Una obra para meditar
Al fin una ¨®pera funciona en todos sus registros, al fin una representaci¨®n l¨ªrica responde al imprescindible modelo de realimentaci¨®n positiva entre m¨²sica y escena, al fin una ¨®pera sacude emocional e intelectualmente al espectador. Los motivos de reflexi¨®n se multiplican en esta ocasi¨®n. La manera en que se ha puesto en pie Die tote stadt (La ciudad muerta), de Korngold, lleva al reconocimiento elogioso. No tengo duda. Es la mejor representaci¨®n de ¨®pera de este curso en el Real: la m¨¢s redonda, la m¨¢s equilibrada, la m¨¢s inquietante, la m¨¢s desgarrada, la que desprende mayor sensaci¨®n de autenticidad, la m¨¢s profunda.
En primer lugar, por la extraordinaria direcci¨®n musical de Pinchas Steinberg. El veterano maestro ha sacado petr¨®leo de la Sinf¨®nica de Madrid, y esta ha respondido con una ejecuci¨®n cargada de sentido dram¨¢tico, portentosa en los matices. La pregunta que viene a continuaci¨®n es por qu¨¦ la misma orquesta ha brindado en otras ocasiones versiones tan tediosas. Que cada uno saque las conclusiones oportunas. (Atenci¨®n: Steinberg dirigir¨¢ en el Auditorio Nacional de Madrid a la Sinf¨®nica de Madrid el pr¨®ximo 23 en Mi patria, de Smetana).
DIE TOTE STADT
De Erich Wolfgang Korngold. Director musical: Pinchas Steinberg. Director de escena: Willy Decker. Con Klaus Florian Voigt, Manuela Uhl, Lucas Meachem y Nadine Weissmann, entre otros. Producci¨®n del Festival de Salzburgo, 2004. Sinf¨®nica de Madrid, Coro de la Comunidad de Madrid. Teatro Real, 14 de junio.
No tengo duda, es la mejor representaci¨®n de este curso en el Real
La puesta en escena de Willy Decker, actualmente director art¨ªstico de la Ruhr Triennale, se estren¨® en el Festival de Salzburgo de 2004. Fue la sensaci¨®n de aquel verano en la ciudad natal de Mozart, y lo ha sido all¨¢ por donde se ha representado, desde Viena o ?msterdam al Liceo de Barcelona. Karin Voykowitsch, realizadora de la direcci¨®n esc¨¦nica en Madrid, no altera la sustancia de un montaje profundamente interiorizado, que se mueve entre la enso?aci¨®n y el deseo, entre la nostalgia y la memoria. La multiplicidad de niveles de la narraci¨®n enriquece las perspectivas. El tono de pesadilla conmueve. La inteligencia camina paralela con la sensibilidad, la capacidad anal¨ªtica con la puramente emocional, la cabeza con el coraz¨®n. Acostumbrados a las banalidades y ocurrencias "geniales" de tantos directores esc¨¦nicos, el trabajo de Decker es sobrio y preciso, imaginativo y riguroso. Es inevitable pensar en su Peter Grimes, de Britten, visto en este teatro o en Bilbao, y tambi¨¦n en aquel interesante Anillo del Nibelungo mucho m¨¢s valorado en Dresde que en Madrid.
El reparto vocal es asimismo de enjundia en su totalidad, con una capacidad de entrega tan considerable que el tenor Klaus Florian Vogt acus¨® al final s¨ªntomas de cansancio despu¨¦s de un trabajo admirable. El programa de mano tambi¨¦n prioriza los aspectos informativos por encima de los de opini¨®n. Baste se?alar las precisiones sobre el origen del libreto, con ejemplos de los antecedentes novel¨ªsticos y teatrales, y la claridad con la que se resume el argumento.
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