¨¢s las despedidas de soltera que pagan a escote una ma?ana de compras para la novia, o la se?ora que la recibe de regalo de aniversario de un marido que prefiere ahorrarse el insistente "?qu¨¦ tal me queda esto?". "Mi trabajo es ser honesta y educada", dice Sirani, que estudi¨® moda en Londres. Con diplomacia y buen gusto, pasea a sus clientes por el exclusivo Quadrilatero d'Oro, un par de manzanas -demarcadas por las calles Sant' Andrea, Della Spiga, Montenapoleone y Via Manzoni-, donde est¨¢ todo lo que un fashionista podr¨ªa so?ar: Ferragamo, Valentino, Versace, Chanel, Kenzo, Fendi, Herm¨¨s, Dior, Cerruti, Etro, Helmut Lang... De peque?as boutiques con encanto a gigantes como Spazio Armani, con tres plantas que incluyen el restaurante Armani Nobu y la discoteca Armani Prive, "donde solo entras si est¨¢s en lista", explica Monica. ?Su tienda favorita? 10 Corso Como. La entrada, discret¨ªsima, parece un patio de vecinos. Esta concept store montada por Franca Sozzani, hermana de Carla (editora jefe de Vogue Italia), es, adem¨¢s de tienda de marcas finas, agradable terraza restaurante, galer¨ªa de arte, librer¨ªa y un ¨ªntimo hotel, el 3rooms (www.3rooms-10corsocomo.com), que, adivinen, tiene s¨®lo tres suites.
En la ciudad del estilo los hoteles de dise?o se desviven por mantenerse a la ¨²ltima. Aqu¨ª se encuentra el primer hotel de siete estrellas del mundo (ahora hay otros dos, ambos en Emiratos ?rabes): el Town House Galleria (www.townhousegalleria.it). Sus 20 habitaciones oscilan entre los 600 y los 2.000 euros la noche. "En la hosteler¨ªa milanesa el dise?o y el lujo es fundamental", explica Janina Ciziunaite, encargada del exclusivo hotel The Gray (www.hotelthegray.com). "Viene mucha gente del mundo de la moda, la feria es el gran momento del a?o", dice refiri¨¦ndose a la Semana de la Moda de Mil¨¢n. Para satisfacer a los amantes de la pasarela, The Gray est¨¢ cuidado como una prenda de lujo, con gimnasio en las suites y un enorme columpio rosa en el recibidor. La encantadora personal shopper nos ofrece dos lecciones m¨¢s antes de despedirse: "Lo m¨¢s importante son los zapatos y el bolso", y "un milan¨¦s no va en ch¨¢ndal". Es hora de profundizar m¨¢s all¨¢ de los escaparates.
Por mucha moda y mucho lujo, Mil¨¢n es una ciudad simp¨¢tica y cercana, donde se come de miedo en casi cualquier sitio. Fe¨²cha a pesar de ir tan bien vestida; pero con rincones maravillosos. El barrio de Brera, por ejemplo. Se puede arrancar con una visita a la Pinacoteca, donde yace, con los pies por delante, el impresionante escorzo Cristo muerto. Andrea Mantegna revolucion¨® el siglo XV con esta perspectiva, nunca vista hasta entonces en un cuadro, e imitada por muchos despu¨¦s. Su violencia de llagas en primer plano todav¨ªa hieren a los impactados espectadores. La gente tambi¨¦n se arremolina ante Il bacio, en el que dos medievales se besan apasionadamente en un callej¨®n. El cuadro parece m¨¢s antiguo que el radical Mantegna, aunque Francesco Hayez pint¨® esta obra clave del romanticismo hist¨®rico en 1859 en pleno Risorgimento. Ahora parece una escena meramente sentimental, pero entonces se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la unificaci¨®n de Italia (en una de las versiones del cuadro, Hayez cambi¨® el color del vestido de la chica de azul a blanco, para que los colores fuesen los de la bandera del nuevo reino). Brera tambi¨¦n tiene sus callejones empedrados para besarse, llenos de peque?os restaurantes con manteles de cuadros y clavel en la mesa. Los camareros te invitan, men¨² en mano, a que compartas tu amor sobre su pizza.
