Los 'guays' del victimismo
Israel y PP contraatacan ataviados con los ropajes de perjudicados
"Los cocodrilos vierten l¨¢grimas cuando devoran a sus v¨ªctimas. He ah¨ª su sabidur¨ªa", afirmaba el fil¨®sofo y estadista brit¨¢nico sir Francis Bacon hace 400 a?os. Y habr¨¢ que convenir que sigue vigente a la vista de lo que sucede en 2010.
Aprecien si no la estrategia del Gobierno de Israel, que mantiene un bloqueo ilegal sobre Gaza, condenando a la miseria a un mill¨®n y medio de palestinos, y que ataca en aguas internacionales a la llamada flotilla de la libertad, abordando sus naves y matando a nueve activistas en el Mavi Marmara, so pretexto de que se trataba de terroristas y que, por tanto, los soldados asaltantes actuaban en leg¨ªtima defensa.
Lo cierto es que al atacar a buques pac¨ªficos en aguas internacionales, la Marina israel¨ª incurri¨® presuntamente en una violaci¨®n del Derecho Internacional a la libertad en alta mar, aunque t¨¦cnicamente no se le pueda llamar pirater¨ªa, nueve delitos de asesinato y decenas de secuestros al obligar a las naves a dirigirse al puerto de Ashdod. El Ejecutivo israel¨ª ha mantenido en todo momento que ellos eran los atacados, es decir, las v¨ªctimas. Sin embargo, ese discurso se desmorona cuando todos esos supuestos terroristas que viajaban en la flotilla -entre ellos el escritor sueco Henning Mankell-, en lugar de quedar presos acusados de grav¨ªsimos delitos en Israel, pa¨ªs al que te¨®ricamente atacaban, fueron repatriados a sus pa¨ªses de origen. O eran terroristas, y entonces deber¨ªan estar en la c¨¢rcel, o no lo eran, y como ha ocurrido, los han devuelto a sus casas.
Parece evidente que el Gobierno y el Ej¨¦rcito israel¨ª se han convertido en los guays del victimismo. Son tan estupendos que van por la vida de v¨ªctimas, pero sin embargo act¨²an con la soberbia, prepotencia y desproporci¨®n con la que lo hacen los opresores. El caso chirr¨ªa tanto que hace ruborizarse de verg¨¹enza a sus aliados.
Algo parecido, aunque a distinto nivel, ocurre con el Partido Popular y su personaci¨®n como acusaci¨®n popular en el caso G¨¹rtel, la red de corrupci¨®n dirigida por Francisco Correa que afecta a varios altos cargos de ese partido al menos en Madrid y la Comunidad Valenciana.
Se trata de una personaci¨®n que solo tiene sentido si va encaminada a demostrar que la actuaci¨®n de los acusados fue tan perjudicial para el PP que no le basta con que les acuse el fiscal -encargado de defender la legalidad- porque su propia exigencia de responsabilidades va a ser m¨¢s dura e implacable. Es decir, que el mensaje a transmitir a los ciudadanos -estos s¨ª, aut¨¦nticos perjudicados- es que el PP es la principal v¨ªctima de la actuaci¨®n de sus cuadros.
Sin embargo, como en el caso de Israel, una cosa es lo que dice y otra lo que hace. Porque el PP, lejos de actuar como acusaci¨®n, est¨¢ funcionando como la mejor de las defensas. Claro que no todos los imputados tienen la suerte de beneficiarse de esa actuaci¨®n porque hay acusados de primera -como el ex tesorero del partido Luis B¨¢rcenas o el presidente valenciano Francisco Camps- a los que se defiende m¨¢s all¨¢ de toda duda, y los, digamos, prescindibles.
El PP ha desplegado una intensa campa?a contra el primer instructor del caso, Baltasar Garz¨®n, al que lleg¨® a recusar, hasta que el Consejo del Poder Judicial, en un pleno extraordinario convocado por los vocales que hab¨ªan sido elegidos a propuesta de los populares, le suspendi¨® en sus funciones, cercen¨¢ndole una salida honorable de servicios especiales en la Corte Penal Internacional.
En ese proceso de situarse como v¨ªctima frente al mundo, el PP ha acusado a la polic¨ªa y a la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n de fabricar pruebas falsas contra ellos y de perseguirles por motivos pol¨ªticos y electorales.
Ahora le ha tocado el turno al juez Antonio Pedreira, impugnando que remita las pruebas de la corrupci¨®n a Valencia, para que no puedan servir para juzgar a Camps.
El traje de v¨ªctima con el que el Partido Popular se ha revestido le queda grande, porque qui¨¦n va a creerse que es el perjudicado por la il¨ªcita actuaci¨®n de sus altos cargos, cuando Rajoy se comprometi¨® a pagar la minuta del abogado de B¨¢rcenas -una minucia de 200.000 euros- y este, a pesar de estar dado de baja en el partido, mantiene un despacho en la sede de G¨¦nova -la sala Andaluc¨ªa- para guardar sus papeles.
Quiz¨¢ Rajoy acabe formulando la pregunta que se hac¨ªa Groucho Marx en Sopa de ganso: "?A qui¨¦n va usted a creer, a m¨ª o a sus propios ojos?"
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