Arquitectos y ge¨®grafos dibujan la Barcelona futura
Un congreso debate el papel de la ciudad y del gobierno metropolitano
El Gobierno catal¨¢n trabaja en la ley que d¨¦ pie a un gobierno metropolitano, es decir, para la Barcelona municipal y la real, que va desde alguna parte al norte del Maresme hasta alg¨²n lugar del Pened¨¨s, con l¨ªmites a¨²n m¨¢s imprecisos por el interior. Un parto dif¨ªcil, pese a que el tripartito, en teor¨ªa, estaba a favor. Se trata, en cierto sentido, de facilitar un gobierno supramunicipal que corrija las disfunciones creadas por un desarrollo urbano no siempre planificado y que ha dado una gran ocupaci¨®n de terreno con desequilibrios muy potentes. Ge¨®grafos y arquitectos, y tambi¨¦n gobernantes, juristas y te¨®ricos de la pol¨ªtica han analizado el futuro de ese gobierno metropolitano, su viabilidad y su oportunidad, al tiempo que analizaban los inconvenientes y virtudes de una ciudad dispersa frente a una compacta. El congreso se titula Cerd¨¤ Posmetr¨®polis y busca un discurso general que ilumine un hecho particular: c¨®mo ser¨¢ la Barcelona que viene.
Jordi Borja: "Ni ¨¢rea metropolitana, ni comarcas ni Folch i Torres"
La urbe que viene es una prolongaci¨®n de la dibujada en su d¨ªa por Cerd¨¤
Apenas ha habido discrepancias en la necesidad de una autoridad supramunicipal. A partir de ah¨ª, nada est¨¢ claro. Jordi Borja, experto en sociolog¨ªa urbana, inici¨® su intervenci¨®n sobre la oportunidad de un gobierno metropolitano afirmando que aqu¨ª no hace falta "ni ¨¢rea metropolitana, ni comarcas ni Folch i Torres". Lo oportuno es la provincia ¨²nica y si no, mejor no hacer nada. El proyecto de ley que debe crear la autoridad metropolitana refleja "miseria intelectual" y la palabra "veguer¨ªa" es inaceptable, el "veguer" record¨®, era el representante de un rey autoritario.
No coincidieron el secretario de Planificaci¨®n, Oriol Nel¡¤lo, y el tercer teniente de alcalde de Barcelona, Ramon Garc¨ªa Bragado. Ambos defendieron la conveniencia de una autoridad metropolitana, una autoridad a la que los municipios, dijo Garc¨ªa Bragado, ceder¨ªan autonom¨ªa a cambio de garant¨ªa de servicios. El responsable del urbanismo barcelon¨¦s defendi¨® que el gobierno metropolitano debe tener competencias en urbanismo, medio ambiente, transporte, promoci¨®n econ¨®mica y vivienda. Ser¨ªa bueno tambi¨¦n que hubiera unidad fiscal en el territorio y un presupuesto unificado. Ah¨ª intervendr¨¢n los alcaldes metropolitanos, invitados a la pen¨²ltima sesi¨®n del congreso.
La ge¨®grafa portuguesa Isabel Guerra alert¨® sobre las resistencias que los nuevos poderes provocan en el individuo. Partiendo del an¨¢lisis de Oporto y Lisboa, se?al¨® que en un pa¨ªs salido de un Estado fuerte y resistido, se ha generado hoy el rechazo de lo colectivo por los particulares. Que el problema de la planificaci¨®n metropolitana es la armonizaci¨®n entre lo individual y lo colectivo fue una de las pocas afirmaciones no discutidas.
En cambio, la ciudad compacta, definida por varios ponentes como la ¨²nica posibilidad de supervivencia, por ser m¨¢s "econ¨®mica, social y ambientalmente, y sostenible" ya no tuvo las mismas adhesiones. El italiano Francesco Indovina, profesor en Venecia, no ten¨ªa dudas: la dispersi¨®n se produce porque la gente no aguanta las aglomeraciones. Puede que la ciudad dispersa (por referencia al territorio que ocupa, frente a la compacta, m¨¢s concentrada) presente inconvenientes globales, pero la dispersi¨®n refleja un cambio de estilos de vida. Y a?adi¨®: "Ni siquiera est¨¢ claro que el consumo energ¨¦tico sea mayor en la ciudad dispersa". Por ejemplo, hay elevados consumos de energ¨ªa por aire acondicionado en las grandes ciudades.