Cola en 'La ¨²ltima cena'
Sin duda el cuadro que roba m¨¢s corazones en Mil¨¢n es La ¨²ltima cena. Verlo no es sencillo, mucho menos desde el furor de El c¨®digo Da Vinci. El mural se encuentra en el refectorio del convento de Santa Maria della Grazie, donde fue originalmente pintado por Leonardo a finales del siglo XV. Sus 460 por 800 cent¨ªmetros se empezaron a deteriorar poco despu¨¦s de que el autor soltase el pincel tras tres a?os de arduo trabajo. El Prior del convento, impacientado con el se?or que no les dejaba comer tranquilos, se fue a quejar con el duque Ludovico Sforza, quien hab¨ªa encargado el cuadro. Ante la insistencia del religioso, el noble llam¨® a Leonardo para meterle prisa. Artista y mecenas pasaron horas discutiendo sobre arte, seg¨²n narr¨® el pintor y escritor Giorgio Vasari (el mismo que dijo, ya en el siglo XVI, que el deteriorado cuadro era un "magn¨ªfico borr¨®n"). Leonardo arguy¨® ante el duque que un genio necesita tiempo y le explic¨® que a¨²n estaba buscando un modelo que representase la vileza de Judas. De no encontrarlo, amenaz¨®, siempre podr¨ªa usar el rostro "de aquel prior tan inoportuno e indiscreto". La ocurrencia hizo re¨ªr al duque y el prior dej¨® de acosar a Da Vinci. Hoy Judas est¨¢ tan desva¨ªdo como el resto del cuadro, porque en vez de usar el fiable fresco de toda la vida, Leonardo decidi¨® experimentar pintando sobre la pared seca y el invento no resisti¨® el paso del tiempo. Tras m¨²ltiples restauraciones, y para evitar males mayores, las visitas est¨¢n muy controladas: solo entran grupos de 25 personas durante 15 minutos, como si disfrutar del arte no requiriese tambi¨¦n su tiempo. La reserva es conveniente y debe ser hecha con semanas de antelaci¨®n (a cierre de este reportaje s¨®lo quedan dos huecos para junio y julio). Si no se tiene reserva siempre se puede intentar contratar un caro tour privado que incluya el Cenacolo Vinciano, o probar suerte en la puerta de la iglesia por si alguien no se presenta a la cita. Merece la pena ser previsor y reservar, de lo contrario uno se siente muy tonto, estando tan cerca y qued¨¢ndose fuera.
Junto a la ?ltima cena, el otro must de Mil¨¢n es el Duomo. Convertida en un s¨ªmbolo anti Berlusconi desde que un hombre le lanzase al primer ministro una miniatura a la cabeza, lo m¨¢s espectacular es subir a los tejados de la catedral. La cola para el ascensor es mayor que para las escaleras, y no son tantas; adem¨¢s, subir andando sale cuatro euros m¨¢s barato. Una vez arriba, nos espera, m¨¢s cerca que nunca, un bosque de agujas, chapiteles y esculturas de m¨¢rmol de Candoglia. La virgen que corona la aguja mayor no parece desde aqu¨ª tan Madonnina, como la llaman a pesar de que mide cuatro metros. Todo milan¨¦s que se precie explicar¨¢ a quien quiera escucharle que no puede haber en Mil¨¢n edificio m¨¢s alto que la Madonnina, encaramada a 110 metros del suelo. Por ello, cuando la torre Pirelli, proyectada por Gio Ponti en 1960, la sobrepas¨® le colocaron en lo alto una r¨¦plica de la virgen en se?al de respeto.
Tribus de pin¨¢culos
"Podr¨ªa permanecer, muy f¨¢cilmente", escribi¨® Herman Melville cuando visit¨® la catedral, "como un invitado del cielo en lo alto del Duomo". "Desde abajo", apunt¨® en su cuaderno de viajes, la gente sobre los tejados "parecen moscas atrapadas en una tela de ara?a". Luego escribi¨® el poema Catedral de Mil¨¢n: "Sus tribus de pin¨¢culos, brillan como car¨¢mbanos nevados/ y m¨¢s alto, sobre cada et¨¦rea aguja/ se erigen, en una competici¨®n sin fin/ estatuas de santos sobre santos/ ascendiendo como infinitos tridentes de fuego". El Duomo tiene 135 agujas y, dependiendo de la fuente, entre 2.000 y 3.000 esculturas en su fachada. En esta ballena blanca varada hay siglos de trabajo: la primera piedra se puso en 1386 y la ¨²ltima puerta en 1965. Presume de ser la catedral g¨®tica m¨¢s grande del mundo (puede albergar a 40.000 personas), pero en su dilatada obra qued¨® el poso de otros estilos, del Renacimiento al Art Noveau. En Mil¨¢n, cuando una tarea se alarga m¨¢s de lo debido se dice que es "la fabricca del Duomo".
