Manda huevos
Caramba con el se?or Trillo. No son arrestos lo que le falta a este hombre que arrebat¨® el islote de Perejil ocupado por los moriscos en un alarde de gallard¨ªa militar que lastimosamente se ech¨® en falta en su gesti¨®n (o no gesti¨®n, seg¨²n como se mire) en el asunto de las v¨ªctimas del Yak-42. Se ve que m¨¢s de una argucia cuartelera aprendi¨® de las tutelas acad¨¦micas de nuestro Manuel ?ngel Conejero. ?De qu¨¦ se trata ahora, y ya huele? De demostrar que Francisco Camps pag¨® de su bolsillo los trajes con que le obsequi¨® El Bigotes, y que una pandilla de presuntos prevaricadores ha ama?ado u ocultado las pruebas que as¨ª lo demostrar¨ªan. Como siempre, el se?or Trillo, que ahora se ocupa de la Justicia (de la Justicia, s¨ª) en el PP, no tiene ni idea de lo que est¨¢ diciendo, aunque los cabos furrieles le sugieran que va por buen camino, manda huevos, hombre, no nos vamos a amedrentar por una cuadrilla de rojillos que lo mismo ni siquiera hicieron la mili. Lo cierto es que si nuestro incierto President consiguiera probar (que no) que abon¨® la vestimenta suministrada por El Bigotes, dar¨ªa exactamente lo mismo, porque en este caso las vestiduras desnudan m¨¢s que cubren el cuerpo con cierto decoro, ya que dejan tiritando el alma pol¨ªtica de quien se vende por andar bien trajeado a cambio de sustanciar prestaciones todav¨ªa m¨¢s audaces al servicial suministrador de los pa?os. No es que le vistan a medida el origen de sus problemas, se?or Camps, sino la cuant¨ªa exacta de sus regalos a cambio de esas minucias de cortes¨ªa.
Parece que gente tan bragada en todos o casi todos los recorridos de la brega pol¨ªtica, y hasta en la no pol¨ªtica, prefiere buscar una salida, la que sea y a costa de lo que sea, antes que admitir la realidad. Y as¨ª se resucita nada menos que la negra hip¨®tesis de la mano negra contra el partido. No es desenvoltura lo que les falta a algunos, no en vano aut¨¦nticos especialistas en el manejo no ya de mano, sino de manos negras. Incluso alguno fue fulminantemente cesado en su anterior partido. Lo mismo, mira qu¨¦ casualidad, que le ocurri¨® al mentor literario de Federico Trillo, Manuel ?ngel Conejero, en otro ¨¢mbito y con desigual relevancia, como director de Teatres de la Generalitat, cuando en sus notas de gastos inclu¨ªa hasta paquetitos de chicles. Se defendi¨® exactamente como hace ahora Francisco Camps con el asunto de los trajes bigotudos: ?Alguien puede creerse que yo no puedo pagarme mis propios chicles de menta? Parece que ¨¦l s¨ª lo cre¨ªa, de otro modo no los habr¨ªa cargado por la jeta a los presupuestos p¨²blicos en raz¨®n de su cargo.
As¨ª que tal como pintan las cosas, me parece que lo m¨¢s sensato es olvidarse de Cop¨¦rnico (a fin de cuentas un sabio ¨²til del que no se conocen tropel¨ªas dignas de menci¨®n) y dem¨¢s giros ilusorios para centrarse en los reales y s¨®rdidos giros a 30, 60 o 90 d¨ªas de los g¨¹rtelitos.
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