Ra¨²l Castro: el viaje a ninguna parte
El pulso entre el caudillo ut¨®pico y el bur¨®crata ha marcado las relaciones entre los dos hermanos. La situaci¨®n de bancarrota en que se encuentra el pa¨ªs amenaza con un nuevo "periodo especial"
Las estrellas m¨¢s importantes del b¨¦isbol, el deporte nacional cubano, son los jugadores que golpean m¨¢s cuadrangulares o jonrones (del ingl¨¦s home run), un batazo que saca la pelota del terreno de juego y llega a las gradas o sale del estadio. No es extra?o, por tanto, que Ra¨²l Castro quiera cambiar su juego, despu¨¦s de la muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata, sustituyendo el garrote por el bate. El Gobierno cubano est¨¢ contra las cuerdas. El discurso pol¨ªtico de la revoluci¨®n est¨¢ agotado y es incapaz de hacer frente a la grav¨ªsima situaci¨®n social que amenaza con hacer estallar al pa¨ªs.
La negociaci¨®n que el dictador cubano ha iniciado con la Iglesia cat¨®lica para aliviar la alarmante situaci¨®n de los presos pol¨ªticos es su forma de batear un jonr¨®n para buscar el aplauso y acallar las cr¨ªticas. Pero tambi¨¦n podr¨ªa ser un episodio m¨¢s de la larga batalla que libra contra su hermano, en un intento lampedusiano de cambiarlo todo para que todo siga igual.
Mientras Fidel viva, Ra¨²l Castro no tiene muchas opciones para cambiar nada
Fidel se vali¨® de su inteligencia, fidelidad y falta de escr¨²pulos, pero le menospreci¨® siempre
Ra¨²l Castro conoce el proverbio chino que dice que "la mejor manera de evitar que un tigre te devore es montarte sobre ¨¦l". Cuando era ni?o le llamaban Pulguita por su peque?a estatura, a diferencia de Fidel, cinco a?os mayor, un aut¨¦ntico gigante que lo lanzaba al aire y trotaba con el peque?o encaramado a su espalda. Ra¨²l nunca desmont¨® ese tigre y desde entonces los destinos de los dos hermanos siguen estrechamente unidos. Ambos son depredadores, aunque los zarpazos del felino son m¨¢s da?inos que las picaduras del insecto. La pulga siempre ha vivido oculta entre las rayas del tigre. Ha compartido su territorio y participado en sus cacer¨ªas, siempre con discreci¨®n, dejando rugir al tigre, sin apenas mostrar la gran fortaleza y resistencia que esconde su tama?o.
En la historiograf¨ªa de la revoluci¨®n, Fidel Castro acapara el protagonismo absoluto. Su hermano Ra¨²l est¨¢ considerado como un sat¨¦lite que orbita alrededor suyo. Pero Ra¨²l Castro tiene una personalidad propia, oscura y compleja, muy dif¨ªcil de precisar por su aversi¨®n a la luz, al¨¦rgico a las c¨¢maras y micr¨®fonos como es, sobre la que muy pocos han logrado ponerse de acuerdo.
Muchos misterios rodean tambi¨¦n las relaciones entre los dos hermanos y es dif¨ªcil determinar la influencia que Ra¨²l ha ejercido sobre Fidel desde los or¨ªgenes y en los momentos clave de la revoluci¨®n cubana.
Ra¨²l Castro tiene una personalidad ambivalente. Los suyos dicen que es cari?oso y familiar, pero es tambi¨¦n un hombre despiadado. Fidel Castro dijo en una ocasi¨®n que el "malo de la pel¨ªcula" era Ra¨²l. "Cuiden m¨¢s de Ra¨²l", dijo el Comandante. "Si yo fuera el imperialismo no estar¨ªa tratando de liquidar a Fidel". Y no le faltaba raz¨®n. Desde los albores de la revoluci¨®n, en 1959, la pulga marc¨® su territorio con sangre. Los primeros fusilamientos masivos se llevaron a cabo en Santiago de Cuba por orden de Ra¨²l Castro, al borde de una zanja abierta con un buld¨®cer.
Ra¨²l Castro ha sido el brazo ejecutor de su hermano en su irresistible ascenso a la cima del poder absoluto. Es la ¨²nica persona en quien Fidel Castro puede confiar y se lo ha demostrado con creces. Le ha cuidado siempre las espaldas y ha eliminado a sus enemigos, reales o imaginarios. Pero Ra¨²l Castro ha sido m¨¢s despiadado a¨²n con sus amigos, entre ellos el general Arnaldo Ochoa, un peligroso rival para su hermano cuando los vientos de la perestroika amenazaban con barrer el estalinismo en Cuba. Ra¨²l le entreg¨® a Fidel la cabeza de Ochoa en bandeja de plata, y este a cambio le dej¨® las manos libres para purgar al Ej¨¦rcito y al Ministerio del Interior, que quedaron bajo su control, y con ellos el pa¨ªs.
