"Necesitamos justicia espacial"
El ¨²ltimo libro que ha publicado Edward W. Soja (Nueva York, 1941) lleva por t¨ªtulo Seeking spatial justice (Buscando la justicia espacial). Suena raro, pero Soja, que abri¨® el congreso Cerd¨¤ Postmetr¨®polis, lo explica con un ejemplo. "En 1996, el sindicato de conductores de autobuses de Los ?ngeles denunci¨® a la autoridad de transporte por discriminaci¨®n espacial. Dec¨ªa que se hab¨ªan invertido millones de d¨®lares en las redes de metro y tren que daban servicio a una peque?a parte de la poblaci¨®n, precisamente la rica y blanca que viv¨ªa en las zonas residenciales, mientras que al mismo tiempo hab¨ªan subido las tarifas de los autobuses, el ¨²nico servicio de que dispon¨ªa el grueso de la poblaci¨®n pobre de los suburbios que no pod¨ªa tener coche, pero que era traficodependiente y necesitaba el autob¨²s para vivir y trabajar. Demostraron los errores de planificaci¨®n y al cabo de a?os ganaron. Se reparti¨® la inversi¨®n, se mejoraron la flota de autobuses y las redes, hubo m¨¢s vigilancia en las paradas y no subieron las tarifas. Necesitamos justicia espacial".
"Hay que crear mecanismos para que las otras ciudades no teman a Barcelona"
Es el ¨²ltimo concepto que ha acu?ado. Tambi¨¦n es suyo el de postmetr¨®polis y su influencia te¨®rica es palpable en urbanistas, arquitectos, ge¨®grafos y artistas desde hace a?os. Lo recoge muy bien Edward W. Soja. La perspectiva postmoderna de un ge¨®grafo radical (Icaria), el libro que ayer presentaron en Barcelona sus coordinadores, N¨²ria Benach y Abel Albet, en el que hay un compendio de art¨ªculos y ensayos, as¨ª como un amplio material de entrevistas y an¨¢lisis sobre su figura.
Resulta interesante porque su pensamiento ha dejado huella en Catalu?a, que conoce bien desde que hace m¨¢s de 10 a?os el entonces arquitecto jefe de Barcelona, Josep A. Acebillo, le invit¨® para ver c¨®mo se pod¨ªa aplicar en la ciudad el concepto de postmetr¨®polis. Soja, que dice preferir el t¨¦rmino regionalista al de urbanista, asegura que desde entonces las cosas han cambiado mucho. "Ya s¨¦ que aqu¨ª esto del t¨¦rmino regi¨®n no est¨¢ bien visto por las connotaciones hist¨®ricas que tiene, pero durante un tiempo Catalu?a fue precismente uno de los centros del pensamiento regional a trav¨¦s de los think thank del organismo Barcelona Regional, que yo creo que deber¨ªa llamarse Catalu?a Regional. Ahora, sin embargo, cada vez oigo hablar m¨¢s de territorio y territorial, un eufemismo para no utilizar el t¨¦rmino regi¨®n. Es una pena porque eso debilita el pensamiento regional, que me parece fundamental. La metr¨®poli como se entend¨ªa antes seguir¨¢ existiendo, pero ya no es la organizaci¨®n urbana en muchos lugares del mundo. El regionalismo te permite pensar a escalas m¨²ltiples. Debemos movernos y planificar en una l¨ªnea de mayor escala y, al mismo tiempo, fijarnos en los peque?os movimientos sociales que hay por debajo. El mundo se est¨¢ urbanizando a un ritmo acelerado y tenemos que organizarnos para podernos oponer a los procesos negativos de la globalizaci¨®n".
El cambio de orientaci¨®n de Barcelona, en el fondo, se enmarcar¨ªa en este contexto neoliberal que ha dominado la ¨²ltima d¨¦cada. "Tras el efecto Guggenheim, se entr¨® en una etapa de competencia brutal entre ciudades y la marca Barcelona se vende mejor que la marca Catalu?a. Por cuestiones de marketing, a la hora de atraer turistas e inversiones se ha optado por enfatizar Barcelona. Me parece un error porque todo se focaliza alrededor del turismo o la marca. Es la peor forma posible de planificaci¨®n espacial".
Es consciente tanto del evidente ¨¦xito del modelo Barcelona -"curiosamente liderado por arquitectos obsesivamente antiplanificadores, lo que dificulta pensar a gran escala"- como de la resistencia de las otras ciudades catalanas a dejarse engullir por Barcelona. "Durante mucho tiempo, seguir¨¢ siendo el centro dominante, pero si hay una asamblea regional que coordine y equilibre, se pueden crear mecanismos para que los otros municipios no le tengan terror. Sabadell, por ejemplo, podr¨ªa confederarse con las ciudades vecinas para crear una gran municipalidad. Eso ser¨ªa un contrapoder, que es lo que podr¨ªa animar este gobierno regional. Pero es dif¨ªcil, empec¨¦ a hablarlo hace 10 a?os y ahora se va en la direcci¨®n contraria".
Lo que tiene claro es que las ciudades cambian y ya no sirven los esquemas de pensamiento que se utilizaban hace 30 a?os. La imagen que tenemos de Los ?ngeles -la ciudad a la que ha dedicado gran parte de sus estudios y en la que ha creado escuela desde su c¨¢tedra de urbanismo en la UCLA- sigue siendo la de una gran ciudad dispersa. "Ahora mismo, Los ?ngeles es la ciudad m¨¢s compacta de Estados Unidos. En los ¨²ltimos 30 a?os ha recuperado seis millones de personas, la mayor¨ªa inmigrantes, y casi no ha aumentado su superficie. Lo que ha hecho es compactarlos. Aunque es cierto que hay muchos mendigos y gente sin techo; el proceso no es necesariamente positivo".
Y concluye: "El problema es que tenemos que repensar de arriba abajo la planificaci¨®n econ¨®mica. Tener m¨¢s gobierno en lugar de menos, parar la privatizaci¨®n incontrolada, crear nuevos sistemas de gobernanza a diferentes escalas. Y tiene que haber un sistema regulatorio".
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