Albert Serratosa, uno de los padres de la planificaci¨®n vigente en el ¨¢rea metropolitana Barcelonesa, se atrevi¨® con una definici¨®n de ciudad: conjunto urbano con entre 80 y 180 habitantes por hect¨¢rea. Por debajo, no se pod¨ªa hablar de ciudades. Por encima la palabra adecuada para describir la situaci¨®n ser¨ªa "caos". Barcelona se halla en 130, la misma cifra, dijo, que tienen las ¨¢reas metropolitanas de Nueva York, M¨¦xico y Par¨ªs.
La Barcelona del futuro es, en el fondo, una prolongaci¨®n de la dibujada por Cerd¨¤. Lo defendi¨® el urbanista Manel Larrosa, que proyect¨® un mapa en el que la Diagonal se prolonga hasta Martorell: la Gran Via, hacia el Maresme y El Prat; la Meridiana, hacia Sabadell y Granollers. La Barcelona metropolitana limita con Martorell, Terrassa, Sabadell, Granollers, Matar¨®, Mollet, Cerdanyola, Sant Cugat, el conjunto Molins-Sant Feliu y el delta del Llobregat.
El futuro tiene que tener en cuenta que la realidad actual es la que es. La zona que va de Martorell a Granollers acoge el 41% de la industria catalana y el 60% de las exportaciones. Y la marcha de las antiguas industrias de los aglomerados residenciales no tiene vuelta atr¨¢s. Un gobierno metropolitano deber¨¢ afrontar los problemas que se derivan de una metr¨®polis dispersa, con espacios especializados (comerciales, industriales, residenciales), con movilidad elevada. Adem¨¢s, se?al¨® Llu¨ªs Inglanda, del Instituto Cerd¨¤, cabe que el movimiento residencial no sea el motor, sino que siga a la creaci¨®n de empleos.
Es una creaci¨®n que no tiene por qu¨¦ ser s¨®lo de industria tradicional. La ge¨®grafa Carme Miralles se?al¨® la potencialidad de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, nacida en los sesenta en mitad de la nada, pero generadora de conocimientos, como referente territorial de la segunda corona. Lo tiene casi todo, dijo, menos una autoridad pol¨ªtica que lo impulse.
La planificaci¨®n futura, sostuvo Antoni Font, de la UPC, tendr¨¢ que partir de una visi¨®n global. El an¨¢lisis del presente permite comprobar que se forman agrupaciones en lugares no previstos. Es el caso, por ejemplo, de las industrias y complejos instalados en torno a la B-30, a la que no dud¨® en llamar "la calle mayor metropolitana". Y estos n¨²cleos provocan, al margen de las voluntades municipales, la aparici¨®n de restaurantes de comida r¨¢pida, servicios automovil¨ªsticos y de jardiner¨ªa, etc¨¦tera.
De este modo, es imprescindible una autoridad supramunicipal que ordene y planifique hasta donde la gente se deje. Y, ya de paso, que act¨²e respecto a las urbanizaciones surgidas, no siempre con amparo legal, en los a?os sesenta y setenta. Una autoridad que reequilibre los territorios. Un ejemplo de Font: en la Barcelona actual, las diferencias de renta presentan una variaci¨®n de 1 a 12 (12 en Pedralbes; 1, en La Mina). Y estas desigualdades se multiplican: la segregaci¨®n residencial generada por el precio de la vivienda acaba produciendo segregaci¨®n escolar, cultural y profesional. Y lo que es m¨¢s grave, nadie sabe lo que pasar¨¢ ma?ana. De modo que lo mejor, concluy¨® Font, es que la planificaci¨®n sea "flexible" para poder corregir cuando proceda.
Y convendr¨ªa, record¨® Xavier Monteys, no caer en el papanatismo de pensar que todo tiene que ser bueno. Quiz¨¢ estar¨ªa bien aprender de un cocinero del XIX que subtitul¨® un libro: "El arte de aprovechar las sobras". Tambi¨¦n vale en urbanismo. En la Diagonal, en la plaza de las Gl¨°ries. Y habr¨ªa valido en Lesseps y la avenida de Roma.
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