Israel sin clich¨¦s
Las cr¨ªticas a los actos de fuerza del Gobierno de Israel, procedentes cada vez m¨¢s de jud¨ªos, no est¨¢n motivadas por el antisemitismo. El abuso de este calificativo es peligroso para la memoria del Holocausto
N? 1. Israel est¨¢ siendo/deber¨ªa ser deslegitimado. Israel es un Estado como cualquier otro, establecido hace tiempo e internacionalmente reconocido. El mal comportamiento de sus Gobiernos no lo "deslegitima", no m¨¢s que el mal comportamiento de sus gobernantes a Corea del Norte, Sud¨¢n -o Estados Unidos-. Cuando Israel quebranta la ley internacional, debiera ser presionado; precisamente porque es un Estado sometido a la ley internacional podemos exig¨ªrselo.
Algunos cr¨ªticos de Israel est¨¢n motivados por el deseo de que no existiera -de que, de alg¨²n modo, sencillamente desapareciera-. Pero esa es la pol¨ªtica del avestruz: los nacionalistas flamencos sienten lo mismo respecto de B¨¦lgica, o los separatistas vascos respecto de Espa?a. Israel no va a desaparecer, ni debiera hacerlo. En cuanto a la campa?a oficial israel¨ª que trata de desacreditar cualquier cr¨ªtica como un ejercicio de "deslegitimaci¨®n", resulta singularmente contraproducente. Cada vez que Jerusal¨¦n reacciona de esa manera se acent¨²a su aislamiento.
Israel es una democracia dominada y a menudo gobernada por antiguos soldados profesionales
Si los palestinos renuncian a la resistencia, ?qu¨¦ pueden llevar a la mesa de negociaci¨®n?
N? 2. Israel es/no es una democracia. Quiz¨¢ la defensa m¨¢s com¨²n de Israel fuera del pa¨ªs es que es "la ¨²nica democracia de Oriente Pr¨®ximo". Esto es en gran parte verdad: el pa¨ªs tiene leyes fundamentales, una judicatura independiente y elecciones libres, aunque tambi¨¦n discrimina a los no jud¨ªos de un modo que le distingue de otras democracias actuales. Expresar una fuerte discrepancia de la pol¨ªtica oficial es all¨ª, cada vez m¨¢s, algo desaconsejado. Pero este aspecto es irrelevante. "Democracia" no es garant¨ªa de buen comportamiento: la mayor¨ªa de los pa¨ªses son hoy formalmente democr¨¢ticos. Israel desmiente el c¨®modo clich¨¦ americano de que "las democracias no hacen la guerra". Es una democracia dominada y a menudo gobernada por antiguos soldados profesionales: solo esto la distingue de otros pa¨ªses avanzados. Y no debemos olvidar que Gaza es otra "democracia" en Oriente Pr¨®ximo: fue debido a que Ham¨¢s gan¨® all¨ª unas elecciones libres en 2005 por lo que tanto la Autoridad Palestina como Israel reaccionaron con tanta vehemencia.
N? 3. Israel es/no es el culpable. Israel no es el responsable de que durante bastante tiempo muchos de sus vecinos le denegaran su derecho a existir. La sensaci¨®n de asedio no debe subestimarse a la hora de interpretar el car¨¢cter delirante de muchas de las declaraciones israel¨ªes.
No resulta sorprendente, por tanto, que el Estado haya adquirido algunos h¨¢bitos patol¨®gicos. El m¨¢s perjudicial es su habitual recurso a la fuerza. Dado que eso ha funcionado durante tanto tiempo, a Israel le resulta dif¨ªcil considerar otras formas de respuesta. Y el fracaso de las negociaciones de Camp David en 2000 reforz¨® su creencia en que "no hay nadie con quien hablar".
Pero s¨ª lo hay. Como reconocen en privado algunas autoridades norteamericanas, tarde o temprano Israel (o alguien) tendr¨¢ que hablar con Ham¨¢s. Desde la Argelia francesa hasta el IRA Provisional, pasando por Sud¨¢frica, la historia se repite: el poder dominante les niega legitimidad a los "terroristas", lo cual fortalece a estos; luego negocia en secreto con ellos; finalmente les concede poder, independencia o un asiento en la mesa. Israel negociar¨¢ con Ham¨¢s: la pregunta es por qu¨¦ no ahora.
N? 4. Los palestinos son/no son los culpables. Abba Eban, antiguo ministro de Asuntos Exteriores israel¨ª, manten¨ªa que los ¨¢rabes nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad. No estaba del todo equivocado. La postura negacionista de los palestinos desde 1948 hasta los primeros ochenta hizo muy poco en su favor. Y Ham¨¢s, asentado en esa tradici¨®n, aunque de modo m¨¢s aut¨¦nticamente popular que sus predecesores, tendr¨¢ que reconocer el derecho de Israel a existir.
Pero desde 1967 ha sido Israel quien ha perdido m¨¢s oportunidades: una ocupaci¨®n de 40 a?os (contra el consejo de sus propios y m¨¢s veteranos estadistas); tres catastr¨®ficas invasiones del L¨ªbano; una invasi¨®n y bloqueo de Gaza en contra de la opini¨®n mundial; y ahora un ataque chapucero a civiles en aguas internacionales. A los palestinos les resultar¨ªa dif¨ªcil igualar semejante c¨²mulo de errores garrafales.
