Una buena noticia para la Uni¨®n Europea
Repetidamente en la historia de nuestra naci¨®n, los americanos han afrontado momentos de transici¨®n y le han sabido dar forma. Este debe ser uno de esos momentos". Con esta frase arrancaba la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense presentada el pasado 27 de mayo ante el Congreso. Coherente con la pol¨ªtica que hemos observado en estos 16 meses de mandato -di¨¢logo, compromiso internacional, no proliferaci¨®n nuclear y desarme- la fuerza del documento estriba en su posicionamiento. La estrategia rompe claramente con la de su predecesor y ofrece una concepci¨®n amplia de lo que significa para el presidente la seguridad nacional.
Frente a los grandes retos de nuestro tiempo, Obama se ha posicionado con una doctrina integral. La estrategia de seguridad es casi una estrategia nacional. Su l¨ªnea de acci¨®n supera el paradigma hegem¨®nico y unilateral de su predecesor y apuesta por la defensa del derecho internacional. El hecho resulta especialmente destacable si recordamos que, durante la presidencia anterior, Estados Unidos no ha firmado ninguno de los grandes tratados.
Obama reconoce el fin de la hegemon¨ªa de EE UU y opta por alianzas
Mantiene la idea de servicio a una misi¨®n hist¨®rica: la de asumir la importante labor de Estados Unidos para garantizar la seguridad global. Pero se distancia notoriamente en la forma y el fondo de como la entend¨ªan sus predecesores en la Casa Blanca. Obama declara que la era de la hegemon¨ªa estadounidense ha terminado. En un mundo con diferentes focos de poder e intereses diversos, los desaf¨ªos globales necesitan de la cooperaci¨®n.
El enfoque en seguridad ampl¨ªa sus miras y propone las tres D: diplomacia, defensa y desarrollo, como partes indisolubles de un todo. La dimensi¨®n militar de las intervenciones en el extranjero pierde su papel privilegiado y da cabida a la prevenci¨®n de conflictos, a las operaciones de mantenimiento de paz y a la estabilizaci¨®n. En la lucha antiterrorista, se abandona la visi¨®n predominantemente militar que subyac¨ªa en la guerra contra el terror y abraza una visi¨®n que centra el foco en el papel de los servicios de inteligencia. Por primera vez, se menciona con precisi¨®n a las personas susceptibles de representar una amenaza para la seguridad estadounidense. Estados Unidos no est¨¢ en una guerra global contra el terrorismo o una religi¨®n, sino en una "guerra con una red espec¨ªfica, Al Qaeda, y sus terroristas afiliados". En esa guerra son singularmente necesarios los recursos de informaci¨®n.
Para poder garantizar la seguridad nacional, la estrategia es contundente en admitir -sin ceder a la tentaci¨®n aislacionista- el valor estrat¨¦gico del ejemplo y la importancia de hacer primero los deberes en casa. Obama se aleja tanto del intervencionismo con fines humanitarios como del intento de exportar la democracia por la fuerza. No hay mejor forma de exportar los valores de una democracia que fortaleci¨¦ndola internamente. As¨ª, una pol¨ªtica econ¨®mica que haga frente a la deuda y al d¨¦ficit se configura como basti¨®n principal de esta estrategia. La apuesta por la educaci¨®n de calidad, la innovaci¨®n, la tecnolog¨ªa, la energ¨ªa y un sistema sanitario m¨¢s eficaz y accesible para todos complementa y refuerza el enfoque de liderar con el ejemplo de sus propias pol¨ªticas. En este sentido, es coherente con la decisi¨®n de sacar a Guant¨¢namo del limbo internacional en el que se encontraba, que, recordemos, fue una de las primeras iniciativas de su presidencia.
Entre los expertos internacionales, esta visi¨®n no cuenta con un respaldo un¨¢nime. Las dos cr¨ªticas principales -la falta de claridad en su estrategia y el menor ¨¦nfasis en el poder cl¨¢sico- hacen referencia a la p¨¦rdida de influencia, poder y liderazgo de Estados Unidos. Reflejan posiciones que no saben ver que la naturaleza actual de los conflictos armados no responde ya a la l¨®gica cl¨¢sica de victoria o derrota militar. La guerra de Afganist¨¢n y el complejo entramado que representa la situaci¨®n en Irak han puesto de relieve la importancia de un enfoque comprensivo. La acci¨®n militar no puede contemplarse como ¨²nica variable de ¨¦xito. Una estrategia de ¨¦xito debe servirse de medios civiles, modelo que ha preconizado, por cierto, la Uni¨®n Europea. Estamos ante una nueva pol¨ªtica con miras de largo plazo, que afecta a los Estados y a las sociedades. La senda que se debe seguir pasa por la paciencia y la tenacidad estrat¨¦gica, que son las virtudes del futuro. No es factible percibir cambios de la noche a la ma?ana, pero al final los resultados cosechados ser¨¢n mejores y m¨¢s duraderos.
Este modo de ver el mundo est¨¢ en sinton¨ªa con el multilateralismo efectivo que defiende la Uni¨®n Europea. Reconoce el valor de la pol¨ªtica de alianzas, otorga mayor relevancia a la dimensi¨®n civil frente a la militar, recalca el valor del di¨¢logo y la necesidad de reforzar las instituciones internacionales para poder hacer frente a las amenazas y desaf¨ªos comunes, como son el cambio clim¨¢tico, los conflictos armados, las pandemias o los cr¨ªmenes transnacionales. Por ello, representa una buena noticia para la Uni¨®n Europea. No solo brinda una oportunidad para estrechar los lazos transatl¨¢nticos, sino que constituye un paso en firme hacia la soluci¨®n a los retos y desaf¨ªos del siglo XXI. Y nos prepara mejor para el mundo de ma?ana.
Javier Solana es presidente del Center for Global Economy and Geopolitics de ESADE Business School.
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