Sud¨¢frica gana el primer partido
El pa¨ªs se vuelca con el inicio ma?ana del Mundial y miles de seguidores llenan las calles de color y del sonido de las vuvuzelas para acompa?ar a sus jugadores - En la selecci¨®n espa?ola, Iniesta es duda para el debut
Sud¨¢frica es una verbena mundial. El f¨²tbol, su Mundial , impregna todo Johanesburgo. Su calado es extraordinario. Para lo bueno y lo malo. No hay valla publicitaria que no aluda al evento (Todos unidos, dicen algunas referentes a los bafana bafana) y en los claustrof¨®bicos atascos pesta?ean sin cesar los colores de la bandera nacional, ya sea adherida a las ventanas de los coches o enfundadas en los retrovisores. Al amanecer, no hace falta despertador alguno. M¨¢xime, si se tiene enfrente un colegio infantil en el que se han repartido vuvuzelas, unas trompetas de pl¨¢stico cuyo ensordecedor eco es una lapa en el o¨ªdo de cualquiera.
Ayer, desde primeras horas de la ma?ana, la festiva matraca se extend¨ªa por gran parte de la ciudad. Los jugadores sudafricanos eran paseados por las calles en un autob¨²s descubierto, entre miles de aficionados, pese a que el seleccionador, el brasile?o Carlos Alberto Parreira, se quej¨® de tanta euforia cuando a¨²n no ha echado a rodar el bal¨®n. Para ellos, para los bafana bafana, era imposible recibir mayores vibraciones que las de la gente. Su onda expansiva alcanzar¨¢ todos los rincones del pa¨ªs. Esa es la idea, al menos, lanzada ayer por el departamento para el Desarrollo Rural y la Reforma de la Tierra, que ha promovido 45 zonas comunes para dar cobertura televisiva a casi 600.000 residentes rurales. Seg¨²n este organismo, las transmisiones se podr¨¢n seguir en los 11 idiomas oficiales a trav¨¦s de la cadena p¨²blica SABC.
En Johanesburgo, en medio de sus may¨²sculos contrastes sociales, todo gira en torno al Mundial. No hay atajos para aquel al que el f¨²tbol le haga sentirse un marciano. No hay camarero, ch¨®fer o taxista que evite el interrogatorio: "Spanish...? Torres, Fernando Torres". El ariete del Liverpool tiene gancho, mucho gancho. El f¨²tbol espa?ol tiene un gran seguimiento en Sud¨¢frica y la Premier League, a¨²n m¨¢s. La selecci¨®n tiene tir¨®n y, tras el 6-0 a Polonia, ha aumentado la admiraci¨®n entre los sudafricanos, por m¨¢s que, como los seguidores espa?oles, lamenten la posible baja de Iniesta para el estreno, ante Suiza, el d¨ªa 16.
En la plaza Nelson Mandela, camuflada entre los hoteles de mayor enjundia y refugio nocturno de la prensa internacional, bajo el decorado futbolero predomina el amarillo, el color local. Y as¨ª ser¨¢ durante todo el campeonato no solo por el papel anfitri¨®n de Sud¨¢frica, sino tambi¨¦n porque los aficionados de todo el planeta han emigrado menos que nunca hacia un Mundial, condicionados por las distancias y los precios.
A un d¨ªa del estreno, con Sud¨¢frica y M¨¦xico como lanzaderas del torneo, las infraestructuras y la seguridad son los temas capitales en todo corrillo medi¨¢tico. En los aleda?os del Soccer City, el flamante estadio construido en las afueras de Johanesburgo, los accesos y las zonas de aparcamiento a¨²n son de tierra, con lo que puede suponer si arrecian las lluvias en esta ¨¦poca invernal al pie de ?frica. El pasado martes, en hora de sobremesa, desde el barrio de Sandton, principal foco financiero de la ciudad, hasta el estadio inaugural, a unos 20 kil¨®metros, el trayecto supon¨ªa cerca de 90 minutos. Ya en el Centro de Acreditaciones, la incondicional amabilidad del voluntariado aliviaba los sofocos previos.
Johanesburgo no tiene la exclusividad del tr¨¢fico empachoso y Sud¨¢frica tampoco es el ¨²nico pa¨ªs con problemas de seguridad, pero corre el riesgo de que se atice la hoguera. Bastan unas horas en la capital para escuchar un listado de sucesos: desde un periodista chileno llevado hasta su hotel a punta de navaja para ser desvalijado hasta un asalto en la madrugada del mi¨¦rcoles a un hotel de Magaliesburgo, a 100 kil¨®metros de Johanesburgo, donde se alojaban principalmente periodistas portugueses. Hubo robos en las habitaciones y algunos fueron reducidos a punta de pistola. Con fundamento o sin ¨¦l, la psicosis es generalizada, por m¨¢s que en otros grandes eventos deportivos en otras puntas del globo tambi¨¦n hubiera incidentes. Sobre Sud¨¢frica, sobre ?frica, pesa, y mucho, el escepticismo general. Con un Mundial o unos Juegos Ol¨ªmpicos a cuestas, no hay pa¨ªs que se libre del escrutinio universal. Sud¨¢frica no ser¨¢ una excepci¨®n. "El Gobierno no tolerar¨¢ ning¨²n comportamiento inseguro, perjudicial o revoltoso que afecte negativamente a aquellos que acudan al evento. Todos tenemos la responsabilidad de garantizar un Mundial seguro", subray¨® ayer en un comunicado el Ejecutivo sudafricano.
El f¨²tbol, como ya lo fue el rugby a mediados de los noventa, se ha convertido, m¨¢s si cabe, en otro gran escaparate para un pa¨ªs que, pese a sus muchas tensiones internas, busca el reto de convertirse en un gigante emergente. El camino ha sido espantoso, tortuoso como pocos. Ma?ana se levantar¨¢ el tel¨®n del f¨²tbol con Mandela al frente. Justamente 46 a?os antes, el 11 de junio de 1964, siete camaradas y ¨¦l fueron condenados a cadena perpetua por sabotaje en el juicio de Rivonia.
Mientras tanto, Sud¨¢frica juega otro partido. Ayer, con su ba?o de masas, ya gan¨® el primero.
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