Apoyado por la URSS, Ra¨²l Castro intent¨® institucionalizar la revoluci¨®n seg¨²n el modelo sovi¨¦tico. Un Partido Comunista de nueva creaci¨®n y una Asamblea Nacional del Poder Popular como ¨®rgano supremo de la "democracia popular" liberar¨ªan a su hermano de la "penosa" tarea de gobernar seg¨²n su capricho. Pero Fidel Castro nunca quiso renunciar a su poder omn¨ªmodo. Acept¨® los ¨®rganos de poder colegiados, pero los torpede¨® abiertamente mediante la creaci¨®n de estructuras paralelas, como el "Grupo de Coordinaci¨®n y Apoyo al Comandante en Jefe" o la "Batalla de Ideas".
La enfermedad de su hermano hizo creer a Ra¨²l Castro que su turno hab¨ªa llegado. Pero Fidel Castro sigue manejando los hilos del poder. Sus fatwas fijan doctrina en Cuba e impiden que su hermano se adentre por la senda de las reformas estructurales que anunci¨® cuando era presidente provisional. En ese combate andan los dos hermanos; el uno, repartiendo mandobles a los pellejos de vino sin querer reconocer que la revoluci¨®n muri¨® hace mucho tiempo; el otro, deshaciendo entuertos para que la nave pueda llegar a ninguna parte. Ese pulso entre el caudillo ut¨®pico y el bur¨®crata ha marcado las relaciones entre los dos hermanos y le ha proporcionado a Ra¨²l Castro no pocos disgustos y muchos problemas con su h¨ªgado.
En 1990, tras el desplome de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Ra¨²l Castro supo convencer a su hermano para que aceptara reformas econ¨®micas que evitaron el colapso de la revoluci¨®n. Pero luego Fidel le acus¨® de haber introducido el caballo de Troya en la fortaleza. Los cambios dinamitaron el "igualitarismo" de la revoluci¨®n y dispararon la corrupci¨®n, m¨¢s peligrosa que los marines yanquis, seg¨²n Fidel Castro. La situaci¨®n de bancarrota en que se encuentra el pa¨ªs amenaza con un nuevo "periodo especial". La revoluci¨®n que lo controla todo, sin resquicios para la iniciativa privada, arremete contra los "vicios del paternalismo" originados por una sociedad acostumbrada, seg¨²n el diario oficial Granma, a recibir todo sin dar nada a cambio. En 1959, el Comandante dijo: "Queremos liberar de dogmas al hombre (...); el problema es que nos dieron a escoger entre un capitalismo que mata de hambre a la gente, y el comunismo, que resuelve el problema econ¨®mico pero que suprime las libertades tan caras al hombre". Ra¨²l Castro tiene que resolver la cuadratura del c¨ªrculo porque Cuba no es capitalista ni comunista, sino todo lo contrario.
Mientras Fidel viva, Ra¨²l Castro no tiene muchas opciones para cambiar nada, salvo preparar el camino para cuando llegue su turno. Sus hombres de confianza ocupan ya las parcelas m¨¢s importantes del poder, incluido el econ¨®mico, a trav¨¦s de GAESA, el holding de las Fuerzas Armadas que dirige su yerno, el mayor Luis Alberto Rodr¨ªguez L¨®pez-Calleja. Ra¨²l Castro ha dinamitado las estructuras paralelas creadas por su hermano y ha "tronado" a sus delfines Felipe P¨¦rez Roque y Carlos Lage, en una rocambolesca purga al m¨¢s puro estilo sovi¨¦tico.
A Ra¨²l Castro se le acaba el tiempo. Est¨¢ solo, rodeado por sus viejos conmilitones de la Sierra Maestra, sin relevo, sin futuro. A la sombra de su hermano acapar¨® un enorme poder, pero no puede ejercerlo. Sin Fidel, Ra¨²l Castro no ser¨ªa nadie; tampoco la revoluci¨®n cubana ser¨ªa la misma. Pero con Fidel todav¨ªa vivo no puede llegar a ninguna parte. Fidel Castro se vali¨® de ¨¦l, de su inteligencia y su fidelidad y de su falta de escr¨²pulos, pero le menospreci¨® siempre. La pulga ha hecho un largo recorrido. Sin el tigre nunca hubiera llegado tan lejos. Pero el tigre sigue cabalgando y, cuando ruge, la pulga se esconde entre sus rayas. Esa es su condena. Hasta que el tigre muera.
Vicente Bot¨ªn, ex corresponsal de TVE en Cuba, es autor del libro Ra¨²l Castro: La pulga que cabalg¨® al tigre.
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