Me lo imagino
Me ha pasado tantas veces, he estado tantas veces en su mismo lugar... Hace unos d¨ªas les contaba que donde ellos est¨¢n, yo estuve. Y eso me permite imaginarlos all¨ª, sentados en el suelo del vestuario de Durban, unos busc¨¢ndose con la mirada, cansados, agotados de haberlo intentado hasta el ¨²ltimo minuto. Otros, tal vez, debajo de una toalla, intentando aislarse de todo el ruido, intentando olvidar aquella pelota que se le fue junto al palo o intentando borrar el viento que el bal¨®n hab¨ªa dejado en sus dedos justo antes del gol. Alguno buscando el descanso en la camilla del vestuario, cerrando los ojos creyendo que, al abrirlos, el partido estar¨¢ a¨²n a punto de empezar.
Y entre ellos, mucha gente, unos acercando los l¨ªquidos imprescindibles para iniciar la recuperaci¨®n, ya que nunca se nos debe olvidar que el siguiente partido empieza justo cuando finaliza este; otros llenando bolsas de hielo para aplicar all¨ª donde el contacto f¨ªsico ha dejado un hematoma; otros, simplemente, ofreciendo una palmada, una caricia, un poco de calor.
Y por all¨ª habr¨¢ aparecido alguno de los veteranos para recordar que este era el primer paso, que quedan seis puntos por jugar y un Mundial por ganar, que no es este el momento para que las dudas entren dentro del grupo, para que la cabeza se llene de preguntas sin respuesta, que este es el momento de confiar en cada uno y, sobre todo, en ese que se viste junto a nosotros. Y es el momento de sentir que, aunque esas palabras est¨¦n llenas de sentido, est¨¦n plenas de l¨®gica, entonces, ?por qu¨¦ tengo un agujero tan grande en mi alma y un vac¨ªo tan grande en mi ilusi¨®n?
Y en medio del alboroto silencioso se habr¨¢ o¨ªdo la voz del seleccionador, para recordarles que esto del f¨²tbol es as¨ª de inexplicable, para recordarles que ya sab¨ªan que un Mundial no se gana en el primer partido y que, por tanto, tampoco se pierde en los primeros 90 minutos, para recordarles lo buenos que son, las dificultades que han superado para estar all¨ª, para recordarles que no es importante las veces que caes sino las que eres capaz de levantarte.
Y ah¨ª se ir¨¢n, poco a poco, desparram¨¢ndose rumbo a una ducha que, esta vez, no va a ser reparadora, iniciando entre murmullos conversaciones en busca de la respuesta exacta a esa vieja pregunta: ?qu¨¦ nos ha fallado?
Y desde la experiencia que da el haber estado metido en varias de estas, me permito sugerirles que el f¨²tbol se construye desde su imprevisibilidad, desde la capacidad de sorprender y sorprendernos, y eso que nos encanta cuando nos toca a favor es harto doloroso cuando nos deja detr¨¢s en el marcador. Seguro que ha habido cosas a mejorar, las hay hasta en el encuentro m¨¢s glorioso, c¨®mo no lo va a haber en los d¨ªas oscuros. Seguro que cuando se vean en el v¨ªdeo van a darse cuenta de tantas jugadas posibles que se quedaron en el limbo del Moses Mabhida de Durban, seguro que algo m¨¢s pudieron hacer para evitar que Suiza anotara su gol. Pero tras el an¨¢lisis, tras la reflexi¨®n, les sugiero que se miren entre ellos, que vean quienes les acompa?an en ese vestuario dolorido, que sientan que all¨ª, entre tanto cuerpo y mente dolientes, est¨¢n quienes nos van a llevar, primero, a octavos y, a partir de ah¨ª, billete libre para so?ar.
Mientras ellos buscan sus respuestas, que me permitan asomarme al balc¨®n de mi casa, que el Nervi¨®n amenaza con desbordarse. Y eso s¨ª que es un asunto preocupante.
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