?Qu¨¦ es el cine?: 'El apartamento'
Me llevo un sobresalto al ver en estado somnoliento im¨¢genes de El apartamento en un informativo de televisi¨®n. La primera impresi¨®n al ver algo tan desterrado en la televisi¨®n actual como el blanco y negro es que huele a necrol¨®gica. Me pongo nervioso y no encuentro el mando a distancia para que el sonido me aclare qu¨¦ ha ocurrido. Recuerdo que la ¨²nica superviviente entre la gente que cre¨® esa obra maestra es Shirley MacLaine y que aunque siempre figurar¨¢ en tu retina con la juventud, la mirada y la sonrisa de la ascensorista Fran Kubelik, es ya una mujer cercana a los 80 a?os. Afortunadamente, no la ha palmado nadie. Esas im¨¢genes se limitan a conmemorar que hace cincuenta a?os naci¨® una criatura perfecta y con luz inextinguible llamada El apartamento.
Es el retrato m¨¢s duro y compasivo que se ha hecho de un trepa pat¨¦tico
Wilder habla con un lenguaje inmejorable de las relaciones de poder
As¨ª como una parroquia con principios irrenunciables y fidelidad extrema hace su gozoso recorrido en Dubl¨ªn todos los a?os y en la misma fecha por los lugares en los que est¨¢ ambientada su Biblia, rememorando a Leopold Bloom, los que estaremos enamorados mientras que haya luz de la tragicomedia m¨¢s sublime que ha parido el cine tenemos derecho a revisitarla cuando nos plazca gracias al DVD. En momentos de des¨¢nimo o en momentos de alegr¨ªa, como ritual o pactando una feliz tregua de dos horas con el aburrimiento, descubri¨¦ndosela a los que imperdonablemente no la conoc¨ªan o recobrando id¨¦nticas y maravillosas sensaciones aunque nos la sepamos de memoria.
Es el retrato m¨¢s penetrante, duro y compasivo que se ha hecho nunca de un trepa pat¨¦tico e indigno al que un amor no correspondido transforma en un hombre digno, capaz de despreciar su escalera hacia el ¨¦xito si ¨¦ste le exige el envilecimiento moral. Billy Wilder nos habla con lenguaje inmejorable de las eternas relaciones de poder, de un degradado y astuto rat¨®n que presta su casa para los juegos sexuales de los gatos con la esperanza de que ¨¦stos le devuelvan el favor admiti¨¦ndole en su gremio, de c¨®mo un Robinson Crusoe urbano puede recobrar la esperanza de huir de la soledad al descubrir unas milagrosas huellas en el asfalto, del permanente desencuentro entre lo que se anhela y lo que conviene, del cochambroso esfuerzo que exige al desclasado astuto trepar a la monta?a y la facilidad para que el poder le despe?e si en nombre de su honor se rebela contra la sumisi¨®n, de los seres gen¨¦tica y vocacionalmente adorables que solo pueden enamorarse de la persona equivocada, de c¨®mo preparar unos espaguetis con la ayuda surrealista de una raqueta de tenis al ser amado para aliviarle la depresi¨®n por habeer intentado suicidarse al comprobar que los reyes follan con sus enamorados vasallos pero no se casan con ellos, de la lacerante convivencia de miseria y grandeza, claudicaci¨®n y rebeld¨ªa , resignaci¨®n y sue?os en algo tan complejo como la naturaleza humana, del dilema entre lo que aconseja el cerebro y lo que dicta el coraz¨®n. La ¨¦pica que empapa al brioso aspirante a ejecutivo C. C. Baxter, entregando la llave que le permit¨ªa el acceso al lavabo de los directivos, a cambio de que el gran jefe no siga degrad¨¢ndole, tiene una grandeza a la altura de Homero.
No conozco ning¨²n final tan emocionante (incluidos los de ese poeta del fracaso llamado John Ford) como el de la se?orita Kubelik abandonando su in¨²til amor para entrar en el apartamento del eterno n¨¢ufrago que pag¨® un precio muy caro por su redenci¨®n, pidi¨¦ndole al comprensiblemente embobado que siga jugando a las cartas, que ya veremos lo que pasa. No conozco ninguna pel¨ªcula tan rom¨¢ntica, realista, so?adora, triste, mordaz, sensata, cabrona y bonita como esta.
Consulto fechas y descubro que Psicosis, esa genialidad sobre la incertidumbre y el horror, fue parida el mismo a?o que El apartamento. Mi idea m¨¢s perfecta de la felicidad es ver este programa doble en un desaparecido cine de barrio, en una tarde de invierno, compartiendolo con la persona amada. Pero tambien ser¨ªa impagable en soledad. El gran cine la espanta. Es una droga irremplazable. Y no deja resaca.
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