B¨¦lgica, dos pa¨ªses al precio de uno
Un partido independentista flamenco aspira hoy a ser el m¨¢s votado
En este soleado domingo de la primavera bruselense una manifestaci¨®n avanza despacio y en silencio por las calles del centro de la capital de B¨¦lgica. Una pancarta, escrita en las tres lenguas oficiales del pa¨ªs (neerland¨¦s, franc¨¦s y alem¨¢n), abre la marcha: "S¨ª, queremos vivir juntos". Es el grito ahogado de quienes temen que el pa¨ªs desaparezca laminado por los separatistas flamencos, a quienes los sondeos pronostican una holgada victoria en las elecciones parlamentarias de hoy.
La Nueva Alianza Flamenca (N-VA) del joven historiador Bart de Wever, una formaci¨®n republicana, conservadora e independentista, parece abocada a convertirse en el primer partido del pa¨ªs, si bien, por las extremas peculiaridades del sistema pol¨ªtico belga, la familia socialista (flamencos y franc¨®fonos) deber¨ªa ser la m¨¢s fuerte en el Parlamento entrante.
Una zona mestiza en torno a Bruselas ha complicado la divisi¨®n ling¨¹¨ªstica
Solo el 9% de los flamencos y el 4% de los valones apoyan la partici¨®n del Estado
La marcha bruselense tiene un aire funeral, como la columna de un ej¨¦rcito que arrastra la derrota hacia la retaguardia. La v¨ªspera se ha celebrado el D¨ªa del Orgullo Gay y decenas de miles de personas han llenado ruidosa y jocosamente durante horas el centro de la ciudad. "Hubo 35.000 manifestantes para los gays y lesbianas y no hay suficientes personas en favor de B¨¦lgica", se lamenta un ciudadano. Estimaciones oficiales cifraban despu¨¦s en menos de 2.000 los movilizados en defensa de la unidad nacional.
M¨¢s que el contraste con los manifestantes del d¨ªa anterior, les duele recordar que dos a?os y medio antes una manifestaci¨®n an¨¢loga arrastr¨® a otros 35.000 belgas, tambi¨¦n entonces fundamentalmente franc¨®fonos. Aquella expresi¨®n de voluntad popular contra la deriva descentralizadora qued¨® en nada y ahora solo quedan la impotencia y el hast¨ªo.
El panorama pol¨ªtico belga cambia m¨¢s r¨¢pidamente de lo que el pa¨ªs puede soportar. Un personaje notable, que prefiere ocultar su nombre por ocupar un alto cargo en un organismo multinacional, vaticina: "Estamos asistiendo al final de una generaci¨®n pol¨ªtica, la que estaba al tim¨®n tras las elecciones de 2007. En un par de a?os todos habr¨¢n desaparecido".
Prueba de ello es el N-VA, nacido en 2001 y hoy a punto de convertirse en la primera fuerza pol¨ªtica belga. En 2007, el partido de De Wever iba en coalici¨®n con el hist¨®rico movimiento Cristiano Dem¨®crata y Flandes. El 4% de los sufragios que obtuvo entonces en Flandes pueden convertirse en el 25% si aciertan los sondeos. Y m¨¢s cuando alrededor del 40% de los votantes no saben qu¨¦ decir en la urna. De Wever ha capitalizado la frustraci¨®n de los flamencos con un sistema federal que no termina de funcionar, y en particular con la irritaci¨®n constante que produce la circunscripci¨®n de Bruselas-Hal-Vilvoorde (BHV), una mancha mestiza de flamencos y franc¨®fonos en torno a la capital que rompe con el principio de que el pa¨ªs est¨¢ dividido n¨ªtidamente en dos partes por una frontera ling¨¹¨ªstica al norte de la cual (Flandes) solo hay vida para el universo neerland¨®fono, mientras en el sur (Valonia) el pa¨ªs es exclusivamente franc¨®fono. Bruselas, asentada geogr¨¢ficamente en Flandes y franc¨®fona al 90%, tiene un estatuto especial biling¨¹e.
La excepci¨®n de BHV, declarada no conforme a la Carta Magna por el Tribunal Constitucional, envenena la relaci¨®n entre el norte y el sur, enzarzados en una guerrilla institucional con constantes golpes bajos, pol¨ªticos y sociales, en ese territorio. A esa guerra de desgaste se suma la distinta evoluci¨®n socioecon¨®mica de Flandes y Valonia, que lleva a los norte?os a acusar a sus vecinos del sur de ser poco menos que par¨¢sitos.
Desde hace 40 a?os, cuando el Estado unitario dio lugar al federal, B¨¦lgica ha realizado cinco reformas institucionales a costa del centro, y ahora prepara la sexta, que no ser¨¢ la ¨²ltima. Las negociaciones para formar Gobierno se prev¨¦n largas. De Wever, que ha hecho a los dem¨¢s bailar a su ritmo en esta campa?a, se dice dispuesto a aceptar que el pr¨®ximo primer ministro sea el l¨ªder socialista franc¨®fono Elio di Rupo para compensar las exigencias pol¨ªticas que piensa presentar y para dar confianza a los franc¨®fonos. En cuanto a si B¨¦lgica se parte, pol¨ªticos y polit¨®logos son un¨¢nimes: "No". Solo el 9% de los flamencos y el 4% de los valones est¨¢n por la separaci¨®n.
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