Atrapados como moscas en su tejado -la visi¨®n de los Alpes entre el m¨¢rmol reluciente- uno coincide con Leonardo: en el arte, la espera merece la pena. Dentro del templo, el espect¨¢culo contin¨²a. Sarc¨®fagos, esculturas, vidrieras alucinantes, incluso un clavo sacado de la cruz de Cristo... Los feligreses sortean desenvueltos a los grupos de turistas en ¨¦xtasis. Hay cola hasta para los confesionarios: alguien sale y el luminoso electr¨®nico que hay sobre el cub¨ªculo de madera tallada anuncia que don Luigi, el cura, est¨¢ libre.
Un altar joya
Para traer el m¨¢rmol del Duomo al centro de la ciudad se construyeron los canales de Navigli. Hoy es la zona alternativa de la ciudad, con tiendas y bares de copas juveniles, y terrazas al borde del agua, obras mediante (ya que est¨¢n construyendo un parking que es la fabricca del Duomo).
No hicieron falta canales para transportar los humildes materiales de San Ambrosio (ladrillo y yeso) al oeste de la ciudad. La bas¨ªlica es mucho menos visitada que el Duomo, pero tambi¨¦n mucho m¨¢s antigua. Edificada en el siglo IV, conserva elementos paleocristianos y un sobrio exterior rom¨¢nico lombardo. Hay un sarc¨®fago del siglo IV, mosaicos del V, un ciborio del X y un incre¨ªble altar carolingio tallado en oro y piedras preciosas. Justo debajo, en la cripta, yacen en una cuna de cristal y plata los esqueletos del santo y de los m¨¢rtires Gervasio y Potasio, acostados lado a lado y vestidos con tanto dorado y terciopelo que parecen salidos de la Galer¨ªa Vittorio Emmanuelle.
Buscando arte m¨¢s contempor¨¢neo, el paseo cruza el Castello Sforzesco (una fortaleza como de juguete para gigantes) y llega a la Triennale. Su colecci¨®n permanente expone los hitos del dise?o italiano: de las cafeteras Alessi a las m¨¢quinas de escribir Olivetti. Las exposiciones temporales llevan nombres como L¨¢mparas de la era espacial o Napole¨®n, el imperio de la moda. El brunch del restaurante del museo es el lugar donde dejarse ver los domingos (una vez m¨¢s, conviene reservar). Justo detr¨¢s se encuentra la racionalista Torre Branca, construida por Gio Ponti en dos meses de 1933, para llegar a tiempo de la V Muestra de la Triennale. La elegante estructura de tubos met¨¢licos aloja un ascensor que tarda un minuto en trepar sus 108 metros, por respeto a la Madonnina. Desde arriba, 360 grados de Mil¨¢n, y justo a sus pies, la terraza del Just Cavalli Cafe, donde hace un par de meses se dejaron ver los Beckham. Y no iban en ch¨¢ndal precisamente.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
? Easyjet (www.easyjet.com) vuela a Mil¨¢n Malpensa desde Madrid y Barcelona. Ida y vuelta desde Madrid a partir de 43 euros.
? Ryanair (www.ryanair.com) vuela a Mil¨¢n Bergamo desde 30 euros ida y vuelta.
Compras
? 10 Corso Como / 3rooms hotel (www.10corsocomo.com).
? Spazio Armani (www.armani-viamanzoni31.it). Via Manzoni, 31.
? Personal Shopper (www.personalshoppingmilano.com).
Visitas
? Pinacoteca de Brera. Via Brera, 28 (www.brera.beniculturali.it).
? Cenacolo Vinciano (www.cenacolovinciano.net). Piazza Santa Maria delle Grazie, 2. 8 euros.
? Tejados del Duomo (www.duomomilano.it). 8 euros en ascensor, 4 en escaleras.
? Triennale (www.triennale.it). Viale Emilio Alemagna, 6.
? Torre Branca (www.branca.it).
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Mil¨¢n (www.turismo.milano.it).
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