Copago no: 'repago' y privatizaci¨®n
Por si no fueran ya suficientes los discursos y las medidas de ajuste de los cirujanos de hierro que pretenden hacer recaer los efectos de la crisis econ¨®mica sobre los ciudadanos y sus derechos sociales y democr¨¢ticos, resurge ahora el manido debate del copago como f¨®rmula milagrosa para la moderaci¨®n de la demanda de servicios en el sector sanitario, ya que se reconoce que no incidir¨ªa de forma significativa en la financiaci¨®n del sistema.
Pero como en la guerra, tambi¨¦n en las batallas ideol¨®gicas y sanitarias lo primero que muere es la verdad. En este caso, el t¨¦rmino copago pretende trasladar la imagen falsa del gratis total hoy en d¨ªa para los ciudadanos en la atenci¨®n sanitaria, cuando son estos quienes financian nuestro Sistema Nacional de Salud con sus impuestos. Se trata, por tanto, no de copago, sino de repago, ya que se pretende una doble imposici¨®n para financiar el sistema introduciendo de nuevo el precio en un sistema sanitario que hasta ahora se basaba en necesidades de salud y en valores como la universalidad, la equidad, as¨ª como la financiaci¨®n y la previsi¨®n p¨²blicas. Todo ello quedar¨ªa cuestionado por un precio que, aunque supuestamente simb¨®lico, aumentar¨ªa la marginaci¨®n y la falta de equidad a los sectores con menor renta o peor informados y, por consiguiente, un mayor deterioro de su situaci¨®n de salud que ya hoy est¨¢ lejos de la de quienes disfrutan de las rentas m¨¢s altas (hasta 10 a?os de diferencia en esperanza de vida).
Se pretende una doble imposici¨®n para financiar el sistema introduciendo de nuevo el precio
Adem¨¢s, este discurso se ti?e de hipocres¨ªa cuando se pretende que el sistema que buscan implantar (a partir de ahora, repago) no tiene finalidad recaudatoria, sino moderadora de una demanda sanitaria que se considera a priori abusiva.
Se da el caso de que el repago ya existe en la pr¨¢ctica en la adquisici¨®n de los medicamentos, cuando el trabajador en activo aporta nada menos que el 40% de su importe al ir a la farmacia. Parad¨®jicamente, esta circunstancia asumida hace d¨¦cadas y perfectamente evaluable en el tiempo no influye en la moderaci¨®n de la demanda, sino que es justo el gasto farmac¨¦utico el que crece muy por encima del conjunto del resto de partidas. Es, al tiempo, el ¨²nico ep¨ªgrafe del gasto sanitario p¨²blico en el que Espa?a se sit¨²a por encima de la media de la UE, presentando en lo dem¨¢s uno de los mejores balances coste-efectividad de los sistemas de nuestro entorno.
Quiz¨¢s sean otros los objetivos que se persiguen, m¨¢s all¨¢ de la disuasi¨®n de acudir al m¨¦dico, y son sus impulsores quienes deben explicarlo p¨²blicamente y sin hipocres¨ªas. En la demanda sanitaria, el ciudadano decide mucho menos de lo que parece, y si lo que se pretende es racionalizarla se precisan medidas que recaen m¨¢s del lado de la Administraci¨®n y de los servicios, y no tanto de los usuarios y pacientes.
Se aducen razones como la utilizaci¨®n excesiva de las consultas de Atenci¨®n Primaria o de urgencias. Sin embargo, poco se dice de la escasez de medios y profesionales de la Atenci¨®n Primaria, de la necesaria redistribuci¨®n de funciones en los equipos o de las limitaciones de las pol¨ªticas de salud p¨²blica, de educaci¨®n y participaci¨®n sanitaria de los ciudadanos. Invertir en ellas mejorar¨ªa sin lugar a dudas la calidad y reducir¨ªan el n¨²mero de consultas que se pretenden limitar con el castigo del repago, como si los ciudadanos fueran el perro de Paulov, objetos de premio y castigo.
Si se trata de est¨ªmulos negativos al consumo sanitario, ?por qu¨¦ no cortar en vez de por precio por edad, por estatura o por sexo? Se trata de medidas absurdas igualmente arbitrarias que no tienen nada que ver con la racionalizaci¨®n de la demanda sanitaria. Lo que ocurre realmente es que el repago se inscribe en la corriente privatizadora de los servicios p¨²blicos que se agudiza ahora con el pretexto de la crisis. Es la misma corriente que ve en el sistema sanitario y en el de pensiones p¨²blicas y, en general, en el Estado de bienestar un nuevo nicho de mercado.
En Espa?a el repago no es un hecho aislado. Viene precedido de la privatizaci¨®n de la gesti¨®n sanitaria, a la que sigue la de la provisi¨®n de los servicios sanitarios. Con todo ello, la sanidad privada ha adquirido en nuestro pa¨ªs un mayor papel que en el resto de Europa, configurando un subsistema privilegiado para las rentas altas y los sectores con poder de decisi¨®n al margen del Sistema Nacional de Salud.
La batalla a la que nos enfrentamos no es solo la del repago, se llama privatizaci¨®n o, lo que es lo mismo, un fracaso sanitario y econ¨®mico para los que lo han probado, pero un ¨¦xito de rentabilidad para los mercados, como ocurre en EE UU (Obama dixit).
Gaspar Llamazares es presidente de la Comisi¨®n de Sanidad y Asuntos Sociales del Congreso y portavoz parlamentario de IU.
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