El pol¨ªgamo nant¨¦s
Supongo que, en tanto comienza el vendaval del Mundial que todo lo puede, la reforma laboral ser¨¢ asunto prioritario de las conversaciones propias y ajenas, de hogar y de taberna, de centro de trabajo u oficina del paro. En espera de Xavi y compa?¨ªa, el tema es necesariamente recurrente, de esos que tanto llenan la boca de los pol¨ªticos cuando hablan de los asuntos que interesan a los ciudadanos (algo que suelen exigir los pol¨ªticos de la oposici¨®n a los gobernantes, por cierto).
Pero la vida sigue, y hay un asunto que est¨¢ muy, muy en la calle, a pie de obra que se dec¨ªa antes, y que, sin embargo, no encuentra el adecuado acomodo entre la clase pol¨ªtica y en las instituciones. Hay como un clamor soterrado, un tanto af¨®nico, pero ruidoso, sobre el sistema de ayudas p¨²blicas a los m¨¢s desfavorecidos. Descuento de antemano a los que discuten ¨²nicamente sobre inmigrantes y nativos, porque hiede a menudo un tinte racista, a veces inconsciente, a veces plenamente consciente. Nada que decir en este asunto. Ayer publicaba Le Figaro la historia del pol¨ªgamo de Nantes al que no se ha podido condenar por pol¨ªgamo, pero s¨ª por estafa y fraude. El pollo consegu¨ªa 5.000 euros al mes en ayudas sociales. Seguramente cosas similares ocurren en nuestro pa¨ªs, y te las cuentan en los bares, en los portales, en las panader¨ªas. Y son ciertas. Luego eso significa que el buenismo de las ayudas sociales tiene m¨¢s agujeros que un cedazo, y conviene replantearse qu¨¦ estamos haciendo bien y cu¨¢nto estamos haciendo mal. El buenismo queda bonito y da p¨¢tinas de progresista sobre todo a pol¨ªticos conservadores. Pero conviene no olvidar que Maradona era muy querido en N¨¢poles, entre otras cosas porque a la salida de los restaurantes repart¨ªa dinero.
No es el caso en instituciones democr¨¢ticas. La mejor manera de luchar contra el racismo consciente o inconsciente no es dar mucho, sino dar bien. Y la peor manera, por tanto, es la contraria. En la medida en que la gente advierta un reparto injusto de nuestros impuestos, la tentaci¨®n xen¨®foba crecer¨¢. As¨ª que el asunto es algo m¨¢s que una disputa de patio de vecinos, m¨¢s profundo de lo que a priori sugiere.
Las ayudas sociales, a medida que avanza el paro y la destrucci¨®n de empleos, van a ser cada vez m¨¢s ingentes y urgentes, por lo tanto, m¨¢s exigentes en su cuidado, m¨¢s justas en su reparto, con menos agujeros en el cedazo institucional, quiz¨¢ m¨¢s intr¨¦pidas. No vaya a ser que entre todos creemos una nueva casta social de pol¨ªgamos nanteses, millonarios de la ayuda social, con serie propia en la televisi¨®n y contertulios de programas basura. Tendr¨ªa gracia que en plena crisis econ¨®mica la ayuda fuera un goloso sueldo fijo para mayor gloria de los Robin Hood de la cosa p¨²blica. Cuidado, cuidado...
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