El terrorismo es el arma de los d¨¦biles -el bombardeo de objetivos civiles no fue un invento de los ¨¢rabes (ni de los jud¨ªos, que comenzaron a practicarlo antes de 1948)-. Moralmente indefendible, ha caracterizado a los movimientos de resistencia durante al menos un siglo. Israel tiene raz¨®n en insistir que cualesquiera conversaciones o acuerdos depender¨¢n de que Ham¨¢s se comprometa a renunciar a ¨¦l.
Pero los palestinos se enfrentan al mismo interrogante que cualquier otro pueblo oprimido: todo lo que tienen para oponerse a un Estado establecido que ejerce el monopolio del poder es el rechazo y la protesta. Si conceden de antemano cada exigencia israel¨ª (renuncia a la violencia, aceptaci¨®n de Israel, reconocimiento de todas sus p¨¦rdidas), ?qu¨¦ van a llevar a la mesa de negociaci¨®n? Israel tiene la iniciativa, por lo que debiera hacer uso de ella.
N? 5. El lobby pro-Israel es/no es el culpable. Hay un lobby a favor de Israel en Washington y hace muy bien su trabajo. Quienes afirman que el lobby israel¨ª es injustamente descrito como "demasiado influyente" (una excesiva influencia jud¨ªa entre bastidores) tienen raz¨®n: el lobby de las armas, el lobby petrolero y el lobby bancario han hecho todos ellos mucho m¨¢s da?o a la salud del pa¨ªs. Pero el lobby israel¨ª es influyente de un modo desproporcionado. Si no, ?por qu¨¦ una aplastante mayor¨ªa de congresistas se pliega ante toda moci¨®n a favor de Israel? Una cosa es denunciar la excesiva presi¨®n de un lobby y otra bien distinta es acusar a los jud¨ªos de "dirigir el pa¨ªs". No debemos autocensurarnos por miedo a que la gente equipare ambas cosas. En palabras de Arthur Koestler: "Este miedo a encontrarse en malas compa?¨ªas no es una expresi¨®n de pureza pol¨ªtica; es una expresi¨®n de la falta de confianza en uno mismo".
N? 6. La cr¨ªtica a Israel est¨¢/no est¨¢ relacionada con el antisemitismo. El antisemitismo es el odio a los jud¨ªos, e Israel es un Estado jud¨ªo, por lo que, naturalmente, algunas cr¨ªticas que se le hacen tienen una motivaci¨®n mal¨¦vola. Ha habido ocasiones en el pasado reciente (particularmente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus sat¨¦lites) en las que "antisionismo" ha sido un oportuno suced¨¢neo para el antisemitismo oficial. Como es l¨®gico, muchos jud¨ªos e israel¨ªes no lo han olvidado.
Pero las cr¨ªticas a Israel, procedentes cada vez m¨¢s de jud¨ªos no israel¨ªes, no est¨¢n motivadas por el antisemitismo. Y lo mismo sucede con el antisionismo contempor¨¢neo: el propio sionismo ha hecho un largo viaje desde la ideolog¨ªa de sus padres fundadores: hoy pone el acento en reclamaciones territoriales, exclusividad religiosa y extremismo pol¨ªtico. Uno puede reconocer el derecho de Israel a existir y, sin embargo, ser un antisionista (o "postsionista"). De hecho, dado el ¨¦nfasis del sionismo en la necesidad de los jud¨ªos de establecer un "Estado normal" propio, la actual insistencia en el derecho de Israel a actuar siguiendo v¨ªas "an¨®malas" porque se trata de un Estado jud¨ªo sugiere que el sionismo ha fracasado.
Deber¨ªamos tener cuidado con la excesiva invocaci¨®n del "antisemitismo". Entre la generaci¨®n m¨¢s joven de EE UU, por no decir de todo el mundo, crece el escepticismo. Si la cr¨ªtica al bloqueo israel¨ª de Gaza es potencialmente antisemita, ?por qu¨¦ habr¨ªan de tomarse en serio otros ejemplos de ese prejuicio? ?No se habr¨¢ convertido el Holocausto solo en otra excusa para el mal comportamiento israel¨ª? Los riesgos que corren los jud¨ªos al fomentar esa equiparaci¨®n no debieran desestimarse.
Junto con los pa¨ªses regidos por los jeques del petr¨®leo, Israel es hoy el mayor lastre estrat¨¦gico de EE UU en Oriente Pr¨®ximo. Gracias a Israel estamos en serio peligro de perder a Turqu¨ªa, una democracia musulmana, ofendida por el trato que recibe de la UE y con un papel crucial en esas regiones. Sin Turqu¨ªa, EE UU dif¨ªcilmente alcanzar¨¢ sus objetivos regionales, ya sea en Ir¨¢n, Afganist¨¢n o en el mundo ¨¢rabe. Ha llegado el momento de abrirse paso a trav¨¦s de los clich¨¦s que rodean a Israel, de tratarle como a un Estado normal y de cortarle el cord¨®n umbilical.
Tony Judt es historiador, director del Remarque Institute en la Universidad de Nueva York y reciente autor de Ill Fares the Land. Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola. ? 2010, Tony Judt. Este art¨ªculo ha sido publicado originalmente en The New York Times.
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